El covid-19 y la ética de la Tierra



Millones de personas esperan que algún científico nos diga que tiene la vacuna para salvarnos del coronavirus. Pero las cosas en la práctica marchan a otro ritmo. Leopold escribió: “El ciudadano común supone hoy que la ciencia sabe qué hace que la comunidad camine como reloj: el científico está igualmente seguro de que no lo sabe. Él sabe que el mecanismo biótico es tan complejo que es posible que su funcionamiento nunca se llegue a comprender”.
Esta es una verdad difícil de asimilar. Queremos tener “ya” la cura para enfermedades producidas por nuestros estilos de vida insustentables y por la violencia ejercida sobre la naturaleza, pero olvidamos que las crisis que vivimos son consecuencia de un sistema económico que tomó la Tierra como un depósito de mercancías. Queremos soluciones instantáneas, pero olvidamos que llevamos siglos agotando la salud de la Tierra. Queremos vivir bien, pero nos olvidamos de cuidar el cuerpo vivo de la Tierra que es nuestro único hogar, al cual estamos indisolublemente conectados. La ciudadanía espera que la ciencia tenga las respuestas, pero los científicos saben que las respuestas pueden tardar en llegar y que antes es necesario formular las preguntas adecuadas. Actualmente, EE.UU., Australia y China están haciendo pruebas, pero el desarrollo de una vacuna segura debe cumplir pasos estrictos de sanidad establecidos por la OMS, y esto puede tomar un año y medio.
Las preguntas que persisten en torno al covid19
¿Las personas desarrollan inmunidad? ¿cómo nuestro sistema inmunitario combate el virus? y ¿por qué algunas personas de edad y condiciones de salud similares logran desarrollar inmunidad mientras que otras no? Si los humanos desarrollan inmunidad, ¿cuánto dura? Según Stanley Perlman incluso una persona que desarrolla niveles de anticuerpos contra coronavirus causantes de resfriados comunes puede contagiarse. ¿Qué tipo de respuesta inmunitaria deben buscar los desarrolladores de vacunas? Moderna, compañía en Cambridge, Massachusetts, trabaja sobre una vacuna diseñada para entrenar al sistema inmunitario para que produzca anticuerpos que reconozcan y bloqueen la proteína espiga que el virus usa para ingresar a las células humanas. ¿Cómo sabemos si es probable que una vacuna funcione? Normalmente, el desarrollo de una vacuna requiere agotar varias fases de experimentación y testeo en animales, pero bajo las condiciones actuales muchas cosas corren en paralelo.
Actuar con precaución
La urgencia de desarrollar una vacuna no debería llevarnos a un escenario futuro en el que los riesgos puedan ser mayores que los beneficios. Pero más allá del análisis utilitarista de riesgos/beneficios conviene pensar si la falta de información debería impedir que los expertos comiencen los ensayos de seguridad en las personas o si es mejor tener cautela y agotar todas las fases del proceso. Por otro lado, y siguiendo a Leopold, pienso que es momento de pasar de la “imagen del hombre como conquistador” a la del ser humano como “ciudadano biótico”, como alguien capaz de cuidar de la salud de la Planeta que es la base de la salud de todos los miembros interdependientes de la Tierra.
Hacia Una medicina planetaria preventiva
El momento que vivimos debe llevarnos a replantear muy profundamente la importancia de la comunidad planetaria. Para cuidar de “nuestra” salud no basta con cuidar de “nuestros” intereses, no basta con cuidar de nuestros parientes cercanos y amigos, esto es importante pero insuficiente. Cuidar de la salud de la Tierra significa cuidar de la salud de todas las formas de vida, proteger los bosques y respetar el modo cómo se entrelazan las diversas formas de vida en sus ecosistemas. El covid19 debe servirnos para desarrollar una nueva visión de lo que significa vivir juntos en un Planeta que durante millones de años fue saludable pero que ahora es vulnerable y requiere de nuestro cuidado.
Esta pandemia puede ser vista como una oportunidad para replantear profundamente la economía global basada en el despojo de los recursos ecosistémicos. Para cuidar de “nuestra” salud no basta con cuidar de “nuestros” intereses; no basta con cumplir las medidas de esta cuarentena; no basta cuidar de nuestra familia, además, resulta imperativo cuidar de la gran familia humana. Debemos cumplir con nuestro aislamiento individual y familiar e incrementar las medidas de autocuidado y al mismo tiempo, necesitamos seguir reflexionando sobre lo que significa una vida humana valiosa. El covid19 debe servirnos para desarrollar una nueva comprensión de los que significa la solidaridad, la ayuda mutua y el cuidado.
En un momento en que muchos aguardan soluciones basadas en la ciencia quizás es prudente recordar que toda nuestra ciencia es limitada y que cosas como las que estamos viviendo las enfrentaron nuestros antepasados. Como notó Lovelock sólo podemos salir de la crisis en que nos encontramos “si emulamos a nuestros antepasados victorianos y desarrollamos un enfoque empírico de los problemas planetarios”. El futuro de la vida humana depende de que podamos desarrollar una medicina preventiva planetaria en lugar de sólo contener los virus.
Esto es lo que necesitamos desarrollar hacia el futuro: una medicina preventiva orientada al cuidado de la salud planetaria. De esto dependerá la supervivencia futura de la humanidad. Esto no significa que no necesitemos del hermoso y valioso trabajo de los hombres y mujeres de ciencia. La epidemia de cólera y tifoidea de 1831-32 cobró 50,000 vidas en todo el Reino Unido. Nuestros ancestros victorianos no esperaron los conocimientos de la naciente ciencia de la microbiología, sino que actuaron de manera práctica al advertir que la epidemia era trasmitida por el agua debido a la falta de un buen sistema de alcantarillado. Nosotros debemos actuar de la misma forma mientras la comunidad científica trabaja en vacunas para enfrentar los nuevos virus que irán reapareciendo a medida que la salud ecológica de la Tierra se deteriora.
Como ha evidenciado EcoHealth Alliance, el virus saltó de animales a los humanos debido a mercados en los que se permite la venta de todo tipo de animales silvestres. Debemos cerrar estos mercados, imponer sanciones a quienes trafiquen con animales y cambiar nuestros estilos de vida y nuestra alimentación, pues la Tierra ya no soporta más violencia y los bosques están al límite del saqueo. Debemos darnos cuenta de que todo esto es incorrecto y que atenta no solo contra la salud de la Tierra sino contra nuestra propia salud. Paradójicamente, parece que hemos aprendido muy poco de esta pandemia. Enfermamos por comer y destruir los hábitats de animales silvestres y, hace pocos días, la Comisión Nacional de Salud de China empezó a promover la bilis de oso como tratamiento contra la pandemia.
El concepto de salud planetaria abraza la salud humana y la salud animal ahora y en el futuro. Nuestra vida ya no será la misma después de esta emergencia. Necesitamos reinventarlo todo desde el comienzo: Necesitamos aprender a lidiar con la impermanencia y la finitud pues nuestra vida, desde el comienzo y hasta el final, está abierta a la incertidumbre. Vivir no es seguir una línea recta, sino subir un camino sinuoso y aprender a orientarse en los senderos que se bifurcan. Necesitamos desarrollar un enfoque multisistémico y multidimensional de Medicina Planetaria Preventiva en lugar de sólo actuar reactivamente para contener los virus. Tenemos una oportunidad para desarrollar la solidaridad, el comportamiento simbiótico y la autorrealización colectiva. Todo depende de qué tan capaces seamos de romper nuestros miedos y reinventar nuestro ser. También necesitamos una ecología del pensamiento que nos ayude a movilizar la emoción y practicar el cuidado activo y la compasión. Necesitamos repensar el significado de nuestra vida; resignificar nuestras relaciones con los otros y con la naturaleza; repensar lo que significa estar juntos, compartir un planeta vulnerable, enfermarse, reencontrarse, aislarse. Necesitamos escuchar más profundamente los miedos y los dolores de los otros. Necesitamos reflexionar más profundamente en torno a lo que significa: cuidar, cooperar, empatizar. Si no lo hacemos toda la vida estará en grave riesgo y esta amarga lección no habrá servido de nada.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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