Desafíos del cambio climático en el territorio nacional



El calentamiento global es una realidad cuyo impacto se ha dejado sentir en todos los rincones del mundo y amenaza con un futuro poco alentador en un plazo que ya no es tan lejano. En este contexto, el territorio nacional se ha visto fuertemente afectado y, de seguir por la misma línea, la proyección es compleja. “En términos simples, el Chile de los próximos años será diferente, chocante y ajeno. La mitad de nuestro país tendrá un clima desértico y semidesértico, de acuerdo con algunos estudios del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático”, comenta Diana García, decana de Ingeniería de la Universidad Pedro de Valdivia (UPV). Actualmente es posible evidenciar signos de esta ola de transformación que repercuten en la escasez de recursos. La zona centro-sur del país se ha visto golpeada por una marcada reducción de las precipitaciones, lo que se traduce en menor disponibilidad de agua para la agricultura y una baja en el aporte de sedimentos desde los ríos hacia las zonas costeras; impactando negativamente a la pesca artesanal. “Esto sumado al aumento de días de temperaturas extremas ha generado alzas de incendios y de olas de calor, con los consecuentes efectos en la biodiversidad, la salud, la infraestructura e, incluso, vidas humanas. Por otro lado, las marejadas en Valparaíso y otras zonas costeras han generado importantes pérdidas y daños en infraestructura”, explica Ariel Muñoz, doctor en Ciencias Forestales y académico del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).El escenario actual y sus proyecciones plantean una necesidad latente de medidas que apliquen conjuntamente el sector público y privado. “Primero que todo, hay que generar diagnósticos de riesgo climático con alta precisión espacial, para identificar con detalle las zonas más o menos vulnerables. Segundo, generar alianzas y normativas claras que reduzcan los riesgos”, agrega Ariel Muñoz. Por su parte, Diana García enfatiza en que se debe descarbonizar la matriz energética y promover en el transporte el uso de combustibles alternativos a los fósiles. De lo contrario, según plantea la decana de Ingeniería de la UPV, las consecuencias pueden ser catastróficas, en especial para el sector agrícola, ganadero y minero.



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