La intención de mantener vigentes los datos referidos al impacto de la pandemia del coronavirus en los Estados Unidos requiere de templanza para no ceder ante el asombro de un país cuyos indicadores sobre casos confirmados, fallecidos y recuperados llevó a la Universidad John Hopkins a desagregar del mundo este escenario. Desde el sábado 11 de abril, superando el medio millón de infectados y el umbral de los 19.000 muertos, Estados Unidos es el país más afectado por el coronavirus en todo el planeta. En este nuevo video de Filo.Mundo, Daniel Maffey, licenciado en Relaciones Internacionales y periodista de Filo.News, recorre el tránsito iniciado con las palabras del secretario de Salud y Servicios Humanos, Alex Azar, quien para inicios del mes de febrero afirmó en rueda de prensa que “el riesgo de infección para los americanos permanece bajo y va a permanecer bajo”.
El cierre de este primer mes desastrosamente administrado en el que funcionarios, buena parte de los medios e incluso expertos aseguraron a los norteamericanos que no había nada de que temer, evidencian como fue posible que el virus se propagara hasta que fuera demasiado grande como para ignorarlo.Si ese período dio cuenta de la falta de acciones tomadas por el Gobierno, marzo mostró al mundo los antecedentes de lo que por volumen y proyección puede pensarse como la peor tragedia del país, mostrando a una Nueva York que nunca duerme, ahora en silencio y cavando fosas comunes para los cuerpos no reclamados.
Donald Trump, presidente y candidato a la reelección
En esto, la mayor destrucción del empleo en su historia y la parálisis económica frente a lo que será un mundo preocupantemente en recesión deja como interrogante hasta qué punto esta pandemia va a alterar para siempre el orden internacional vigente. Lo cierto es que el COVID-19 resignificó o reubicó la centralidad del Estado como garante de la salud, al tiempo que los gobiernos vuelcan montos siderales de dinero para compensar las consecuencias que el coronavirus impone en la actividad económica. Al deseo compartido respecto a las intenciones de una temporalidad limitada de la pandemia, la relación simbiótica entre agitación política y económica posterior parece por demás garantizada.
Fauci, director del Instituto de Alergias y Enfermedades Infecciosas
Como planteara Henry Kissinger en su última publicación para el Wall Street Journal, “los Estados Unidos deben proteger a sus ciudadanos de la enfermedad al comenzar el trabajo urgente de planificar una nueva época”. Contemplando las bondades de esa sociedad de mediados de siglo XX que “se fortaleció con un propósito nacional final”, la mente de los Estados Unidos hacia el mundo afirma que “ahora, en un país dividido, es necesario un gobierno eficiente y con visión de futuro para superar los obstáculos. Sin precedentes en su magnitud y alcance global, el mantenimiento de la confianza pública es crucial para la solidaridad social, para la relación de las sociedades entre sí y para la paz y la estabilidad internacional”.
