Análisis | Outer Banks: Aventuras adolescentes en busca de un tesoro



Desde sus primeras escenas, Outer Banks evoca la nostalgia de una adolescencia idealizada por el paso del tiempo, lo suficientemente poderosa como para enganchar a por lo menos dos generaciones. Por un lado, los adolescentes que comparten rango etario con los protagonistas del relato, pero por otro -y quizás el verdadero target encubierto de esta serie- los adultos que consumieron títulos como The O.C., Dawson’s Creek, e incluso Verano del ‘98, trasladando el fenómeno a este lado del globo.El relato narrado en primera persona por el protagonista nos ubica en la comunidad isleña de Outer Banks que da título a la serie, un soleado paisaje de ensenadas, arroyos y playas que son el escenario perfecto para desastres naturales y naufragios. En este contexto, cuatro adolescentes con distintos trasfondos y ambiciones, conocidos como los “Pogues” (algo así como los marginados de la isla) se embarcan en la búsqueda de un tesoro vinculado a una misteriosa desaparición. En el extremo opuesto, los más privilegiados de la historia (conocidos como los “Kooks”) ofician de antagonistas, con todos los clichés que esta rivalidad de clase implica.Ya de entrada queda en claro quién es quién y en este sentido el episodio inicial hace un gran trabajo introduciendo no solo a los protagonistas, sino a la comunidad entera de Outer Banks con sus particularidades y sus misterios. Sin abusar de la narración en off, John B (Chase Stokes) va presentando su historia y la de sus compañeros para ponernos rápidamente en tema, haciendo hincapié en las tensiones sociales de esta comunidad, que tendrán especial importancia en la dinámica de las relaciones entre los protagonistas y sus rivales. 

John B es un joven atrapado en la minoría de edad, en ese momento bisagra entre la infancia y la adultez que se le viene encima de repente cuando su padre desaparece, dejándolo a su suerte. A cargo de un tutor legal ausente y sin madre a la vista, el joven protagonista queda a merced de los servicios sociales, que -para su fortuna- no tienen tanto acceso a las islas. Mientras disfruta de su inesperada libertad y se las arregla con sus amigos, se obsesiona con encontrar a su padre y va desentrañando una serie de secretos bien plantados. Sus compañeros forman uno de esos grupos que se complementan tan bien que van juntos para todos lados y hacen todo en pandilla. Pope (Jonathan Daviss) es el hijo de uno de los personajes más respetados de la isla y un chico con conducta intachable, candidato a una beca de mérito. JJ (Rudy Pankow) es un espíritu libre, el típico adolescente problemático y el más propenso a ponerlos en peligro, además de ser del que menos información tenemos. Y Kiara (Madison Bailey) es una “chica bien” con conciencia ambiental, que prefiere juntarse con el grupo de laburantes de la isla, antes que con sus privilegiados pares.

Por supuesto el romance y los enredos amorosos están presentes

Como John B deja en claro ya desde el mismo trailer, Outer Banks es el tipo de lugar donde se tienen dos casas o dos trabajos. Y aunque no veamos trabajando mucho a los protagonistas, sino más bien organizando fiestas en la playa o paseando en lancha, este el gran disparador para sus aventuras. Creada por los mellizos Josh y Jonas Pate, con experiencia en dramas televisivos fantástico de éxito relativamente modesto, asociados en esta ocasión con la novelista Shannon Burke, la serie deja rápidamente esta premisa de lado para enfocarse principalmente en los misterios a resolver.Sus creadores conocen del género y no pierden oportunidad para homenajear a producciones insignia del drama teenager de los noventa y dos mil, con constantes referencias que están por todos lados. Pero el guion parece ser siempre consciente de los tópicos más típicos, encarando sus debilidades para convertirlas en fortalezas, sin miedo a quedar en evidencia. La tecnología es eliminada del relato con un recurso simple para ambientar la acción en este paisaje nostálgico, con la hora dorada como su principal aliada. Y desde el comienzo la voz en off deja en claro que son adolescentes descuidados por sus padres y libres de hacer lo que quieran, algo que les puede jugar tanto a favor como en contra.En esta nota:



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