Luis Sepúlveda en la memoria de tres destacados artistas


Siete semanas después de haber sido diagnosticado con coronavirus, ayer murió el escritor chileno Luis Sepúlveda Calfucura. El autor de populares libros, tenía 70 años y falleció en un hospital de Oviedo, la ciudad española donde vivía.
Nacido en Ovalle en 1949, publicó más de 30 libros, siendo el más famosos de ellos “Un viejo que leía novelas de amor”, que publicó en 1988 y que fue traducido a una veintena de idiomas.
Sepúlveda vivió una particular, y extensa, historia de amor con la poeta Carmen Yáñez, con quien se casó en los 70, se separó y se volvió a casar 20 años después, permaneciendo juntos hasta ayer. Sepúlveda tuvo seis hijos: Carlos, Paulina, Sebastián, Max, León y Jorge.
Fue conocido por su compromiso político. Militó en las Juventudes Comunistas e integró el Grupo de Amigos Personales (GAP), de protección del exPresidente Salvador Allende. Tras el golpe de Estado fue detenido y torturado. En 1977 partió al exilio y, tras un largo recorrido por varios países, se detuvo en Nicaragua en 1979, donde participó de la Revolución Sandinista. Luego llegó a Alemania, donde se reencontró con Yáñez.
Fue por esos años de exilio en Europa que conoció a Patricio Manns. Así lo recuerda el cantautor y escritor, quien desde su cuarentena en su departamento en Concón, rememora que la primera vez que compartieron fue en París, “en una época en que estábamos viviendo allá y andábamos en los lugares donde van los sudamericanos”.
Recuerda que se topaban a menudo, junto a Francisco Coloane, en eventos como firmas de libros, y guarda en su memoria un festival de literatura en el puerto francés de Saint-Malo. “Ahí se hace una vez al año un congreso literario, lleno de cócteles, comida y trago para el campeonato, y fuimos a almorzar allá con el Lucho Sepúlveda”, dice. “Lucho era un tipo tranquilo, no era muy bullicioso que digamos, hablaba poco, sí era buen amigo”, manifiesta.
Manns, de 82 años, dice que ha perdido varios amigos por el virus, y que por eso “siento mucho lo que pasó”.
Compañero sepúlvedaSepúlveda fue colaborador de la edición chilena de Le Monde Diplomatique y la última columna que escribió fue sobre el estallido social. “La paz del oasis chileno estalló porque las grandes mayorías empezaron a decir no a la precariedad y se lanzaron a la reconquista de los derechos perdidos. No hay rebelión más justa y democrática que la de estos días en Chile”, expresó.
El poeta y músico Mauricio Redolés, recuerda que Sepúlveda “alguna vez me dio la mano y me invitó a España, porque le gustó mucho mi trabajo, pero yo era padre soltero y no podía alejarme de Chile”. Pese a que dice que lo conoció poco, lamenta “la muerte de un autor interesante, también de un compañero, lo sentía como un compañero, no un autor más”. “Hoy que se habla tan poco de política, o que la política es casi sinónimo de corrupción, es bueno recordar que la buena política sigue existiendo. Él era un hombre de izquierda, yo soy una persona de izquierda y lo lamento porque es un compañero que muere en esas circunstancias”.
Y recuerda la polémica que Sepúlveda protagonizó con Enrique Lafourcade y Jorge Edwards en 1998, tras la detención de Augusto Pinochet. “Fue lamentable lo que se produjo porque creo que nos perdimos como chilenos de conocer un buen autor de cerca”, opina Redolés.
Una historia personalPablo Paredes, dramaturgo y guionista de series como “El Reemplazante”, conoció a Luis Sepúlveda por su papá, el fallecido poeta Manuel Paredes Parod.
“El primer libro que escribió mi papá fue un relato en décimas de su prisión política, que se lo publicó Luis Sepúlveda”, cuenta. Recuerda que su papá no sabía cómo publicar su texto y que le recomendaron que hablara con el escritor, que vivía en España. Le escribió y Sepúlveda le dijo que lo leería cuando “tuviera tiempo”. Pero pasaron un par de horas y le respondió: “Manuel, esto es muy conmovedor, lo voy a publicar yo”. Menos de dos meses después el libro era lanzado en el Salón del libro Iberoamericano de Gijón, en España.
Por eso Pablo Paredes recuerda con cariño a Luis Sepúlveda. “Para nosotros fue conocer otra parte de Luis Sepúlveda, más allá del gran escritor, un tipo que estaba abierto a otras escrituras con muchas ganas de promoverlas. Y para mí agarró otra dimensión, porque antes era este novelista que yo leía de adolescente y de pronto era un tipo que se conmovía con un relato en décimas que le llegaba de alguien que no conocía”, resume.
Lee también: El verano que Luis Sepúlveda pasó en Puerto Montt



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