Tenemos que empezar a hacerle caso a los que saben



La pandemia de SARS-CoV-2 encontró al mundo con los pantalones bajos. Incluso los países más poderosos; aquellos que supuestamente estaban mejor preparados para una catástrofe humanitaria como la actual han sido desbordados y la muertes se cuentan de a miles por día.Mentes mundialmente reconocidas como Bill Gates, Elon Musk, el difunto Stephen Hawking y Al Gore llevan años advirtiendo sobre las potenciales catástrofes que podrían llevarnos al borde de la extinción.Bill Gates es uno de los principales exponentes que ha intentado incansablemente advertir sobre las consecuencias que una pandemia viral podría tener en el mundo.Al Gore, lleva más de una década evangelizando sobre el cambio climático producido por el hombre. Elon Musk y Stephen Hawking han estado advirtiéndonos incansablemente acerca de los peligros del desarrollo desenfrenado de Inteligencia Artificial. Por otro lado, la gran mayoría de los científicos de la comunidad astronómica internacional reclaman fondos para la detección de asteroides que pudieran amenazar la vida en la Tierra.Detrás de ellos, voces escuchadas por millones, hay infinidad de expertos en el mundo intentando hacerse oír por sobre el ruido del capitalismo y la desidia.Mientras tanto, los gobiernos del mundo se han ocupado de cosas más terrenales, como el desarrollo económico y la creación de riqueza.Pese a las advertencias tempranas recibidas, Italia, España, Estados Unidos y tantos otros países del mundo, se tomaron semanas de licencia mientras minimizaban y subestimaban la amenaza del SARS-CoV-2. El coronavirus utilizó este tiempo y atacó un punto débil de la civilización occidental: la arrogancia.Estados Unidos es el mejor ejemplo que tenemos. La nación que otrora fuera el espejo donde se miraba la mitad del mundo hoy es el país con mayor cantidad de muertes y contagios mundiales. Nueva York, discutiblemente la ciudad más popular en el mundo, hoy cava fosas comunes para depositar los cuerpos de quienes sucumbieron al coronavirus. Postales trágicas de un nuevo mundo al que despertamos hace apenas semanas.Una vez que la amenaza del COVID-19 quede en el espejo retrovisor, porque lo hará, tarde o temprano, volveremos a nuestra (nueva?) vida habitual. Las ciudades volverán a llenarse de smog, los ríos se enturbiarán y los animales silvestres volverán a la naturaleza. La maquinaria productiva volverá a encender sus motores, quizá con más furia que nunca, y empezaremos a hacer películas, escribir novelas y llenar páginas en los nuevos libros de historia sobre como el mundo desoyó las advertencias de miles de personas, que podrían haber contribuído a que esta catástrofe no adquiriera las proporciones bíblicas que hoy tiene.Si los líderes mundiales, los aparatos políticos, instituciones y corporaciones del mundo no aprendieron la lección, será simplemente cuestión de tiempo para estar nuevamente en esta situación, o una incluso peor. El SARS-CoV-2 ha sido tan solo una advertencia.Volveremos a la normalidad; pero el calentamiento global, los asteroides que amenazan el planeta y los desarrollos sin control en inteligencia artificial seguirán allí agazapados para lanzarse sobre nosotros, valiéndose de nuestros defectos… igual a como lo hizo el coronavirus.



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