La UE y América Latina y el Caribe: aunar esfuerzos frente al coronavirus



Hace pocos años, la Unión Europea situó el concepto de resiliencia o capacidad de sobreponerse a situaciones de crisis en el centro de su Estrategia Global y de Seguridad. En un mundo más complejo, competitivo e interconectado, se asumía que la seguridad y el bienestar iban a enfrentarse a nuevos desafíos geopolíticos, así como a los riesgos transnacionales derivados de la globalización. Ello exigía fortalecer la capacidad de cada país para encajar y sobreponerse a un choque externo. Este es un objetivo de nuestra cooperación internacional, pero también interpela a una UE que se sabe vulnerable ante esos riesgos.
Hoy, el coronavirus supone una prueba fundamental de resiliencia para las sociedades, las economías y la gobernanza en todo el mundo. Ante una pandemia mundial no caben respuestas exclusivamente nacionales ni un uso interesado de la cooperación o del poder económico con fines geopolíticos. Sin duda, hay distintas capacidades y responsabilidades de partida, pero sin apoyo mutuo o acciones globales conjuntas, el impacto de la enfermedad puede ser aún más devastador para todos.
La Unión Europea y sus ciudadanos estamos atravesando momentos muy duros. Pero somos conscientes de que para superar la pandemia debemos cooperar con todos nuestros socios, trabajando codo a codo. Y lo sabemos porque llevamos décadas haciendo frente común a otros desafíos compartidos en todo el mundo, y en particular en América Latina y el Caribe. Y es por ello que, a pesar de nuestras propias dificultades, la Unión Europea ha decidido reorientar de inmediato los programas de cooperación técnica y financiera con América Latina y el Caribe para responder a esta pandemia, con un total de 918 millones de euros, como parte de la respuesta global en apoyo a los esfuerzos de los países socios por atajar a la COVID-19. Así, se destinarán 9 millones de euros para financiar la labor de la Organización Panamericana de la Salud y de la Federación Internacional de la Cruz Roja en Venezuela y países vecinos. Además, el Banco Europeo de Inversiones ya ha anunciado que movilizará hasta 5.200 millones de euros para responder a las necesidades de financiación urgentes en más de 100 países en todo el mundo.
En Chile, la Unión Europea y sus Estados Miembros han seguido de cerca la respuesta integral del estado al abordar este desafío sin precedentes tanto al nivel nacional como a nivel regional con acciones de coordinación en el ámbito de PROSUR y la Alianza del Pacífico. Además, se encontraron nuevas formas de apoyo mutuo en el ámbito consular y se están recalibrando nuestros programas emblemáticos. Finalmente, se apoyarán los esfuerzos conjuntos de la sociedad civil, el gobierno y el sector privado para proporcionar la asistencia necesaria a los más vulnerables y sensibilizar al público sobre medidas básicas para afrontar los desafíos de la pandemia.
Más allá de estas acciones, donde nuestra asociación estratégica con Latinoamérica y el Caribe puede ser más efectiva, es impulsando juntos una respuesta coordinada y multilateral robusta. Nuestras regiones han sabido responder a la crisis sanitaria, aplicando drásticas pero necesarias medidas como el distanciamiento social o el confinamiento. Pero la crisis sanitaria no conoce fronteras, regiones o países. El desafío no ha hecho más que comenzar. El coronavirus está causando una crisis económica global, que acrecentará las desigualdades y afectará más severamente a los más vulnerables. Europa y América Latina podemos hacer mucho más si actuamos juntos, avanzando una agenda multilateral en el G20, la ONU y las instituciones financieras multilaterales para que exista más espacio fiscal para evitar el colapso sanitario, el desplome económico y una grave crisis social. El FMI y el Banco Mundial ya han anunciado líneas de financiación y alivio de la deuda de los países más pobres, pero no deben olvidarse los países de renta media sobrecargados por un alto endeudamiento.
El coronavirus es un reto a la economía global inédito. Una respuesta eficaz necesitará movilizar la acción colectiva internacional. La UE y América Latina y el Caribe —una asociación de 60 países— han de aunar esfuerzos de nuevo. Es en momentos de crisis agudas cuando se ponen a prueba los vínculos entre países amigos. Y esta crisis nos ha vuelto a recordar que nuestra resiliencia depende también de la cooperación internacional. De esta crisis, solo saldremos unidos.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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