Negociación de la deuda: ¿Puede Argentina presentar un “plan de pagos”?



Es muy común leer u observar en televisión a economistas reclamando la aparición de un “plan económico” o un “plan de pagos”. Esta sería la condición necesaria para avanzar en un canje de deuda exitoso. A partir de anunciar “de dónde va a salir la plata” para pagarle a los acreedores post reestructuración, la negociación se resolvería de forma más sencilla. Según este razonamiento, sin plan estamos condenados al default. Nuestro objetivo será entonces explicar por qué esto no es necesariamente cierto.

Análisis y proyecciones
 
Las proyecciones sobre los efectos del coronavirus en las economías nacionales están en constante revisión. Por ejemplo, este miércoles la calificadora Moody’s publicó sus estimaciones más recientes, mostrando un derrumbe del 6% en la economía argentina para este 2020, luego de proyectar una caída del 2,4% en su reporte anterior. Las previsiones son muy dispares: según el REM del Banco Central habrá una contracción del 4,3%, el Banco Mundial anticipa una caída del 5,2% y para el FMI el derrumbe llegará al 5,7%. Además, la caída en el nivel de actividad económica en nuestro país fue del 2,2% en el mes de febrero, por lo tanto el parate es anterior a la pandemia.Esta dispersión numérica no es una particularidad argentina. Lo mismo ocurre con las mediciones internacionales. La incertidumbre que genera el coronavirus abre más interrogantes que respuestas sobre el futuro de la economía. El debate alrededor de cómo será la recuperación una vez que pase lo peor de la pandemia gira sobre la forma que tendrá la curva del nivel de actividad. ¿Tendremos una recuperación rápida en forma de V?¿Iremos hacia un estancamiento prolongado en forma de L?¿Vamos hacia un escenario esquizofrénico en forma de W?

El principal problema sobre las proyecciones económicas en este marco recae en su dependencia a la evolución del virus. Nuevamente, tenemos más dudas que certezas. ¿Cuándo habrá una vacuna?¿Hay riesgos de un rebrote?¿Funcionarán las políticas de flexibilización del aislamiento?¿Existe la amenaza de una nueva mutación del virus?El plan
Como vemos, estamos frente a un panorama digitado por la incertidumbre. En estas condiciones, es utópico pensar que algún Gobierno del mundo puede realizar un programa económico serio y científico a largo plazo. Mucho menos nuestro país, con dos años de recesión a cuestas y serios desequilibrios macroeconómicos previos a la explosión de la pandemia. 

Podemos achicar la mira y pensar en que lo que buscan estos observadores es que Argentina presente un plan de pagos. Esto implicaría un plan que indique de dónde va a salir el dinero para pagar a los acreedores de la deuda. Este plan debería necesariamente tomar la forma de un programa de ahorro fiscal, es decir de ajuste sobre las cuentas públicas. Nuevamente, el mundo gira en sentido contrario a nuestros comentaristas. Todas las economías que han sido afectadas por el coronavirus están tomando medidas de expansión fiscal para paliar sus efectos económicos. De esta forma, pedir que Argentina presente un programa de ajuste fiscal para enfrentar las negociaciones de deuda es similar a cometer un suicidio. De hecho, existe un consenso extendido entre los economistas sobre la necesidad de la intervención del Estado para rescatar a la economía. Podemos realizar largos debates sobre si la forma más efectiva de realizarlo es mediante subsidios o exenciones impositivas sobre las empresas, o directamente inyectando dinero en el bolsillo de la gente. Pensar en un plan de ajuste fiscal en un contexto de derrumbe económico, donde las pérdidas mundiales serían similares a las de la crisis de 1929, y una caída en el nivel de actividad nacional comparable al 2002 es simplemente alocado.

Nuevamente, podemos probar achicando un poco más la mira. Damos otra concesión y asumimos que el ajuste que piden nuestros comentaristas apunta a un ajuste futuro, post cuarentena. De esta forma, habría que elaborar un plan de ahorro fiscal para cuando las medidas de aislamiento se levanten, en un escenario de recuperación en la actividad económica. Otra vez, estamos frente a una utopía: no sabemos cuánto tardará en recuperarse la actividad, si volverá al nivel previo a la crisis, o incluso si las medidas de distanciamiento social permanecerán más tiempo de lo previsto.Ahorrar pesos, pagar en dólares
Ya vimos las complicaciones que enfrentamos si buscamos avanzar con un ajuste fiscal en medio de una crisis de tan grandes dimensiones. Veamos el problema un poco más de cerca. Lo que estas personas reclaman es ahorrar pesos para pagar una deuda en dólares. ¿Tiene algún sentido pensar de esta forma?¿No son los mismos que nos dicen que el peso es papel mojado?¿No deberíamos pensar entonces cómo conseguir dólares?

El único medio que tiene Argentina para generar divisas es la venta de productos al exterior, las exportaciones. Simplificando al extremo, adquirimos dólares mediante la venta de soja y trigo. El comercio exterior también se vio golpeado por la pandemia, debido a la caída en la demanda de nuestros compradores, principalmente China. En la actualidad, el gigante asiático aparenta una recuperación y en el mismo sentido avanzan sus compras. Al mismo tiempo, podemos ver una luz en el medio de la oscuridad generada por el virus: Argentina se ahorraría unos u$s 4.000 millones como consecuencia del cierre total del turismo en el exterior.De esta forma, si existe una urgencia por mostrarle a los acreedores internacionales un plan de pagos a futuro, esta debería centrarse en la capacidad de nuestro país de conseguir dólares. No tiene mucho sentido ajustar, en un contexto de crisis, para ahorrar pesos que poco sirven para pagar deuda denominada en dólares.

Teoría y realidad
La deuda externa no es sólo un problema argentino. Está en curso un debate mundial sobre el tema. Especialistas de todo el mundo señalan la necesidad de discutir los mecanismos de endeudamiento internacional. Existen propuestas de moratorias para los países emergentes mientras dure la pandemia, con el objetivo de evitar defaults que generen cortocircuitos en el sistema financiero internacional. Incluso, instituciones como el FMI o el Banco Mundial apoyan propuestas de este tipo.Finalmente, los efectos económicos de la pandemia nos muestran que la realidad puede imponerse a la teoría. Ocurrió durante la semana pasada con el barril de petróleo en precios negativos. Vuelve a ocurrir al revisar los manuales de macroeconomía. Recetan un ajuste fiscal a las naciones endeudadas para hacer frente a sus pagos. Como intentamos explicar, seguir sus instrucciones en este contexto sería un suicidio económico. En esta nota:



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