Desafíos del cambio de escenario físico del entorno en tiempos de pandemia



La pandemia de Covid-19 nos obligó a enfrentarnos de golpe a una nueva realidad de impacto mundial, forzándonos a modificar rápidamente nuestras dinámicas habituales de funcionamiento y a buscar maneras de hacer frente a demandas que ni siquiera podíamos dimensionar. Este enemigo invisible reduce nuestras opciones de control y nuestra libertad para buscar rutinas alternativas, provocando síntomas derivados del estrés percibido.
Permanecer en nuestros hogares, al inicio de nuestro año académico, nos dejó ante un escenario incierto sobre nuestras labores profesionales y provocó un conflicto de compatibilidad de roles en la familia, donde compiten estudios, labores domésticas, nuevas modalidades de trabajo, apoyo a otros familiares, etc.
También tuvimos que reconfigurarnos en espacios que no están necesariamente adaptados para estas tareas. La falta de espacios ergonómica y funcionalmente adaptados a las necesidades de los distintos usuarios del hogar, en cuanto a condiciones ambientales propicias, mobiliario, herramientas tecnológicas, soporte y particularmente, conectividad, constituyen otra fuente de estrés.
Frente a esos y muchos otros cambios impuestos externamente, una certeza importante es que sólo podemos tener control sobre nosotros mismos y sobre el entorno del cual somos responsables. Entonces, el ejercicio es buscar con generosidad y compromiso mutuo, el orden en nuestro propio hogar, aceptando el cambio como una oportunidad de introspección para plantear nuevos caminos desde lo esencial para nosotros mismos y para nuestra familia. Frente a escenarios de incertidumbre, ayuda asumir los desafíos que se nos imponen sabiendo que todos estamos aprendiendo, que todos nos necesitamos para salir adelante.
Cambiar los modos operatorios habituales es un proceso que toma semanas, no horas ni días. Por ello, es transcendental aceptar este período sin tratar de acelerarlo, pero perseverar en las nuevas dinámicas de funcionamiento y modificar nuestro funcionamiento interno.
En términos prácticos, hay algunas recomendaciones que se pueden seguir para favorecer este proceso, como organizar un espacio personal para el trabajo, trasladándose a una habitación o lugar en su hogar donde pueda concentrarse y que, idealmente, sea diferente a la habitación donde duerme. El uso de audífonos puede ser útil para enmascarar el ruido externo, sobre todo si se escucha un tipo de música que activa las ondas binaurales.
También es positivo mantener una rutina de trabajo cotidiana, vistiéndose y arreglándose como si fuera al trabajo, lo que ayudará a estar en “modo operacional” e influirá en su disposición mental. Es útil establecer períodos de trabajo similares a su rutina habitual, en cuanto a inicio y fin de jornada. Además, distribuyan, entre todos los integrantes del núcleo familiar, las labores propias del hogar.
Organicen su trabajo en ciclos de 60 o 90 minutos y luego pausas de 5 a 15 minutos entre cada lapso, especialmente para tareas físicas o mentalmente exigentes. Es fundamental cuidar la alimentación, cuidando la calidad de los nutrientes y la frecuencia de alimentación. El café en exceso, cigarrillos o bebidas alcohólicas, constituyen estresores naturales, por lo que es recomendable evitarlos. Por otra parte, el descanso es indispensable.
La pandemia nos sacó a todos de nuestra zona de confort y nos lleva inevitablemente a un período preliminar de resistencia. Este es un gran proceso de aprendizaje, una etapa de transición hacia apropiarnos de los nuevos modos de funcionamiento individual y colectivo, donde habremos diversificado nuestra capacidad para hacer frente a este tipo de eventos catastróficos.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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