Seguridad alimentaria y agricultura en tiempos de pandemia



Hace solo un par de días, nuestro país, liderado por el ministro de Agricultura, convocó a una reunión extraordinaria con otros 35 ministros de Agricultura de América. Dicho encuentro digital, contó con la participación de países como Estados Unidos y Venezuela. El tema que se puso en la mesa fue la “Seguridad Alimentaria de nuestro Continente”.
América produce cerca del 45% de los alimentos que consume el planeta, por lo que, después de analizar lo que cada país declaró como su stock de alimentos, se llegó a la conclusión de que estamos muy bien abastecidos en el escenario que se respete el ánimo de colaboración, se tomen los resguardos sanitarios necesarios y no se introduzcan trabas al comercio internacional. Confiamos en nuestras relaciones internacionales, pero debemos constatar que la seguridad alimentaria, hoy, se basa en que nuestra ciudadanía pueda acceder a productos alimenticios de calidad a precios accesibles, y esto depende, en gran medida, de nuestra producción agropecuaria nacional.
Es por todos conocido que nuestro país cuenta con condiciones agroclimáticas y fitosanitarias inmejorables. Por otro lado, es reconocida la calidad de sus frutas y vinos en todo el mundo. Según ODEPA, la superficie frutícola nacional alcanza las 294 mil hectáreas, entre las regiones de Atacama y Los Lagos, produciendo cerca de 5 millones de toneladas de fruta, de las cuales se exportan 2,6 millones como fruta fresca, generando más de 4 mil millones de dólares anualmente. Y si bien, dado el cambio climático, el aumento de este rubro irá desarrollándose paulatinamente a las regiones del sur, esta posibilidad requerirá de condiciones multifactoriales, como son un aumento superficie de riego, un Código de Aguas moderno, incentivos para la inversión y la promoción de la asociatividad de la pequeña agricultura, entre otras.
Pero la agricultura en nuestro país no es solo fruta. Son muchos los rubros en los que podemos ser competitivos, partiendo por el abastecimiento del consumo interno de hortalizas. Por otro lado, el sur de Chile sigue luchando arduamente por mantener su producción de cereales y ganadería, siendo la leche y la carne productos de indiscutida calidad internacional.
Pese a ello, la agricultura no es solo un negocio, es una decisión de estilo de vida, que se elige sabiendo que se pelea todos los días con factores que solamente la naturaleza controla, y que, a pesar de la tecnología, siempre existirá un espacio de incerteza. Quien se decide por el campo, elige también calidad de vida, no conoce de congestión y contaminación, y conoce y comparte con sus vecinos. La posta, el camino, la escuela, todo se gestiona en diversas organizaciones en que la comunidad se une por una causa común.
Durante años se han promovido campañas vinculadas a “Chile Potencia Agroalimentaria”, pero no se han alineado las estrellas para que esto suceda, y finalmente existe una gran brecha que separa la agricultura de exportación con nuestra pequeña agricultura. No ha sido por falta de dedicación o trabajo de nuestros agricultores, quienes con esfuerzo han sobrevivido en un mundo rural adverso e, incluso, en estos dos meses de pandemia, no han dejado de mantener nuestra cadena de suministros, proveyendo a las familias chilenas de insumos tan importantes como la leche, frutas, verduras y harina para el pan.
¿No será momento que, esta vez, sí se alineen las estrellas y que, de una vez por todas, volvamos a dar a la agricultura el valor que siempre debió haber tenido? En un país de tanta tradición agrícola y con gran potencial, solo requiere de voluntad política y unidad nacional para que Chile no solo nos provea de sus valiosos frutos de la tierra y nos asegure en tiempos de pandemia el pan de cada día, sino que proyecte convertirse, en serio, en un ejemplo para el mundo a partir de su producción agropecuaria, en donde se le agregue un valor agregado a la agricultura, para así tener empleos de calidad. En el Chile que viene, se deberán diversificar las exportaciones, maximizando el potencial, aumentando eficiencia y así disminuir el riesgo de depender solo de una potencia.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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