El Día Internacional de la Diversidad Biológica se celebra cada año el 22 de mayo, una fecha en nuestro calendario dedicada a crear conciencia mundial sobre la importancia de proteger los recursos biológicos y la biodiversidad global.Usualmente pensamos en la biodiversidad como la amplia variedad de plantas, animales y microorganismos existentes; pero también incluye las diferencias genéticas dentro de cada especie —por ejemplo, entre las variedades de cultivos y las razas de ganado—, así como la variedad de ecosistemas (lagos, bosques, desiertos, campos agrarios) que albergan múltiples interacciones entre sus miembros (humanos, plantas, animales) y su entorno (agua, aire, suelo).
La biodiversidad es el tejido vivo de nuestro planeta. Soporta el bienestar humano en el presente y en el futuro, y su rápido declive amenaza tanto a la naturaleza como a las personas.Según la ONU, las actividades humanas alteraron las tres cuartas partes del ambiente terrestre de la Tierra y alrededor del 66% del medio marino, y más de un millón de especies animales y vegetales están en riesgo de extinción. Se vuelve, entonces, cada vez más necesario y urgente a nivel mundial y local que las instituciones y cada ser humano que vive en el planeta nos involucremos para detener la pérdida de diversidad biológica.
Cinco elementos en particular están impulsando la degradación ambiental y en todos ellos los humanos somos el denominador común: nuestras acciones que afectan el mar y la tierra alterando sus ecosistemas, el saqueo de los recursos del mar, la emisión de gases de efecto invernadero que causan el cambio climático, la contaminación y la introducción de especies invasoras extranjeras en ecosistemas a los que no pertenecen.La solución está en manos de quienes la causamos. Pero para lograr esto, se necesitan no solo acciones específicas, sino también un cambio real en la mentalidad y la transformación en la forma en que nos desarrollamos: abstenernos de comercializar el planeta y tratarlo como un activo, cambiar los indicadores de riqueza para incorporar capital humano y natural en los indicadores financieros, cambiar radicalmente el paradigma económico que restaura la naturaleza al centro de nuestras preocupaciones y modificar nuestra relación con la naturaleza para comenzar a ver su valor más allá del dinero.