Análisis | Dos Tórtolos, una comedia pasatista para atravesar la cuarentena



Después de la genial “Un Amor Inseparable” (The Big Sick, 2017) -con nominación al Oscar a Mejor Guion Original para Kumail Nanjiani y Emily V. Gordon incluida-, el director Michael Showalter vuelve a la carga con “Dos Tórtolos” (The Lovebirds, 2020), comedia romántica con toques de policial, protagonizada nuevamente por Nanjiani e Issa Rae, también conocida como la Issa Dee de “Insecure”.En esta oportunidad, la escritura quedó en manos de Aaron Abrams y Brendan Gall, guionistas más afectos a la tele, y acá, concentrados en las desventuras y enredos de sus protagonistas, más que en el desarrollo de su relación, la verdadera alma del relato. Y ahí reside el gran problema de esta película de Paramount Pictures que se salteó el estreno en salas (por culpa de la pandemia de COVID-19) y encontró nuevo hogar en la grilla de Netflix. 

  

“Dos Tórtolos” arranca con Jibran (Nanjiani) y Leilani (Rae), parejita de Nueva Orleans que lo pasa bastante bien en su primera cita. Cuatro años después, y una relación consumada, el romance sufre sus altibajos y encuentra peleas por cualquier motivo, ejemplo, “The Amazing Race” (¿?). Él es un documentalista demasiado cauteloso (léase, aburrido), incapaz de tomar riesgos en la vida… y el amor. Ella es una publicista, aparentemente superficial, que no logra apartarse de las redes sociales. Justo cuando la relación parece haber llegado a su fin -en ruta a una reunión con amigos-, el auto de la pareja se lleva por delante a un ciclista que, momentos después, es asesinado por un matón que decide secuestrarlos junto con el vehículo.Por suerte, Jibran y Leilani logran escapar, pero en vez de acudir a la policía y contar su versión de los hechos, deciden sumergirse en el peligro e intentar encontrar al atacante (un hombre de bigotes) para limpiar su buen nombre (el que todavía no ha sido manchado). El celular del difunto los guía hacia una extraña reunión con una mujer aún más misteriosa (Anna Camp), y los primeros indicios de una conspiración repleta de chantajes, sociedades secretas y asesinatos.      

Aquella lejana y romántica primera cita

Estas cuestiones, banales y confusas, son lo menos interesante de la película de Showalter, típica comedia de enredos y situaciones bizarras que, en realidad, intenta acercar a sus protagonistas y mostrarles la importancia de tenerse el uno al otro. Jib y Lei tiene que sobrevivir a esta noche alocada pero, más importante, ¿podrá su amor seguir adelante? Sin dudas, Rae y Nanjiani son lo mejor de esta historia que calza muy bien en las apuestas más generalizadas de la plataforma de streaming. La química entre los dos y, suponemos, sus muchas improvisaciones, mantienen a flote un relato que no tiene nada original para ofrecer, más allá de las retorcidas vueltas de tuerca de un argumento que no se molesta en dar muchas explicaciones.Tampoco se concentra en la conexión de la pareja y, evitando caer en cursilerías (tal vez le vendrían bien), nos entrega una dupla que poco y nada demuestra su amor en semejantes circunstancias. Toda esa ternura, naturalismo y profundidad de “Un Amor Inseparable” ni hacen acto de presencia en esta oportunidad, dejando bien en claro que la magia anterior se la debemos a Kumail, Emily y su tragicómica historia verdadera. Ese ‘corazón’ que nos arrancó risas y lágrimas nada tiene que ver con “Dos Tórtolos”, y no deberíamos caer en las comparaciones, pero no se pueden evitar cuando hay tanto que une a ambas películas.

Fugitivos novatos 

Pero “The Lovebirds” no es un completo desastre porque cumple su función más importante, sobre todo durante esta cuarentena: mantenernos entretenidos a lo largo de sus 90 minutos, y robarnos más de una sonrisa gracias a las ocurrencias (y múltiples referencias) del dúo protagonista. Ningún otro personaje -todos demasiado caricaturizados- logra destacarse dentro del conjunto, siempre en función de la trama, como excusas para ver que otro disparate puede concretar esta pareja de fugitivos novatos.Lamentablemente, el resultado es una historia demasiado genérica y sosa que desaprovecha a todos sus talentos: actores que, sabemos, pueden sobresalir mucho más, y un director que sabe sacar provecho y hacer mucho con bastante poco. Éste no es ese escenario, pero igual viene bien para pasar el mal rato de la pandemia.          
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