Buscando al “presidente encargado” – El Mostrador



Hace ya más de un año que Juan Guaidó se proclamó a sí mismo como “presidente encargado” de Venezuela. El gobierno de Sebastián Piñera, como los gobiernos de Colombia, Perú, Ecuador, Brasil, y la entonces Argentina de Macri, corrieron a darle la bienvenida al “nuevo” presidente del país caribeño, orquestando un espectáculo difícil de olvidar, patético en su puesta en escena y sumamente peligroso en el contexto político regional, ya que empujaba un poco más a Venezuela hacia una desastrosa guerra civil. La reacción no se limitó al apoyo de varios presidentes latinoamericanos, sumándose Trump (cuya administración en realidad estaba detrás del plan para reemplazar a Maduro) y también, conviene recordar, una parte de los países europeos, quienes si bien es cierto nunca recibieron a Guaidó con el entusiasmo visto en esta parte del planeta, tampoco hicieron nada por rechazarlo de plano, como lo hubiesen hecho si una situación parecida hubiese sucedido en el viejo continente.
Dicha situación, la de un político autoproclamándose “presidente encargado”, hubiese sido condenada en bloque 15 años atrás en Latinoamérica. No mucho tiempo atrás en nuestra región parecía haber un consenso ante los peligros que conlleva una situación así, pensando en la estabilidad de la región, en el respeto por la soberanía de cada país, y en la necesidad de mostrar prudencia ante acciones con claros tintes golpistas. La región, daba la impresión, había aprendido de las lecciones de un pasado plagado de golpes de Estado, y por lo tanto condenaba todo intento de imponer gobiernos ilegítimos en el continente (es cosa de recordar los casos de Lugo en Paraguay y de Zelaya en Honduras, ambos casos rechazados en bloque por la mayoría de los países latinoamericanos).
Pero los tiempos habían cambiado. Ahora lo importante era terminar de una vez por todas con el proyecto bolivariano que tantos problemas había traído a los intereses del capital internacional en la región. Gran parte de la televisión chilena recibió con marcado entusiasmo al nuevo “presidente encargado” (aunque nunca se nos dijo “encargado” de qué: ¿de traer de vuelta a la élite venezolana al poder político? ¿de abrir las puertas de Venezuela a los intereses corporativos de la administración de Trump? ¿de matar, por fin, al último intento latinoamericano por ofrecer alternativas al neoliberalismo?). Todos los canales abiertos decidieron, de forma instantánea, llamar a Guaidó presidente legítimo de Venezuela. Rostros insignes de cada canal, en mayor o menor medida, hablaban con optimismo del nuevo presidente venezolano, demostrando nula capacidad crítica para posicionarse ante una situación de tamaña envergadura (recuerdo el entusiasmo de Ramón Ulloa en Canal 13; algo parecido se pudo apreciar en Matías del Rio en TVN, por mencionar sólo un par de ejemplos). Ninguno de ellos se detuvo a reflexionar en torno a la irresponsabilidad de nuestro gobierno abrazando un claro intento de golpe de estado en un país sudamericano. Claro, el enemigo a derrocar era el casi universalmente odiado Nicolás Maduro. En la misma lógica, ninguna de las personas que gozan de espacios privilegiados en la televisión chilena, ya sean políticos o periodistas, se detuvieron a pensar sobre las terribles consecuencias que dicha situación podría traer para quienes viven en Venezuela, incluyendo la real posibilidad de una sangrienta guerra civil, cuyas consecuencias serían sufridas por los sectores más pobres del país. En ese contexto, nuestro presidente llegó incluso a viajar a Cúcuta, en un espectáculo lamentable, apoyando las protestas callejeras en contra del gobierno de Maduro, y liderando la oposición regional. Pocos meses después a Piñera le tocaría estar al otro lado de la vereda; tendría que enfrentar sus propias protestas en nuestro país.
Al ver la lamentable situación en que se encuentran cientos de venezolanos y venezolanas en las afueras de su embajada acá en Santiago, quienes con justificadas razones y con toda legitimidad reclaman ayuda de su gobierno, me pregunto ¿dónde está el autoproclamado “presidente encargado” Juan Guaidó ejerciendo sus poderes presidenciales? ¿Dónde se encuentra el líder, aquel reconocido por los gobiernos de Piñera, Bolsonaro, y Trump, como supuesto presidente de Venezuela, ahora que la gente a la cual apeló para justificar su intento de golpe de estado más lo necesitan? ¿Por dónde andará su “embajadora” en nuestro país, aquella muchas veces exhibida por la derecha chilena, en estos momentos que la población venezolana en Chile tanto requiere de sus servicios? ¿Cuáles han sido las políticas adoptadas por el “presidente encargado” en su propio país para detener la expansión del virus y garantizar la seguridad y bienestar de su población? La dura realidad expone una vez más las ficciones de la derecha latinoamericana y su total indiferencia por los más pobres y vulnerables de nuestra región. Los canales de la televisión chilena, por su parte, ni siquiera se atreven a mencionar al, alguna vez abrazado, “presidente encargado”.
 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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