la increíble vida del biólogo asesinado en Loxicha, Oaxaca



Había un chico en una región de México que tocaba “las víboras que eran del diablo”. Las personas se asombraban al ver cómo las manipulaba con naturalidad. Y por eso, cuando alguien hallaba una de esas serpientes, de inmediato lo llamaban y él corría para evitar que la mataran.
Eugui Roy Martínez Pérez nació y creció en la región zapoteca Loxicha, del estado mexicano de Oaxaca. Su hermana, Rosalinda Martínez, recuerda el miedo que le daba a las señoras ver a su hermano trabajar con ejemplares de la víbora chatilla.
En los relatos sobre Loxicha se habla de supersticiones —algunas relacionadas con la víbora chatilla—, de la presencia de nahuales y demás espíritus. Pero también se habla de acontecimientos políticos, guerrilla, cacicazgos, emboscadas y masacres. Personas consultadas por Mongabay Latam mencionan que Loxicha es una zona estigmatizada y silenciada: muchos sucesos trágicos se quedan sin que se sepa de ellos fuera de la región.

Eugui nació el 13 de octubre de 1998. Desde niño sintió una curiosidad científica por reptiles, anfibios y todas aquellas especies que encontraba en los bosques de Loxicha. Foto: Rogelio Simón.
En la imagen de Eugui tomando en sus manos, con inmenso cariño, a una serpiente temida por los lugareños, está el choque entre la realidad violenta de Loxicha y el mundo de un joven que vivía absorto en la ciencia, maravillado por los reptiles y que caminaba solo por las montañas, como si fuera el protagonista de un cuento magnífico.
Las señoras asustadas por la víbora chatilla decían que era un reptil “maligno”. Eugui —cuentan sus personas allegadas— no percibía el mal en nada ni en nadie. “Hay que estar deconstruido para tratar con esos animales y tener un profundo conocimiento per se del ejemplar”, dice Rogelio Simón, el mejor amigo de Eugui.
Lee más: Asesinan a Eugui Roy, estudiante y defensor ambiental en Oaxaca
Eugui Roy Martínez fue asesinado a balazos el pasado 7 de mayo, en el municipio de San Agustín Loxicha, en su rancho de la comunidad de Tierra Blanca. Ahí, estudiando reptiles y anfibios, pasaba solo la cuarentena impuesta por la pandemia del COVID-19.

Eugui estudiaba el segundo semestre de biología en el Instituto Tecnológico del Valle de Oaxaca. Foto: Rogelio Simón.
Un biólogo innato
En las últimas conversaciones que tuvo con su mamá, ella le decía en broma que ya sacara a sus víboras de la casa para que ella pudiera ir. Eugui le había contado que tenía unos renacuajos en observación, que algunos ya estaban “reventando” para seguir con su desarrollo.
Tenía 21 años y era estudiante del segundo semestre de biología en el Instituto Tecnológico del Valle de Oaxaca. Su asesinato indignó a la comunidad estudiantil, a sus maestros, a biólogos que realizaron trabajos de campo con él y a científicos dedicados a la conservación de especies. El nivel de conocimientos que Eugui alcanzó, lo llevó a escenarios donde convivió con varios investigadores.
Eugui, por ejemplo, fue un protagonista fundamental para el redescubrimiento de una rana (Charadrahyla altipotens), que había sido declarada extinta hace 50 años: él guió al equipo científico y encontró al ejemplar. Además, descubrió a una nueva especie de víbora y trabajaba en el artículo para presentarla a la ciencia. Sus amigos tienen en su poder ese hallazgo y lo harán público en su momento.
El joven biólogo escribía un libro con información detallada de 40 especies de la Sierra Loxicha. Uno de sus objetivos era que se conociera los nombres zapotecas y vernáculos de esos animales. Ese proyecto ahora lo han abrigado sus amigos. El libro estará firmado por Eugui Roy Martínez Pérez. Por nadie más.
Su primera colaboración en una investigación científica fue en 2012, cuando tenía 13 años. Fue en un proyecto de revisión de lagartijas con Raúl Gómez Trejo —el primer mentor de Eugui— y otros tres investigadores. Al siguiente año participó en un estudio sobre morfología de renacuajos y presencia de chytridiomycosis (enfermedad que afecta a los anfibios) en la sierra sur de Oaxaca. Ese mismo año también formó parte de un equipo que grabó cantos de ranas de la región.

Eugui fue fundamental para el re descubrimiento de la rana Charadrahyla altipotens, que había sido declarada extinta hace 50 años. Foto: Rogelio Simón.El investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Raúl Gómez Trejo, cuenta que Eugui había dado “un salto cuántico en sus conocimientos”; entre el gremio de investigadores, se le veía madera para ser un importante científico a nivel nacional.
En 2017 colaboró con los investigadores de la UNAM Alejandro Calzada y Víctor Jiménez Arcos en los proyectos Ecología de ranas arborícolas de la Sierra Loxicha y Distribución y evaluación de riesgo de extinción por cambio climático de la lagartija Sceloporus tanneri.
La lista de las colaboraciones que Eugui realizó con varios científicos es larga. Una de las últimas fue con el doctor Guillermo Woolrich Piña, profesor de Instituto Tecnológico Superior de Zacapoaxtla en el proyecto Ecología térmica de las lagartijas del género Xenosaurus de Oaxaca. Raúl Gómez Trejo recuerda que Eugui Martínez fue guía de muchos investigadores.
Ahí, en el terreno, el muchacho se desenvolvía como una criatura más del ecosistema. Por eso, para sus amigos, familiares y científicos, su asesinato es un crimen incomprensible que deja muchas preguntas en el aire: “¿Por qué a él si se llevaba bien con todo el mundo? ¿Durante sus caminatas nocturnas miró algo que no tenía que ver? No sé ni de quién sospechar”, dice su amigo Rogelio.
Para quienes conocen Loxicha, y han estado involucrados desde hace décadas en sus acontecimientos, un crimen así es parte del trágico panorama que se vive ahí desde hace más de siglo y medio. Las preguntas sobre el asesinato de Eugui son las mismas que rondan a muchos otros casos que han quedado en la sombra.
“Allá quedó muy metido en la gente eso de andarse quitando la vida unos y otros”, dice el abogado oaxaqueño Israel Ochoa, quien ha participado en la defensa de 150 personas acusadas de haber realizado acciones guerrilleras, como parte del Ejército Popular Revolucionario (EPR).

Cuando estudiaba la secundaria, Eugui comenzó a colaborar con los científicos que llegaban a Loxicha. Foto: Rogelio Simón.
Esta nota fue publicada originalmente en Mongabay Latam, para leer el artículo completo entra aquí. 
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