Habló Javier Spellman, víctima de un ataque homofóbico hecho por la policía



El día 1° de mayo, Javier Spellman volvía de la casa de su madre a las 2:45 AM cuando, de repente, la policía lo interceptó y lo introdujo en una Traffic.Más de un mes después, donde prefirió dejar atrás el anonimato, reconstruyó, para el programa radial de Franco Torchia, lo sucedido luego de haber sido secuestrado.
“Me meten a la camioneta sin pedirme el DNI, sin preguntarme el motivo de circulación y, una vez ahí, les pregunté el motivo de mi detención”, afirmó Spellman. “Cuando yo hablo, uno de infantería dice ‘Mirá cómo habla este maricón'”.También dentro de la camioneta, lo esposaron y comenzaron a propinarle patadas y golpes hasta que llegaron a la Comisaría Sexta.”Me bajan, y me arrastran del pelo hasta el fondo de la comisaría, donde me dirigen a un quincho”, donde, según cuenta Spellman, se encontraban cuatro efectivos policiales y “seis u ocho de infantería” con las cabezas tapadas.
Dentro del quincho, siguieron atacándolo brutalmente, hasta que llegó el jefe de turno y lo sentaron en una silla. “Me dijeron que les diga mi nombre y que firme unos papeles, a lo que me negué porque no me estaban diciendo el nombre de mi detención”.Al negarse, un efectivo le volvió a dar una patada, haciendo que Javier se cayera de la silla. En el suelo, siguieron pegándole, presionándole los pies y la espalda contra el piso mientras otro efectivo lo asifixiaba con sus borcegos. “Después de tanto abuso, accedí a firmar los papeles”, los cuales no pudo leer por su grave estado.Una vez que firmó los papeles, lo llevaron a un “calabozo” mientras le decían frases como “Espero que tengas la cola preparada porque te van a violar”, haciendo referencia a los presos de la comisaría.
A las 9:30 AM, le entregaron sus pertenencias y se dirigió a su casa, donde se acostó a dormir de inmediato por el cansancio con una fractura maxilar, fisuras en las costillas y hematomas en el cuerpo.Cuando se despertó, fue con su familia a hacerse estudios y, a las 2:30 AM, tuvo que ir a hacer la denuncia, por directivas del Comando 101, a la misma comisaría donde fue abusado y atacado brutalmente. “Como no me dieron otra solución, me tuve que armar de valor y dirigirme a la Comisaría Sexta”. afirmó Spellman. La denuncia la recibió una efectiva, que “lo atendió bien” y no estaba enterada de lo que había sucedido horas antes.En principio, su obra social no cubría las operaciones, que costaban 110.000 pesos, por lo que tuvo que acudir a la Casa de Gobierno, donde conversó con el secretario de Seguridad de Santa Cruz, Gustavo González. Finalmente, gracias a su ayuda, la obra social se hizo cargo de los costos.Para finalizar, confesó querer dejar el anonimato para que esto no le vuelva a pasar a ninguna diversidad sexual.



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