Hallazgo: huevo encontrado en la Antártica fue de un reptil marino de la época de los dinosaurios


Treinta centímetros de lo que se creía era un fósil. Con ese hallazgo, en 2011, investigadores de la Universidad de Texas (Austin), la Universidad de Chile y el Museo Nacional de Historia Natural comenzaron un largo estudio para identificar de qué se trataba. Casi nueve años después los resultados sorprenden: se trata del huevo de un dinosaurio con más de 66 millones de años de antigüedad.
El trabajo fue publicado ayer por la revista Nature, que destacó que se trata del segundo huevo más grande de la era de los dinosaurios, al menos del que se tenga registro. Está ubicado después del llamado huevo del “ave elefante”.
La investigación incluyó trabajo de microscopía electrónica de barrido, espectroscopía de rayos X y difracción, espectrometría y tomografías, lo que permitió determinar que se trata de un particular huevo de cáscara blanda, parecido a los que colocan lepidosaurios como lagartos, serpientes y tuátaras en la actualidad.
Al hallazgo se le denominó Antarcticoolithus bradyi y es el huevo de cáscara blanda más grande que se conozca. Su masa estimada estaría cerca de los 6,5 kilos, y tendría unos 29 centímetros en su eje mayor y 20 en el menor. El aspecto de pelota de goma desinflada fue clave para plantear que se trataba de un huevo blando eclosionado, pero los estudios posteriores precisaron además que presenta una corteza calcárea externa 10 veces más delgada que la que tendría un huevo de cáscara dura de este tamaño (como los de aves y cocodrilos) y una membrana testácea proteica interna de gran grosor, características que le dan la apariencia de cáscara blanda a este tipo de huevos.
Reptil marino

El informe entregado también detalla que se trata de un huevo que correspondería a un reptil marino, muy probablemente a un mosasaurio, especie que vivió hace más de 66 millones de años en Europa Occidental, Norteamérica, Sudamérica y Antártica.
“Los mosasaurios son lagartijas gigantes adaptadas al agua, directamente emparentados con lagartos monitores de lengua bífida, como el dragón de Komodo, y serpientes. Este es probablemente un huevo vestigial de uno de ellos, es decir, un huevo cuyo desarrollo transcurre en el útero, y que apenas sale de la madre, la cría emerge de él. Se considera una forma distinta de viviparismo en reptiles, de dar a luz crías vivas”, aseveró Alexander Vargas, académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile y director del Proyecto Anillo Registro Fósil y Evolución de Vertebrados.
La travesía del hallazgo comenzó en enero de 2011 cuando un grupo de investigadores visitaron la isla Seymour, en la Antártica, en el marco de una expedición a cargo del Instituto Antártico Chileno (INACH).
“Esta isla genera un interés especial para la paleontología, no sólo porque a lo largo de toda su extensión es posible encontrar maravillosos y abundantes fósiles, sino también por el hecho de que ahí se encuentra uno de los pocos lugares en el planeta donde está bien identificado el límite K/Pg, que marca el fin de la era mesozoica, o de los dinosaurios, y el comienzo de la cenozoica, o era de los mamíferos, hace 66 millones de años”, agregó David Rubilar, quien junto a Rodrigo Otero encontró este huevo en el marco del proyecto Anillo de Ciencia Antártica ACT-105 Conicyt-Chile.
El anuncio fue celebrado por toda la comunidad científica internacionl y también por las autoridades chilenas. “Es un verdadero orgullo que uno de nuestros profesionales del Museo Nacional de Historia Natural integre el equipo que ha realizado este hallazgo y que a partir de ahora quedará resguardado en el museo y puesto a disposición de la comunidad científica para su estudio”, dijo la ministra de las Culturas, Consuelo Valdés.



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