EEUU-Alemania: razones para una retirada



Soldados de la 173a Brigada Aerotransportada de Infantería del Ejército de EEUU en la base Aérea de Ramstein (Alemania). Foto: Airman 1st Class Alexis Wade / 179TH AIRLIFT WING
Primero fue un rumor, luego fue el propio Donald Trump quien lo confirmó en público: se recortará la presencia militar estadounidense en Alemania reduciendo a 25.000 los 34.500 efectivos estacionados de forma permanente en el país y se retirarán hasta que los alemanes cumplan con los compromisos de financiación adquiridos con la OTAN, el famoso 2%.
La idea de reequilibrar las fuerzas militares en el exterior ha venido calando desde hace tiempo entre demócratas y republicanos, y el Pentágono ha barajado la redistribución de tropas en Alemania dentro de los planes militares de la OTAN. Pero un reequilibrio no es una retirada en forma de chantaje. Y así es como ha sido percibido en Europa, mientras que en EEUU muchos lo han tildado de “error colosal”.
Alemania, desde luego, no es el mejor lugar para experimentar el primer paso para un posible y futuro “desacoplamiento” de Trump de la OTAN, porque es uno de sus muros de contención. Y, por lo tanto, la decisión no ayuda a la OTAN a reajustarse a la nueva situación internacional, y perjudica al propio EEUU. Esta vez quien más tiembla no es Europa, sino  EEUU. No solo se le ha perdido el miedo, sino que se le está perdiendo el respeto. Su erosión como líder mundial ha ido in crescendo.
El temor a una retirada paulatina de tropas estadounidense de Europa planea desde que Trump llegó a la Casa Blanca, pero sobre todo tras la cumbre de la OTAN en julio de 2018. Sin embargo, el anuncio ha causado cierta perplejidad. Por muchas razones:

Es una decisión que carece de sentido estratégico. ¿Por qué reducir tropas en Europa cuando Rusia no ha mostrado ningún signo de moderación en su comportamiento hostil frente a la OTAN? Continúa realizando grandes ejercicios en la frontera de forma poco transparente, y volando agresivamente cerca del espacio aéreo de OTAN; sigue presente en Ucrania; incrementa su papel en la frontera del espacio transatlántico como Libia; y no se ha comprometido en negociaciones serias con los aliados.
Tampoco hay razones militares. La base área de Ramstein es el principal hub logístico para todas las operaciones de EEUU en Oriente Medio, Norte de África y Asia Meridional. La base es también una estación de retransmisión para las comunicaciones de los drones. Los cuarteles generales del mando europeo (EUCOM) y africano (AFRICOM) están en Stuttgart, y el Landstuhl Regional Medical Center es la primera parada para las tropas heridas en Irak y Afganistán. EEUU está actualmente construyendo un nuevo y mayor hospital en Weilerbach, que en cualquier caso sería para soldados estadounidenses, no alemanes. Las áreas de entrenamiento de Grafenwoehr y Hohenfeks permiten a las fuerzas de EEUU mantener su buena disposición, entrenar en diferentes teatros y mejorar la interoperabilidad con aliados y socios. Retirando 9.500 tropas, EEUU solo perdería maniobrabilidad. Las fuerzas estacionadas de forma permanente (viven, operan y se preparan en el país que les hospeda) siguen siendo una ventaja frente a las rotaciones: no solo están “listas”, sino que están “preparadas”.
Según al RAND Corporation, Washington puede rondar los 10.000 millones de dólares al año de presupuesto para mantener las tropas estadounidenses en Europa. Al menos la mitad la pagan de vuelta los países de acogida, así que la cuenta final para los que tributan en EEUU es de, aproximadamente, el 1% del presupuesto de defensa de EEUU, que no es el tremendo gasto que afirma Donald Trump. Por otro lado, la actual administración ha incrementado la presencia militar en Europa: hay más tropas permanentes, más fuerzas rotando por el continente, más ejercicios, y más patrullas en el Mar Negro que bajo la administración anterior. Se han recortado los fondos para la European Deterrence Initiative (EDI) para los años 2020 y 2021, pero sigue siendo más altos que durante la administración Obama. También han logrado que los aliados gasten más en defensa, siendo 2019 el quinto año consecutivo de crecimiento del gasto.
Según una encuesta del Pew Research Center sobre la importancia para la seguridad nacional de las bases que sirven a los estadounidenses en Alemania, un 45% de los alemanes afirmó que las bases eran “poco importantes” o “nada importantes”, mientras el 56% de los americanos afirmó que las bases eran “muy importantes” para la seguridad nacional de EEUU.
Es prácticamente imposible que la implementación de dicha iniciativa pueda llevarse a cabo en septiembre, como se ha afirmado. Retirar tantos soldados (y familias) y encontrar otras bases alternativas en EEUU llevará su tiempo y su dinero. Se especula con que parte de las tropas podrían desplazarse a Polonia, que ha mostrado su interés por acogerlas. Este sería un movimiento mal percibido por Rusia, que podría reclamar la violación de los compromisos del NATO-Russia Founding Act de 1997 que no permite desplegar tropas de combate permanentes en el flanco oriental. Por lo tanto, aunque la retirada de 9.500 tropas no sea un riesgo existencial para la OTAN, podría tener consecuencias no deseadas para la Alianza.
Todo apunta a una resistencia en el Pentágono a la iniciativa de la Casa Blanca, al igual que hizo frente a la llamada de Trump a desplegar tropas en las calles de las ciudades de EEUU tras las protestas raciales. Además, muchos republicanos siguen siendo partidarios de la OTAN y han sacado adelante, junto a sus contrincantes demócratas, resoluciones para apoyar a la Alianza e impedir la salida de EEUU del Tratado Atlántico. Veintidós republicanos del Comité de Asuntos Militares de la Cámara de Representantes han pedido además a la Casa Blanca que reflexione de nuevo sobre la medida. Recientemente, el Senado votó abrumadoramente la ratificación del Norte de Macedonia como nuevo miembro de la OTAN, aunque signifique un país europeo más que EEUU está comprometido a defender.

Entonces  ¿qué hay detrás?
No es ningún secreto que las relaciones entre EEUU y Alemania se han vuelto crecientemente complicadas y difíciles. El presidente de EEUU, y el hasta hace poco embajador en Berlín  –Richard Grenell (hoy coordinador de las 17 agencias de inteligencia de EEUU)– han hecho hincapié una y otra vez en la incapacidad alemana para  gastar el 2% de su PIB en defensa, como pide la OTAN. Pero también han arremetido contra las empresas alemanas por sus negocios en Irán, han tenido encontronazos con Berlín por no seguir los consejos de Washington con respecto a Huawei y la 5G, y han presionado a Alemania para que abriera su mercado al gas licuado de EEUU, arremetiendo a su vez contra el Nord Stream2.
Angela Merkel se ha ido posicionando como la gran rival de Donald Trump a nivel global, y en la cumbre de la OTAN de 2018 dejó boquiabiertos a otros líderes arremetiendo contra ella. El reciente rechazo de la canciller a viajar a EEUU para la cumbre del G7, a la que Trump estaba tratando de invitar a Putin (y que estaba adquiriendo un perfil anti-chino) ha podido ser la guinda que ha provocado la reacción del presidente estadounidense. Ha sido, por lo tanto, una decisión exclusivamente motivada por razones políticas.
Trump ha reprendido a Alemania sin ningún tipo de consulta previa, ni a Berlín ni a los aliados, e irónicamente en un momento en el que Alemania está incrementando de forma considerable su gasto en defensa. Ha incrementado su gasto un 25% en los últimos tres años y un 15% el último, hasta alcanzar los 55.000 millones de dólares. En EEUU, algunos incluso han apuntado a que son precisamente los esfuerzos y mejoras alemanas en defensa lo que permite a EEUU reducir su presencia, pero esa no es la visión en Alemania. Ahí se percibe este plan como un paso más en la renacionalización de la defensa donde cada uno debe arreglárselas por su cuenta, reduciendo la confianza y la dependencia con los aliados. Si este es el primer paso hacia una creciente desvinculación estadounidense de Alemania y de Europa, ¿qué sentido tiene seguir esforzándose en alcanzar ese 2% por una organización que deja de compartir objetivos? El debate interno en Alemania sobre dichos compromisos con la Alianza, sobre la política exterior y lo futuros alineamientos, y sobre el “nuclear sharing” ya está servido y va a ser intenso.
Hay quien también ve en la decisión de Trump un intento de desviación del foco político en su país, que nada tiene que ver con los planes militares de EEUU. Trump está bajo presión por la mala gestión del coronavirus y las protestas raciales. Y le gustan este tipo de anuncios en los que recuerda a su base que sus intenciones y promesas siguen intactas, como “acabar con las guerras interminables y traer a las tropas de vuelta casa”. Por eso anuncia el que sería el mayor recorte de tropas de Europa en una década. Mientras, el resto de aliados se preguntan: ¿seré yo el siguiente?
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