Gabriel murió el martes 30 de junio y el sol de Las Cañitas, donde tenía el puesto de flores, se apagó. En su honor, su lugar de trabajo se convirtió en un santuario, donde abundaron las cartas y los carteles para decirle adiós y reconocerle no sólo el buen ánimo que lo caracterizó durante décadas, sino también su generosidad y su compromiso para ayudar a los demás.
El hombre de 57 vivía en Vicente López, fue allí donde murió. Asistió al hospital con una neumonía y le diagnosticaron coronavirus. “Estuvo intubado alrededor de 21 días y lo fueron despertando de a poco, lo extubaron, se despertó varias veces, y venía súper bien, y el martes 30 de junio se despertó con temperatura. Sufrió varios infartos de los que no lo pudieron sacar”, contó Verónica, encargada de una heladería ubicada frente al puesto de flores.Gabriel era el único que vivía en Buenos Aires, su hija y el resto de su familia seguía allá donde nació, en San Luis, por eso él convirtió al barrio y a los vecinos en su hogar. “Gaby, querido, te vamos a extrañar. Te llevaste del barrio un poco de todos y nos dejaste tu amistad, solidaridad, ocurrencias y otras anécdotas”, se lee en aquel templo.
“Al hincha de River más grande”, es otro de los mensajes que dejó un vecino, escrito sobre una foto del florista. “Gaby querido, quedamos vacíos sin tu presencia. Qué loco, hasta me despedí de vos! En el jardín de mi corazón, tengo los mejores bouquets de bellas flores! Buena viaje de regreso a casa, chispa divina”, dice otro homenaje firmado por Rosita, Víctor, Cleo y Faby.
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