Análisis | Ciudad del Miedo: Nueva York vs. la Mafia, una docuserie sobre la caída del crimen organizado



La ficción (y no tanto) de títulos como la trilogía de “El Padrino” (The Godfather), “Buenos Muchachos” (Goodfellas, 1990) o “Los Soprano” (The Sopranos, 1999-2007) ayudó a nuestro entendimiento del funcionamiento interno de las mafias en los Estados Unidos. Grupos altamente organizados y violentos (obvio), que lograron infiltrarse -e infestar- en cada aspecto de la sociedad, incluso más allá de las actividades ilegales. “Ciudad del Miedo: Nueva York vs. la Mafia” (Fear City: New York vs the Mafia, 2020) se mete de lleno en la ardua lucha del FBI por acabar con esta plaga imparable que hizo sus más grandes estragos en la metrópoli norteamericana en la década del setenta y principios de los ochenta.Sí, cuarenta años atrás la Gran Manzana y sus alrededores estaban bastante lejos de ser ese destino turístico de ensueño que nos venden hoy en día. Sus calles eran el campo de batallas de diferentes pandillas y el inescrupuloso accionar de las cinco familias mafiosas italoamericanas -Genovese, Gambino, Lucchese, Colombo y Bonanno-, responsables de elevar la tasas criminales a fuerza de extorsiones, usura, asesinatos, secuestros, contrabando, manejo de los sindicatos y el narcotráfico de drogas como la cocaína y la heroína, como para nombrar algunas de sus prácticas más habituales.

Regidos por la “ley de la sangre” y un código de honor inquebrantable, al FBI le costaba conseguir informantes o testigos que los pudieran acercar a los escalones más altos de esta pirámide criminal. Aquellos lugartenientes que eran arrestados no querían hablar y si lo hacían, el destino (la represalia) que les esperaba era mucho peor que la cárcel. A diferencia de la mafia, los distintos departamentos del buró de investigaciones estaban bastante desorganizados, hasta que entendieron que la solución para acabar con todo debía venir por el lado “legal” y un estatuto que llevaba varios años dando vueltas, pero pocos entendían su magnitud: la ley RICO (Racketeer Influenced and Corrupt Organizations Act).De esta manera, ya no se procesaba a un individuo por sus actos, sino como parte de una organización criminal. Así, los intocables altos jefes mafiosos y sus manos derechas (las figuritas más difíciles) podían ser acusados de conspiración por estas mismas infracciones, aunque no hayan participado de manera directa. Lo que los agentes debía hacer era demostrar la implicancia, y ahí fue cuando se decidió dividir la investigación y que cada grupo se ocupara de una familia diferente.     

Una Gran Manzana muy diferente

A través de tres episodios (unas tres horas en su totalidad), “Ciudad del Miedo: Nueva York vs. la Mafia” nos pasea por cada detalle de estas indagaciones, con testimonios de agentes involucrados y de ex criminales que vivieron el proceso. La miniserie documental dirigida por Sam Hobkinson (“Inside the Hunt for the Boston Bombers”) toma un enfoque neo noir, superponiendo imágenes de archivo y recreaciones, sin correrse demasiado de formatos reconocidos, pero creando un relato entretenido e interesante para el espectador curioso.Tomando elementos prestados del thriller criminal, los realizadores acumulan datos, nombres, momentos tensos para los agentes especiales del buró -esta es la época donde aparecen las escuchas telefónicas y la implantación de micrófonos, herramientas claves a la hora de atrapar a los malos- y elaboran un todo atractivo que, a pesar de sus esfuerzo, carece de profundidad y muchas veces se queda en la superficie y en esos lugares comunes que ya exploró la ficción. Imposible pasar por alto el cameo de Donald Trump -otro personaje indiscutido de la próspera Nueva York de mediados de los ochenta- o la presencia y testimonios de Rudolph Giuliani, ex alcalde de la ciudad entre 1994 y 2001, además del ex fiscal de distrito que encabezó la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado desde 1983, decantando en su famosa “tolerancia cero”.

Un trabajo arduo y minucioso para atrapar a los malos 

Por momentos, “Fear City” se convierte en plataforma (¿política?) para un avejentado Giuliani, hoy abogado del presidente de los Estados Unidos, y pierde un poco su rumbo. Cae en repeticiones narrativas -se ocupa de la investigación de cada familia y la información recabada- y se concentra en demostrar que la NY actual está lejana de esa “ciudad sin ley plagada de drogas, violencia y asesinatos”.Tres capítulos bien demarcados -“Mobe Rule”, “The Godfather Tapes” y “Judgment Day”- que documentan las actividades criminales de los mafiosos y la tenacidad de los agentes por detenerlas, pero poco hacen por el resto de los habitantes, los ‘civiles’ que transitan esas mismas calles peligrosas día a día, de camino a sus casas o sus trabajos. La “seguridad” parece ser una cuestión ‘turística’ (o una herramienta para incrementar el turismo), pero no una verdadera discusión sociopolítica que beneficie a los neoyorquinos. Qué raro, ¿no?

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