De vuelta | EL DEBATE



Llegó por fin a México Lozoya y con él la confirmación, para muchos, de arreglos y pactos con el gobierno actual, previos a su extradición, además de una estrategia de distracción social.Los argumentos, según corren las versiones en ese sentido, comprueban que son en buena medida Incuestionables:
Por una parte, el gobierno no ha sido claro ni ha podido justificar las condiciones de salud del detenido que le obligaron a hospitalizarlo, cuando en España declaran contundentemente qué horas antes, en el momento de partir hacia México, gozaba de cabal salud.
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Igual, el hecho de que se anunciara aquí que tras su llegada se le conduciría de inmediato a prisión, lo cual se incumplió y aparte de que no se pudo comprobar su identidad por viajar oculto en una camioneta de seguridad.Y qué decir en lo referente a su estadía en el hospital en cuestión, ya de días, sin que se hayan levantado las primeras declaraciones como suele hacerse con otros detenidos, ya no digamos en el caso de Rosario Robles.Parafernalia que apunta sospechosamente hacia el hecho de que las autoridades abrieran un espacio suficiente y que Lozoya fuera grabado en voz e imagen, y obligarlo a cumplir su promesa de denunciar a los principales implicados en la recepción de recursos de Odebrecht y su aplicación a la campaña presidencial de Peña Nieto, cuando fue candidato por el PRI.Se dice que una vez que desahogue a satisfacción tal información, se dejará de presionar a la madre, la hermana y la esposa de Lozoya, así como concederle a él una sentencia benigna como presunto protagonista de la obtención de recursos ilegales y su aplicación con fines electorales, junto a la venta de la empresa productora de nitrógeno a un precio mucho más bajo de los indicadores comerciales, en ese ramo.Los posibles implicados ya circulan en la Vox Populi y lo mismo apuntan a Luis Videgaray y a Miguel Ángel Osorio Chong, que al propio expresidente Enrique Peña Nieto.De ser así, la estrategia del presidente López Obrador, sería alargar todo el proceso como el escándalo mediático, en una escalada de nombres y castigos para ellos, acercándose cada vez más hacia las elecciones del 2021En todo caso, lo que importa sería hacer justicia mediante un proceso judicial transparente, probatorio y expedito, que sin dilaciones ni torceduras o acuerdos de opacidad evidente, se manipulen indebida e ilegalmente, no para hacer justicia sino con finalidades propagandísticas y electorales.La balanza parece inclinarse hasta ahora a una manipulación y darle votos a Morena en las próximas elecciones, con el riesgo de retarlos si se tratará finalmente de una mascarada. A la vez, surgirán rechazos y nuevas críticas que se sumarían a las muchas que ya circulan en la sociedad misma, se trate del mal manejo de la epidemia del coronavirus, los pésimos resultados en materia de seguridad pública, la deficiente lucha contra los cárteles de la droga y la delincuencia en general, la militarización creciente, y sobre todo, el desastre de la economía.No se ve entonces que se quiera hacer justicia, lo cual sería posible y plausible, pero peor aún el que no se estén instrumentando medidas y mecanismos para atenuar y encauzar soluciones frente a los graves males y problemas que ya nos asfixian.



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