Organizaciones de la Sociedad Civil y la Participación



Una sociedad sana, solidaria, abierta, acogedora, inclusiva y transparente requiere de la participación de tres actores en la provisión de oportunidades: el gobierno, la empresa privada y la sociedad civil organizada. Que en algunos círculos se le conoce como “el triángulo de oportunidades”.
En Chile el “tercer sector”, como algunas veces se conoce a las organizaciones de la sociedad civil, ha estado en la historia reciente claramente muy disminuido respecto de los otros dos actores. En efecto, en dictadura se restringió hasta casi la desaparición a todas las organizaciones intermedias de la sociedad. Dejaron así de existir o tener un rol de relevancia los colegios profesionales, las juntas de vecinos, los clubes sociales, las organizaciones deportivas, en otras.
Al retornar la democracia los gobiernos no desplegaron mayores esfuerzos en recuperar esa capa intermedia de organizaciones. Fueron las personas las que se organizaron y, según detalla el recientemente publicado Mapa de las Organizaciones de la Sociedad Civil, comenzó a verificarse un resurgimiento –casi una explosión se podría decir– de Organizaciones de la Sociedad Civil a partir de 1990.
Esta multiplicidad de Organizaciones de la Sociedad Civil genera un mapa muy rico y diverso de organizaciones dedicadas a distintas temáticas: discapacidad, género, medio ambiente, pobreza y exclusión, vivienda, movilidad, salud, derechos humanos, participación y voluntariado.
Sin embargo, a mi juicio, en esa riqueza, multiplicidad y diversidad ha hecho falta un trabajo conjunto para organizar y fortalecer a ese tercer vértice del triángulo y que éste logre transformarse en un complemento crítico a los otros dos actores. Complemento porque debemos ser colaboradores de la construcción de la sociedad, pero también críticos para hacer ver nuestras observaciones a los caminos propuestos por el gobierno y el sector privado.
A partir de octubre de 2019 y como reacción a los acontecimientos allí ocurridos muchos actores de este sector decidieron unirse en una supra-organización que reúne a nueve redes de organizaciones de la sociedad civil: Nuevo Pacto Social o NPS, por sus siglas Algunos han hecho notar que esto es de una dimensión histórica. Nunca antes, ni siquiera en dictadura, habría existido una unión así.
La fundación de Nuevo Pacto Social es un paso muy importante, pero esto no es suficiente de cara a los acuerdos a los que aspiramos. Es requisito también que los otros dos actores del triángulo reconozcan y escuchen a este tercer vértice. Y en esta línea se han dado pasos pequeños aunque relevantes.
Hemos recibido invitaciones de organizaciones del sector privado, como la Confederación de la Producción y el Comercio –CPC–, la Sociedad de Fomento Fabril –SOFOFA– y la Cámara Chilena de la Construcción con quienes hemos establecido diálogos de complemento pero también crítica como ya está dicho.
De la misma forma hemos establecido relaciones con otros actores importantes de la acción pública. Tenemos iniciativas de diálogo, por ejemplo, con los municipios y sus respectivas asociaciones, como la Asociación Chilena de Municipalidades en el marco del plebiscito desarrollado a fines de 2019, también con organizaciones sindicales y gremiales, como el Colegio de Profesores. Otro paso pequeño pero importante en este camino de articulación con otros actores.
Si bien debemos reconocer que nos falta establecer y/o consolidar vínculos de diálogo y acciones con organizaciones de la cultura, el deporte, estudiantiles, feministas, de pueblos originarios, solo por mencionar algunos.
Es necesario destacar a su vez el reconocimiento que le ha hecho a este sector, no solo de palabra sino con acciones concretas el Estado a través del Gobierno.
En efecto, en el acuerdo económico alcanzado –hace un mes aproximadamente– se reconoce un monto de 20 millones de dólares para la sostenibilidad y acciones de Organizaciones de la Sociedad Civil. La discusión se puede quedar en que el monto es pequeño en comparación con los 12 mil millones aprobados. Puede ser.
Pero lo importante es que el Estado con esto reconoce la importancia de este sector en la acción para el avance del país, en un contexto muy complejo además como es el de la pandemia por el COVID-19. Paso grande e importante.
El bienestar de chilenas y chilenos depende en buena medida de una rica y potente interacción entre estos tres grupos de actores.
Como NPS nos queda mucho, muchísimo, por hacer, pero los pasos dados en estos nueve meses de gestación van, sin duda, en el camino correcto.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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