Simon Anholt: “Si no colaboramos, vamos a perder todos; el cambio climático, la pandemia, todo nos va a ganar”



Simon Anholt es un asesor político que lleva más de veinte años trabajando con diferentes líderes del mundo, colaborando con gobiernos de 56 países hasta el momento. El 2005 comenzó una encuesta de opinión (National Brand Index) en la que le preguntaba a veinte mil personas de veinte países distintos, las percepciones que tenían sobre otras naciones, entre las que se incluía Chile.
Este contenido lo analizó el 2012. Y dos años después realizó el primer índice The Good Country, el cual presentó en una charla TED. En el trabajo sobre esta materia el autor se ha dado cuenta que las autoridades generalmente se preocupan de mostrar cuán maravilloso es su país, ya sea por su calidad de vida, historia o éxito. Lo cual no le importa realmente al resto del mundo, sino que lo que les parece relevante a las personas de otros lugares es cuánto contribuye ese país al resto del mundo o a las personas mismas.
“Lo que estaba claro es que los países con una imagen poderosa y positiva encuentran que todo puede ser fácil o barato, entonces es una forma de atraer turistas o inversión, es fácil y no cuesta nada. Pero si tu país tiene una imagen negativa todo va a ser difícil y todo va a ser caro, el explicarte ante el resto de la gente cuesta más. Es por eso que la imagen del país es muy importante y es significativa para el progreso y la prosperidad del país en un mundo globalizado”, expresó Anholt en una charla online organizada por Imagen de Chile.
Por lo tanto, a un porcentaje muy importante de la población le importaría más lo bueno que es un país con otros, en términos de generosidad. Lo que contribuye y le entrega al resto; o lo que aporta en la lucha contra el cambio climático o el terrorismo: “Si estoy en otro país, quisiera saber que hace Chile por mí. Es exactamente lo mismo que dicen las empresas sobre la responsabilidad social, y es la lealtad de sus clientes. Necesitan ser responsables, ser un buen vecino, contribuir a la comunidad en la que están”.
Balancear la cooperación con la competitividad
Según lo que ha mostrado el índice, hoy en día el país más poderoso no se mide de la misma forma que antes en la percepción de las personas. Ya no es necesariamente el más rico, el más grande o el más poderoso en términos políticos o militares. La colaboración con el resto es esencial para la imagen en el exterior, por ende, para hacer negocios o que las empresas inviertan en tu mercado.
Pero esto no le quita importancia a la competitividad, la cual -con ciertos límites- es un aporte al desarrollo del mundo. Frente a esto, lo relevante hoy en día sería tener la capacidad de armonizar la cooperación, colaboración y competencia con otros, aportando de esta manera a una visión global.
“Es la hora de colaborar, porque si no colaboramos, vamos a perder todos, el cambio climático, la pandemia, todo nos va a ganar”, aseguró el especialista británico. “Este es el nuevo mundo, y es importante para países como Chile, porque este modelo da vuelta el desarrollo económico, cambia el modelo. Los países ricos estaban en control de cierta forma porque tenían este poder, económico, militar, pero no iban más allá. Ahora hay un nuevo mundo que pasó de la competencia a las relaciones internacionales y creo que Chile puede encontrar una ventaja competitiva”.
Covid-19
La pandemia actual ha producido que los países se cierren hacia lo local y lo doméstico. Cada uno ha tomado sus medidas sanitarias propias y la expectación internacional se ha centrado en cómo cada gobierno ha enfrentado la crisis y quién encuentra primero la solución.
Lo cual repite el patrón que se viene siguiendo en la política internacional: preocuparse de lo que puede servir al interés de la gente del país o las necesidades del planeta. Simon Anholt asegura que los líderes internacionales ven estas dos opciones como incompatibles para ser trabajadas en conjunto.
“Cada líder que he conocido tiene la idea de que si hago lo bueno para mi gente, entonces voy a hacer daño a alguien en otro lado. Si yo hago lo bueno para el clima y el medio ambiente, me va a dañar mi economía. Esto está enraizado en la mayoría de los políticos del mundo, donde las necesidades domésticas, locales e internacionales están opuestas”, agregó Anholt.
Especialmente en un mundo globalizado con una pandemia que ha cruzado todas las fronteras, la reacción de los gobiernos debiese ser al revés, según la noción con la que trabaja el asesor político: “En una situación como el coronavirus donde quizás se puede ver que tenemos que enfrentar esto de forma local y doméstica, es todo lo contrario, ahora deberíamos estar hablando con los otros países, colaborar con otros, no con los fronterizos, sino con todos los países del mundo. Necesitamos más creatividad, más información, más inspiración, y buscar soluciones para que sean implementadas de forma simultánea en todos los países. Esto lo llamamos multilateralismo empresarial”.
Es decir, el trabajar en conjunto a otros países para buscar soluciones que se sigan a nivel internacional podría aportar en cierta medida a controlar la pandemia actual. “Armonizar las responsabilidades internacionales para encontrar soluciones también domésticas”, concluyó Simon Anholt con respecto a la crisis actual.



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