Trastornos psicológicos están afectando a la población mexicana: Héctor Martínez




México.- Problemas para conciliar el sueño, irritabilidad, miedo, descontrol alimenticio y hasta estrés postraumático o trastorno de ansiedad son algunas afectaciones psicológicas que está padeciendo de manera repentina o paulatina la población mexicana por el brote de COVID-19, mencionó para EL DEBATE en entrevista telefónica Héctor Martínez Jasso, psicólogo jurídico y forense y uno de los coordinadores de la Línea de Atención Psicológica del IPN (durante la emergencia sanitaria). Este es un fenómeno nuevo a nivel mundial, que ha significado una situación altamente estresante y de emergencia. En ese sentido, México presenta propensión, dadas sus condiciones geográficas, a desastres naturales, y que no lo exentan de las emergencias sanitarias.
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Se trata de una manifestación en la que, aunada a factores como la escasa información sobre prevención de riesgos y la actitud cultural respecto a la salud mental, la población no está habituada a buscar ayuda profesional, lo que representa un problema latente de salud mental, explicó. Por supuesto, ambos factores deben comenzar a ser modificados para generar cambios en la calidad de vida de las personas, comentó el docente en la carrera de Psicología de la UNAM. Salud mental poblacional
En este sentido, se deben establecer dos momentos de análisis: primeramente, el estado de salud mental poblacional en México antes del evento adverso, ya que es muy probable que una proporción significativa de ella presentara trastornos, como ansiedad, estrés, depresión, etcétera, que no fueron atendidos oportunamente; en segundo lugar, la presentación de una emergencia sanitaria, sismo o huracán, que favorece la aparición de trastornos nuevos en la población o intensifica significativamente los malestares psicológicos preexistentes en la misma. 

Niños, niñas y adolescentes son uno de los grupos más vulnerables en su salud mental durante esta crisis sanitaria, si están en situación de vulnerabilidad económica o discapacidad. Foto Agencia Reforma

El evento adverso, la pandemia, puede generar repentina o paulatinamente afectaciones como las antes mencionadas, que de no ser atendidas pueden complicarse: «De tal forma, la mayor o menor repercusión psicológica provocada por un evento, en este caso pandémico, estará estrechamente relacionada con la vulnerabilidad psicológica de cada persona, como su fragilidad emocional, estrés acumulado, adaptación a cambios, estrategias de afrontamiento, autoestima, redes de apoyo, integración familiar, facilidad en la expresión; comunicación de sentimientos y emociones, tendencia al fatalismo o desesperanza», señaló el psicólogo. También podemos incluir factores psicosociales como pérdidas recientes, desempleo, problemas económicos, conflictos de pareja, consumo de alcohol o drogas, expuso.Miedo e indiferencia 
Otro punto que destacó a EL DEBATE es el miedo que está generando este fenómeno por la falta de certeza, una de las características observadas en nuestra población en el transcurso de esta cuarentena.Un miedo muy agudo, debido a que es percibido como algo microscópico, que nos alerta y que es interpretado también como letal, lo que se contrapone con la euforia y el descuido de otras personas que no siguen las medidas sanitarias, que están muy incrédulas en este sentido, lo que despierta intensamente este temor en la otra parte de la población, detalló: «Estas situaciones indiferentes de las personas generan temor poblacional ante un aumento de contagios, y, en efecto, las pandemias presentan fases llamadas “oleadas”, y en este caso se prevé que México tendrá más fases de contagio, aunado a otros fenómenos naturales que ya se están presentando», expuso Martínez Jasso. Además, en el contexto laboral, algunas personas han tenido que regresar a laborar sin garantías o condiciones de seguridad e higiene o han tenido que adaptarse al equipo de seguridad (careta, lentes, cubrebocas, etcétera.). En un contexto doméstico, los padres de familia han tenido que cubrir labores de educación y cuidado de menores debido a la suspensión de actividades en las escuelas.

Héctor Martínez Jasso.

Profesión: psicólogo jurídico y forense.

Trayectoria: docente en la carrera de Psicología. Adscrito al CICS UST. Uno de cuatro coordinadores de la Línea de Atención Psicológica del IPN (durante la emergencia sanitaria). Encargado en emergencias psicológicas en el Centro de Atención Especializada en Comportamiento (CAEC), CICS UST. Colaborador, instructor especializado, especialista en criminología y victimología para el Programa de Intervención en Crisis a Víctimas de Desastres Naturales y Socioorganizativos, Facultad de Psicología UNAM (desde año 2000). Correo electrónico: hemartinezj@ipn.mx

Foto: Cortesía

En un nivel general, se ha podido apreciar que un sector poblacional ha experimentado una pérdida humana, desempleo, irritabilidad o afectaciones a su plan de vida, problemas intrafamiliares o de pareja; sin embargo, otro sector no ha experimentado ninguna situación desfavorable, pero está expectante ante la situación. En todos los casos, la población puede presentar afectaciones psicológicas considerables, como ansiedad y problemas emocionales, reiteró. La nueva normalidad implica una aceptación al cambio en el estilo de vida personal, al que no todos los sujetos están aptos por los factores antes mencionados y a que nuestro país no está preparado en materia de prevención y mitigación de riesgos, comentó el especialista en salud mental.Comunicación de riesgo
Ante esta actitud de una parte de la población de incredulidad ante la pandemia, el psicólogo destacó el concepto de comunicación de riesgo, que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud, «se refiere al intercambio en tiempo real de información, recomendaciones y opiniones entre expertos o funcionarios y personas que se enfrentan a una amenaza (riesgo) para su sobrevivencia, su salud o su bienestar económico o social».El objetivo final de la comunicación de riesgo es que toda persona expuesta a un riesgo sea capaz de tomar decisiones informadas para mitigar los efectos de la amenaza (riesgo), como el brote de una enfermedad, y tomar las medidas y las acciones de protección y prevención. En este tenor de ideas, es menester informar veraz y oportunamente, así como reeducar a la población, ya que la situación que experimentamos representa un proceso de resistencia, tensión y lucha, que persistirá mientras lo exijan los factores adversos, hasta que se reduzca la amenaza externa o mientras dure la resistencia del individuo, destacó.En una situación inesperada, como esta pandemia, cualquier persona puede ser vulnerable psicológicamente, de acuerdo con sus características personales, pues ha sido bien documentado que los individuos que experimentan eventos traumáticos o adversos y que resultan afectados tras dicho acontecimiento tienen niveles de salud mental bajos, afirmó. Los más vulnerables 
Psicosocialmente, han podido ser identificados sectores específicos poblacionales de riesgo, como la población infantil, la población indígena, discapacitados, personas en situación de calle, mujeres y hombres que experimentan el fenómeno de violencia en todas sus modalidades, personas de la tercera edad, desempleados, población en condiciones sociodemográficas desfavorables, población penitenciaria, personal de salud y emergencias, detalló; así como personas que por sus características clínicas presentan propensión a enfermedades (obesidad, tabaquismo, hipertensión, entre otras, o padecen enfermedades crónicas e inmunológicas).Factores de riesgo
¿Cuándo es importante prestar atención a esto? Cuando los síntomas o las afectaciones son persistentes y se manifiesta en lo interpersonal, conductual, somático, cognitivo y afectivo; es decir, la persona no puede llevar una vida normal o cotidiana, y su malestar es perceptible, ya sea por sí misma o por los que la rodean, respondió el experto.Por ello, destacó que es necesario acudir con un especialista que la oriente y facilite la recuperación. En todos los casos, más en situaciones de desastre, es importante evitar el autodiagnóstico, ya que solo un especialista en salud mental puede determinar la existencia o la ausencia de un trastorno, puntualizó.Sin embargo, agregó: «Existen personas que pese a la experimentación de un evento adverso, no muestran ninguna sintomatología, lo cual no significa que no presenten malestar y recuerdos desagradables, sino que lograron, mediante los recursos personales, continuar su vida cotidiana, transformar su experiencia e integrarla a su trama de vida; mientras otros necesitarán ayuda externa», explicó. Además, la emergencia sanitaria que experimentamos es una situación nueva y compleja, cuya característica sobresaliente es que ha sido prolongada, a diferencia del impacto de un sismo o un asalto, por ejemplo.Lo anterior es relevante, ya que existe una relación de proporción entre la duración del evento adverso y la magnitud del impacto psicológico, señaló: «En este sentido, la ansiedad puede intensificarse por la extensión temporal de tensión, incertidumbre, sobreexposición a la información, miedo», dijo; mientras la depresión puede comenzar su manifestación y evolución clínicas por un desequilibrio emocional preexistente a la pandemia o se inicia durante este periodo, dadas las condiciones emocionales de la persona, como la soledad, la tristeza, la desesperanza, los pensamientos negativos, aseguró.En el caso de los adultos mayores, aunado al abandono y a la soledad, sufren repercusiones afectivas que incluso llevan a la depresión. De ahí la importancia de recibir tratamiento especializado inmediato para frenar estos problemas. ¿Qué hacer?
Sobrellevar la situación resultará una tarea compleja, afirmó Héctor Martínez, pero las personas deben intentar crear rutinas nuevas, realizar actividades físicas, alimentarse sanamente, establecer horarios de sueño, y quienes tengan que salir a laborar deberán adoptar medidas de higiene; mientras quienes laboren en casa tendrán que adaptarse, ya que psicosocialmente nuestra cultura no está preparada para esa actividad, expuso. De tal manera que debe ser oportunidad de replantear proyectos, realizar pendientes, ocuparse en todo momento. También es importante convivir y estar en contacto vía telefónica, videollamada, redes sociales u otro medio con nuestros familiares o amigos; sobre todo poner especial atención en la población infantil, de capacidades especiales, de adultos mayores y todo grupo vulnerable, con quienes es recomendable mostrar tolerancia, empatía y sensibilidad. Se debe evitar difundir o atender noticias falsas y se debe aprender a discriminar la información. En resumen, se debe adoptar una actitud propositiva, proactiva y prosocial, resaltó. Sin embargo, si lo anterior no es posible y la persona no logra sobrellevar la situación por medio de los recursos personales, es conveniente buscar ayuda profesional.Debemos tomar en cuenta que en situaciones normales las clínicas o servicios de salud mental son insuficientes o no son frecuentados por las personas, y en tiempo de emergencia sanitaria muchos de ellos se encuentran inactivos, y de alguna manera inaccesibles a los usuarios; sin embargo, existen alternativas que cumplen con los requisitos higiénicos para la recepción de pacientes o cuentan con servicios a distancia, destacó. Para mayor información, puede llamar al Centro de Atención y Prevención Psicológica (Cappsi) o al Centro de Atención Especializada en Comportamiento (CAEC) al: 57-29-60-00 Ext. 63476.
Síntomas de riesgo.- Cuando los síntomas o las afectaciones son persistentes y se manifiestan en lo interpersonal, conductual, somático, cognitivo o afectivo.
30 por ciento de la población de 18 a 72 años presenta algún problema de salud mental.
5 por ciento o menos del total de la población solicita o busca tratamiento.



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