Trump vs Biden: en qué cree realmente el presidente de Estados Unidos



Donald Trump ganó las elecciones de 2016 apoyado en una frase sencilla, pero muy eficaz: “Hagamos que Estados Unidos sea grande de nuevo”.
Ahora que busca un segundo mandato, se enfrenta a un país en problemas por desafíos como el coronavirus y el duro golpe a la economía, y con un electorado que evaluará sus cuatro años en el puesto.
Su apuesta este 2020 es recuperar la economía, impulsar el empleo, proteger los intereses comerciales de Estados Unidos y continuar con su línea dura en inmigración.
Aquí te ofrecemos en detalle cómo se posiciona el candidato republicano en ocho asuntos clave.

Resucitar la economía, golpeada por la pandemia
El presidente Trump ha hecho campaña extensamente en base al principio “Estados Unidos, primero” y ha presionado por traer puestos de trabajo y la industria manufacturera de vuelta al país.
Durante su campaña presidencial, Trump prometió grandes recortes de impuestos para la clase trabajadora, reducir la tasa de impuesto a la s corporaciones, dar un cambio radical al status quo comercial y revivir la industria manufacturera estadounidense.
En algunas de esas promesas, ha cumplido.

En los últimos cuatro años, ha acabado con regulaciones federales sobre empresas, ha aprobado recortes en el impuesto sobre la renta y de sociedades y ha firmado órdenes ejecutivas apoyando la preferencia por productos fabricados en el país.
Desde enero de 2017, Estados Unidos sumó más de 480.000 puestos en la industria manufacturera. No obstante, los analistas señalan que el crecimiento en el sector está desacelerándose y las políticas de Trump -como los aranceles- no han respondido a los problemas estructurales del sector.
Trump también predijo que la economía se recuperaría inmediatamente después de la pandemia, pese a que los críticos aseguran que la respuesta a la covid-19 ha provocado daños económicos a largo plazo.

Acabar con la “dependencia” de China y proteger la industria estadounidense
En un principio, Trump hizo campaña sobre la promesa de que Estados Unidos debía centrarse en poner sus intereses económicos primero, pese a que ha dicho que el “Estados Unidos, primero” no significa “Estados Unidos solo”.
En cuestiones comerciales, el presidente ha tomado una dura postura con China, sumada a una política de protección de la industria manufacturera local frente a la competencia extranjera. Y esas siguen siendo las claves de su política comercial.
Durante todo su primer mandato, el mandatario ha enfatizado su trabajo renegociando antiguos acuerdos comerciales que él consideraba injustos para EE.UU., como el NAFTA con Canadá y México; o abandonando estos tratados, como el Acuerdo Transpacífico o TPP.
En la campaña de 2016, también prometió que arreglaría el déficit comercial de Estados Unidos (la diferencia entre importaciones vs. exportaciones), que, por primera vez en 6 años registró una caída en 2019, pese a que los economistas no están de acuerdo en si esto sugiere una mejora de la economía.
La guerra comercial en curso con China ha elevado los impuestos en la frontera por un valor cercano a los US$500.000 millones en comercio anual y la primera fase del acuerdo entre ambos países ha mantenido la mayor parte de los aranceles.
En agosto, Trump dijo que quiere ofrecer créditos fiscales para persuadir a las empresas estadounidenses para que saquen sus fábricas de China. “Acabaremos con nuestra dependencia de China”, manifestó.
El presidente también impuso aranceles a productos de la Unión Europea (aunque este agosto ambos socios anunciaron su primera reducción de aranceles comerciales mutua en más de dos décadas); amenazó con esas medidas sobre el acero y aluminio de Brasil y Argentina, y recientemente volvió a cargar de aranceles a algunos productos de aluminio de Canadá.

“Estados Unidos, primero” y reafirmar la soberanía estadounidense
Como con el comercio, Trump también ha prometido poner los intereses de Estados Unidos primero en términos de política exterior.
En palabras de la Casa Blanca, eso significa “reafirmar la soberanía estadounidense y el derecho de todos los países a determinar su propio futuro”, con el foco en garantizar la seguridad y la prosperidad.
¿Qué ha significado esto en la práctica?
Esa política ha supuesto que Estados Unidos se aleje de grandes acuerdos multilaterales como el Acuerdo del Clima de París o que abandone diversas organizaciones multilaterales, como la Organización Mundial de la Salud.
Trump, además, ha desafiado algunas de las alianzas internacionales, presionando a miembros de la OTAN para que aumenten su gasto en defensa en la organización.

El presidente ha reiterado recientemente la promesa de reducir las tropas estadounidenses en el extranjero, que actualmente están al mismo nivel que cuando tomó posesión del cargo, en concreto en lugares como Alemania o Afganistán.
Los críticos aseguran que ha creado tensiones con aliados históricos mientras se acercaba a adversarios como Corea del Norte o Rusia.
Trump, por otro lado, ha tenido éxitos en materia de política exterior reconocidos, entre ellos, ayudando a lograr un histórico acuerdo entre Israel y Emiratos Árabes Unidos para que normalizar sus relaciones.
Además, el presidente ha publicitado las ejecuciones de Abu Bakr al Baghdadi, líder del autodenominado Estado Islámico, y del poderoso comandante militar de Irán, el general Qasem Soleimani.

Construir el muro y frenar la inmigración
Las promesas para reducir los niveles de inmigración han sido uno de los pilares de la carrera política del presidente.
Ahora, en la búsqueda de su reelección, ha prometido continuar con la construcción del muro en la frontera con México: hasta ahora, ha conseguido financiación para 445 millas (716km) de las 722 millas (unos 1.162km) de barrera.
También promete eliminar la lotería de las visas y la migración en cadena, en referencia a la inmigración a Estados Unidos basada en lazos familiares, y cambiarlo por un sistema de entrada “basado en los méritos”.

Los planes de reforma migratoria del presidente se han enfrentado a problemas legales.
Un ejemplo es la decisión de la Corte Suprema este verano, cuando falló en contra del intento de su administración de rescindir el programa DACA, que protege a alrededor de 650.000 jóvenes que entraron al país sin documentos cuando eran niños.

Reducir el coste de las medicinas y acabar con “Obamacare”
Trump hizo campaña en 2016 por acabar con la Ley del Cuidado de Salud Asequible, parte del legado de su antecesor y conocida popularmente como Obamacare.
Pese a quedarse corto en esa promesa, el gobierno de Trump ha conseguido desmantelar partes de la ley, como con la derogación del mandato individual, que requería que la gente adquiriera un seguro médico o pagara una multa.
El presidente republicano también prometió reducir el precio de los medicamentos en el país, y en julio presentó medidas que permitirían descuentos y la importación de medicamentos más baratos desde extranjero, pese a que algunos analistas de la industria señalan que esas acciones no tendrían mucho efecto.

El mandatario declaró la crisis de los opioides emergencia sanitaria nacional en 2017 y ofreció US$1.800 millones en fondos federales a los estados para medidas de prevención, tratamiento y recuperación. También ha dado pasos para restringir las prescripciones de opioides.
No obstante, los críticos consideran que sus continuos esfuerzos para desmantelar la Ley del Cuidado de Salud Asequible, que expandió la cobertura sanitaria a millones de personas, es contraproducente a la hora de luchar contra la crisis de los opioides.

Promover la energía estadounidense
Desde que llegó a la Casa Blanca, Trump ha revertido cientos de protecciones medioambientales (como los límites en la emisión de dióxido de carbono de plantas energéticas y vehículos) y de protecciones de las vías de navegación federales por todo el país, cumpliendo una de sus promesas de campaña.

También retiró a Estados Unidos del acuerdo climático de París, considerando que el pacto perjudicaba a Estados Unidos “en beneficio exclusivo de otros países”.
La retirada, no obstante, solo se oficializará una vez que hayan concluido las elecciones presidenciales de noviembre.
Recientemente, además, su gobierno aprobó la extracción de gas y petróleo en el Ártico de Alaska, en concreto, en el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, una región que ha estado protegida los últimos 50 años.

Una base de datos para registrar los casos de mala praxis policial
El presidente Trump ha promocionado el First Step Act como un paso clave que dio sobre la reforma del sistema de justicia penal.
Esa legislación bipartidista de 2018 fue significativa, y reformó leyes a nivel federal, ofreciendo a los jueces mayor discreción a la hora de emitir sus fallos así como reforzando la oportunidad de rehabilitación para los prisioneros.
Trump también prometió un Second Step Act que abordara las barreras de los expresidiarios para acceder al empleo. Hasta ahora, no obstante, no se ha puesto sobre la mesa este tipo de legislación.
Durante su campaña en 2016, Trump se catalogó a sí mismo como un firme defensor del orden público y se ha mantenido así durante su presidencia, aumentando recientemente su apoyo a la policía durante las protestas a nivel nacional contra la injusticia racial.

En junio, el presidente firmó una orden ejecutiva con varias reformas policiales, ofreciendo subvenciones federales para la mejora de prácticas policiales, como la creación de una base de datos para registrar abusos de poder.
El mandatario ha dicho que los controvertidos métodos de estrangulamiento para retener a sospechosos (como el que mató al afroestadounidense George Floyd) deberían, “hablando en general”, ser prohibidos, pero no ha dado pasos para implementar una prohibición.

Defender la Segunda Enmienda
Después de que Estados Unidos se viera sacudido por tiroteos masivos en Texas y Ohio en 2019, Trump expresó su apoyo a una serie de reformas, como reforzar los controles de antecedentes de compradores de armas y “leyes de alerta roja”, que bloquean el acceso a armas de fuego a aquellos que han sido clasificados como un riesgo para la sociedad.
Pero después de ese frenesí de interés inicial, Trump hizo poco para poner en práctica esas medidas.
En cambio, el presidente ha continuado con su enérgica defensa de la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense -que preserva el derecho de los estadounidenses a portar armas- y del poderoso lobby pro-armas, la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés).



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