Ciencia e infancia en tiempos de pandemia: una experiencia innovadora desde la región de Aysén



Excavando a mano con ayuda de una herramienta casera, una cuchara, Emilia avanza entre capas de tierra y arena. Repentinamente se detiene. Su herramienta topa con un pequeño objeto que ella logra extraer rápidamente: es una moneda cuya oxidación evidencia su antigüedad. Emilia continúa excavando. En un segundo esfuerzo, con algo de dificultad, debido a lo compacto de la tierra en esta capa, logra sacar el próximo objeto. Es la figura de un huemul, un juguete que simula ser un fósil del pequeño ciervo endémico. Emilia con emoción levanta la mirada de su sitio arqueológico -una caja de cartón con la mezcla tierra/arena hecha por su familia- para encontrarse con el brillo de la pantalla de su celular y los rostros sorprendidos de sus compañeros, compañeras, monitoras y una arqueóloga, quiénes la acompañan en su excavación mientras realizan las propias desde sus casas.
Esta es una de las muchas experiencias vividas en AportaCiencias, un programa impulsado por un equipo multidisciplinario del Campus Patagonia de Universidad Austral de Chile y financiado por el Gobierno Regional de Aysén a través del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC-R-2019).
La iniciativa busca acompañar a niñas, niños y jóvenes de la región de Aysén en su curiosidad por la Ciencia y Tecnología (CyT) para potenciar sus capacidades y vocaciones científicas, promoviendo la innovación y cultura científica regional en un ambiente de equidad y participación social.
En abril de 2020, tras un proceso de selección del que participaron más de 150 postulantes, el programa inició sus talleres con 35 estudiantes de la enseñanza básica provenientes de las zonas urbanas y rurales de Aysén, elegidos por su creatividad y vocación por las ciencias.

Democratización de las ciencias
El complejo e interconectado mundo contemporáneo, en constante transformación hace de la formación científica una tarea imprescindible para desarrollar el pensamiento crítico y garantizar el ejercicio pleno de la ciudadanía de todas las personas en la era digital.
La Ciencia, Tecnología e Innovación son ejes transversales de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Unesco. Sin embargo, al situarse por debajo del promedio de los países de la OCDE en la última prueba PISA -programa internacional que evalúa las competencias y habilidades como el pensamiento crítico e innovación creativa en las áreas de Matemática, Ciencia y Lenguaje- Chile enfrenta un desafío no menor.
La desigualdad persistente en el país, evidenciada a través de las brechas socioeconómicas y de género limitan el avance hacia una cultura científica inclusiva. La forma que adquiere la educación científica formal también ha recibido críticas, especialmente, por distanciarse de la cotidianidad y contexto de las niñas, niños y jóvenes. Es en este punto que el programa busca romper y crear nuevos modos de aprender y hacer ciencia desde la infancia.
Ciencia situada y con sentido
Se adoptó el enfoque Ciencia, Tecnología, Sociedad y Ambiente (CSTA) como metodología para integrar el aprendizaje científico con su contexto social, histórico y ambiental, en diálogo directo con la realidad cotidiana de las y los estudiantes.
¿Qué son los virus? ¿Cómo nos cuidamos del coronavirus? ¿Qué es la arqueología y por qué es importante entender el pasado? ¿Cómo las plantas han logrado sobrevivir por milenios en la tierra? ¿De qué forma la tecnología sirve para la resolución de problemas? Estas fueron algunas preguntas que se abordaron junto a científicos mediante talleres prácticos en los que las y los niñas desplegaron su curiosidad e interés científico.
“Fue un hermoso desafío el transformar la arqueología, algo muy relacionado al laboratorio, a un formato virtual. Superó todas mis expectativas. Noté que los chicos estaban aprendiendo, sentían esa cercanía. Fue una experiencia maravillosa”, expresó Amalia Nuevo, arqueóloga del Centro de Investigación de Ecosistemas de la Patagonia e invitada a la iniciativa.
Para Gabriela Pérez, estudiante de 8vo básico y participante del programa, “fue una experiencia increíble. Fue muy bonito sentirme acogida, tener otra familia que hablaba mi mismo idioma. Estar con los científicos fue algo que jamás voy a olvidar porque cada uno nos mostró su trabajo y su pasión, nos compartieron una parte de ellos que nosotros siempre vamos a llevar”.

Ciencia en pandemia: haciendo frente a las brechas en la práctica
Salidas a terreno, conocer laboratorios y centros de investigación eran algunas de las actividades planificadas que fueron abruptamente interrumpidas con la llegada del Covid-19. Ante la pandemia fue necesario reorganizarse creativamente para dar continuidad al programa de forma remota, pero manteniendo su carácter no-formal, práctico y de acompañamiento.
El equipo de profesionales debió enfrentar la realidad heterogénea de las niñas, niños y sus familias, y las dificultades que se sumaban como consecuencia de la crisis sanitaria. El equipo desplegó toda su capacidad de gestión para responder a los obstáculos de acceso, conectividad, alfabetización digital y disponibilidad de medios, para asegurar la participación plena y equitativa de cada estudiante.
“El confinamiento por Covid-19, si bien ha visibilizado las problemáticas de acceso, recursos y brechas de conectividad, también ha evidenciado que las ciencias están y son parte importante de nuestra vida. El desafío ha sido preguntarse ¿cómo adecuarse a nuevos espacios de aprendizaje? Para esto, basamos los talleres en estrategias sincrónicas y asincrónicas que promuevan las preguntas, el diálogo, el trabajo colectivo, utilizando materiales disponibles en las casas”, explicó Marisol Barría, directora del Programa AportaCiencias.
Un espacio de aprendizaje desde los afectos y cuidados
A medida que el ejercicio científico se enraizaba en la vida cotidiana y en los entornos inmediatos de las y los niños, la familia fue adoptando un rol central. La alianza que se estableció con las familias y cuidadores posibilitó la abertura de espacios inesperados de colaboración y co-creación en los procesos de aprendizaje.
“Nuestra experiencia fue muy positiva porque, además de enseñarle a mi hijo de forma lúdica y entretenida sobre ciencia, las actividades le sirvieron para compartir y conectarse con otros niños en estos meses difíciles donde hemos estado solos en la casa, cuidándonos, pero desconectados del resto. Fuimos aprendiendo juntos a manejar la tecnología. Yo creo que esto fue realmente un acierto”, expresó Ximena Aguilera, apoderada de un participante del programa.

Repensar la educación científica
Tras esta experiencia, AportaCiencias está generando espacios colaborativos para llevar CyT a más niñas y niños. Una de estas instancias fue el primer taller de electrónica remoto en Aysén, realizado en agosto junto a la organización Ingeniosas. Asimismo, en busca de dar proyección a la curiosidad científica de quienes participaron del ciclo educación básica, el programa entregó a cada estudiante un kit científico con herramientas para seguir explorando su curiosidad y construyendo conocimiento de forma autónoma.
“Para los estudiantes ha sido importante recibir un kit de ciencia, materiales a los cuales es muy poco probable que tuviesen acceso a tener en sus hogares, motivándolas a seguir aprendiendo y generando la valoración de sus apoderados por el aprendizaje de ciencias”, señaló Patricio Muñoz, profesor de ciencias de la Escuela Municipal Rural Río Blanco.
Sobre la base de estos aprendizajes, durante septiembre se iniciará sus actividades para enseñanza media, incorporando científicas y científicos bajo la figura de mentores que acompañarán a las y los estudiantes en sus proyectos y vocaciones científicas.
Respecto al ciclo de educación básica, que en agosto finalizó sus actividades, Melissa Zavala, gestora educativa del programa indicó que “hay mucha motivación para continuar con esta experiencia en la región debido a lo que se pudo lograr con los estudiantes. Sin embargo, solo la experiencia de talleres virtuales no nos va a dar todo el potencial que queremos sacar a estos chicos. Es necesario una segunda vuelta de forma presencial y esperamos que así sea”.
“El compartir la misma pasión y sentir que te entiendes con los demás es maravilloso. AportaCiencias abrió una inmensidad de caminos para que los niños de la región podamos hacer ciencia. A pesar de la pandemia pudimos tener un momento de alegría al hacer lo que nos gusta, divertirnos y aprender de una manera distinta. Yo me voy feliz porque aprendí cosas que van a servir para mi futuro. Y quiero que la ciencia sea parte de mi futuro”, concluyó la estudiante Gabriela Pérez.



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