Un tercio de las personas con depresión mayor es resistente al tratamiento



La depresión es uno de los problemas con mayor impacto dentro del área de salud mental. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que es el factor que más aporta a la discapacidad mundial (equivale al 7,5% de años vividos con discapacidad, según medición en 2015) y también es el principal contribuyente a las muertes por suicidio, que se acercan a las 800.000 por año.
Existen distintos tipos de depresión, siendo uno de los más frecuentes el trastorno depresivo mayor (TDM), “un desorden cerebral en el cual hay una reducción significativa de la vitalidad. Se constituye así un síndrome depresivo, con trastornos del sueño, de la alimentación, de la subjetividad y de los ritmos biológicos”, señala Luis Risco, director de la Clínica Psiquiátrica de la U. De Chile.
Según estudios, el TDM afecta a aproximadamente 10 % de la población en Chile y es más frecuente en mujeres que en hombres.
La baja de la vitalidad en el TDM
El especialista sostiene que en el contexto de pandemia “se han desestabilizado muchos pacientes que padecen trastorno depresivo mayor (TDM) que habían estado compensados gracias a un tratamiento bien llevado”.
“Esta baja de la vitalidad supone caída en los rendimientos tanto cognitivos como emocionales, baja de la productividad laboral y/o académica, compromiso de las relaciones de vínculo. El desinterés y el sufrimiento provocan gran preocupación entre quienes rodean al paciente, alrededor del cual suele haber una atmósfera sombría como consecuencia”, explica el Dr. Risco.
Entre los síntomas que pueden advertir un trastorno depresivo mayor se encuentran “en general, baja de la vitalidad: disminución de la energía, de las ganas, de la capacidad para disfrutar, del interés. Además, hay sufrimiento y sensación de vacío interior y de que no hay sentido para la existencia en casos más avanzados”.
Frente a esos signos, el llamado es a “consultar al médico, quien está habilitado para distinguir si la baja del ánimo es por una situación personal compleja o por un desorden de la neuroquímica cerebral”.
Depresión resistente al tratamiento (DRT)
Pese a la amplia oferta de tratamientos disponibles para este grave trastorno, solo entre el 60% y el 70% de los pacientes con un episodio depresivo mayor responden a la terapia con antidepresivos orales (AD), dejando hasta un tercio de los pacientes con depresión resistente al tratamiento (DRT).
Algunas de las consecuencias de la ausencia de respuesta a dos o más tratamientos son el aumento de comorbilidades u otras enfermedades asociadas a la depresión, el aumento en las hospitalizaciones, hospitalizaciones más extensas (36% más de estancia hospitalaria) y 7 veces aumento en la tasa de suicidio.
En relación con las opciones terapéuticas actuales, los AD existentes pueden tardar semanas o meses para lograr su efecto completo. La espera de semanas a meses produce una morbilidad considerable, una reducción de la calidad de vida y un mayor riesgo de comportamiento suicida. Para un paciente con TDM, cada día sin mejora de los síntomas significa otro día de sufrimiento. El tratamiento ineficaz prolongado aumenta los costos de atención médica.
Frente a ello, el Dr. Risco explica que, en cuanto a terapias, se contemplan “básicamente antidepresivos y otras sustancias coadyuvantes. Entre estas últimas ha aparecido de manera muy promisoria la esketamina, una molécula que acelera significativamente la velocidad de la respuesta al tratamiento. También hay avances en varias direcciones. Por ejemplo, hay ensayos con adición de antiinflamatorios, con hormonas tiroideas, con omega 3, etc.”.
Los nuevos antidepresivos deben ser especialmente efectivos para lograr una mejora perceptible y evitar la recurrencia de la enfermedad, como la esketamina, un medicamento que se presenta en spray nasal para ser dispensado como aerosol



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