Director de “Un hombre alado”, Felipe Restrepo: “Creo que Cerati tenía una vocación política (…) tuvo un espíritu dinámico y de cierto modo transgresor”



Gran plano cenital, general y aéreo de la ciudad de Buenos Aires, mientras una voz nos dice: “Lo que habla por mí es la música, en definitiva, es eso lo que pasa. La gente captura eso. Hay una personalidad de alguien detrás que puede interesarte o no, a través de la música el mensaje está llegando”. Sí, Gustavo. Gustavo Cerati. Desde otro tiempo, pero tan presente. Algo ocurre. Un ardor amarillo. Melancolía, tal vez. Calidoscopios. Un movimiento vital, como el viento. Algo no completamente comprensible, sinuoso y esquivo.
“Un hombre alado” (2020), es el nombre del documental sobre el proceso creativo, artístico y técnico del líder de Soda Stereo, dirigido por el cineasta colombiano, Felipe Restrepo. El largometraje debía estrenarse en Chile en mayo en el marco del In-Edit Chile, pospuesto por la pandemia del Covid-19. Llegará finalmente estos días a nuestro país para cerrar el Festival Internacional de Cine de Viña del Mar (FICVIÑA), cuya presente edición se realizará en formato online, a través de la plataforma FESTHOME.

En esta entrevista, Restrepo habla sobre su trabajo, sobre Cerati y este horizonte en expansión que sigue siendo su obra.
-Gustavo Cerati como líder de Soda Stereo, es parte de la banda sonora de todo un continente. ¿Qué significó para ti en tanto cineasta? ¿Qué te inspiró?
-Me inspiró su obra, su figura, lo que ha representado y representa para un gran sector de la cultura latinoamericana. Creo que son pocos los que han estado alejados de su universo. No es necesario haber sido un gran fanático para haber tarareado o acompasado algún tema de su obra. Recuerdo que cuando era niño, él ya se consolidaba como un referente del rock en español y generaba un gran magnetismo por su música, su manera de cantar, por sus videoclips, por sus letras, por su look, por la puesta en sus conciertos, etc. Era como lo más parecido que teníamos en este lado del planeta a una estrella de rock. En los últimos años tuve la oportunidad de sumergirme un poco más en su obra, eso me llevó a preguntarme sobre cómo era su desplazamiento creativo, en cómo concebía su obra. Fue en ese momento cuando se me ocurrió dialogar, desde mi rol de realizador audiovisual, con su trabajo artístico. Quería que la película pasara por mí y poner un poco de lo que me despertaba, no quería hacer simplemente una pieza que se limitara a enumerar datos y hechos históricos. Por suerte, el universo de Gustavo está cargado de elementos y de imágenes.
El cineasta Felipe Restrepo.
-Desde documentales hasta biografías, se escribe y se habla mucho de Cerati. ¿Qué es lo nuevo que podemos encontrar, desde la investigación, desde tu propuesta cinematográfica?, ¿Cómo fue ese proceso técnico de creación y montaje, considerando el material de archivo, las entrevistas?
-Esta es una pieza que convive y convivirá con otras tantas que se hagan sobre él y no solo en el ámbito audiovisual, sino también con otras que se conciban para otros medios. Me gusta pensar este trabajo como un discurso que integra una constelación de miradas sobre la obra de Gustavo Cerati. En ese sentido me pareció importante capturar, a través de testimonios de las personas que lo acompañaron en el proceso artístico, los momentos en que se sumergía en esas sonoridades, en el armado de las letras de sus canciones y también, en cómo concebía las puestas de sus conciertos, entre otras cosas. Fue un trabajo arduo que desarrollé a la par de un gran equipo y en especial de Paulina de Cesare, productora e investigadora del proyecto, con quien fuimos poco a poco armando el rompecabezas y convocando gente (algunas de ellas tuvimos que insistir en repetidas ocasiones, pero sabíamos que era parte de nuestra tarea).
Durante la realización del documental iba pensando -junto a los demás colaboradores del proyecto- en cómo generar los distintos climas de la película. Por ejemplo, con el director de fotografía (Tomás Ridilenir) y la directora de arte (Esperanza Guzmán) íbamos definiendo la estética de cada una de las puestas de la entrevista, acorde al perfil de los invitados o a una etapa en la vida artística de Gustavo. Con relación a la música (compuesta por Gianni Wasserman y Korah Music), quería generar atmósferas para que el espectador sintiera que estaba desplazándose por su mundo mientras identificaba algunas sonoridades, como si Gustavo estuviera presente. Quería que la música sirviera más para evocar que para ilustrar o subrayar.
Después, junto al montajista (Juan Fatur) fuimos pensado y reorganizando todos esos elementos y resignificándolos en la isla de edición, para darle otro volumen al documental. Fue un momento arduo, por la cantidad de material que teníamos, pero muy gratificante porque aparecieron nuevas ideas y aprendimos mucho durante el proceso.

-El largometraje, además, nos sitúa en el presente, evitando trasladarnos necesariamente al pasado de Gus, su biografía. ¿Por qué fue pensado así?
-Más que pensarlo fue saliendo en el largo proceso de la realización del documental. Yo quería que el espectador sintiera la presencia de Gustavo en el momento de la proyección y que estuviera inmerso en sus atmósferas, pero la idea se terminó de afianzar porque muchos de los entrevistados se referían a Gustavo como si él siguiera deambulando por ahí, ¿sobrevolando? y me pareció una situación muy bella que debía potenciar. Por otro lado, nunca quise que el documental fuera una pieza que se limitara a relatar sucesos ordenados cronológicamente, como una biografía, quería que se fuera reconstruyendo su figura en un clima de cierta atemporalidad donde transitábamos por distintas cápsulas conceptuales. Creo que todos estos elementos, sumado a otros materiales con los que trabajamos, hacen que el espectador perciba el documental como si todo eso lo estuviera viviendo y no como si todo eso hubiese pasado.

-“Un hombre alado” nos recuerda casi automáticamente canciones como “En la Ciudad de la Furia”, uno de los hits más icónicos de la banda trasandina y también la portada de Fuerza Natural, ¿Cuántas conexiones tenía Gustavo? ¿El cielo, las estrellas, el universo? ¿Ideas como mantras que se reiteraban en sus composiciones?
-Una imagen recurrente en la obra de Gustavo era la de volar. Creo que ese concepto estuvo presente desde sus inicios hasta su último trabajo como solista, como muchos otros elementos. En particular, el concepto de volar lo empecé a atrapar a partir de la canción “En la Ciudad de la Furia”, no solo porque se habla allí de “un hombre alado”, sino porque me persuadió mucho el videoclip cuando lo vi por primera vez. Me gustaba mucho la estética medio neoexpresionista que tenía con ese juego de sombras, en blanco y negro, realmente el videoclip tiene una tonalidad azulada y con un ser medio onírico, que sobrevuela una ciudad fría y lúgubre. Pensé siempre ese videoclip como un referente directo para la realización del documental, quería que se tomara claramente como un punto de partida.
Quería transmitirle al espectador durante la proyección la idea de que Gustavo seguía sobrevolando e irradiando con su música, ya no solamente terrazas desiertas, sino también distintos rincones de Latinoamérica. Por eso, en el documental, están presentes las ideas de cielo, estrellas, universo, nubes, viento, viaje especial, etc. Muchas imágenes que Gustavo también puso al servicio de su obra.
Eduardo Capilla, conocido como “el videasta” de Soda Stereo.
-¿Qué fue lo más difícil y lo más revelador de este trabajo documental?
-Lo más difícil fue convencer a algunas personas que se podía hacer un documental sobre Gustavo Cerati desde el terreno independiente, sin que mediara una gran estructura financiera. Muchas personas nos miraban con algo de escepticismo de que pudiéramos llegar a buen puerto en esta travesía. Hay una idea instaurada de que solo es posible dialogar sobre ciertas figuras desde un modelo plenamente industrial y con directores de altísimo reconocimiento. Por suerte, esa mirada no hizo que claudicara nuestra obstinación, por el contrario, nos dio más impulso para seguir adelante. Lo más revelador era el nivel de constancia y devoción con la que Gustavo afrontaba sus producciones, tenía un compromiso casi religioso con su obra. De cierta manera y en consonancia con lo anterior, fuimos impregnados de ese espíritu, porque sabíamos que debíamos trabajar al máximo para poder estar a la altura de su trabajo (por eso tardamos cuatro años en terminar de producir el documental). Queríamos -independiente de si el espectador se siente persuadido o no por la película- que se evidenciara que el documental fue hecho con el mismo nivel de devoción con la que Gustavo encaraba su proceso artístico. Intentamos siempre darlo todo en el marco de nuestras posibilidades.
El músico argentino Richard Coleman tuvo una estrecha amistad con Cerati.
-Cerati no era solo una composición o una letra, había una estética, una puesta en escena ¿Es uno de los artistas más completos y extraordinarios de las últimas décadas? ¿Un verdadero arquitecto musical, como dijo Charly García?
-Gustavo Cerati era un artista integral. Una persona que pensaba en todas las variables que incidían en el mundo que estaba componiendo. No solo se preocupaba de la música y las letras de sus canciones, sino también en toda una serie de otros recursos que él sentía que también lo constituían y que marcaban su impronta como artista. Creo que quería transmitirle al espectador una experiencia intensa, donde todos los elementos que ponía en juego dialogaran entre sí y tuvieran una relación orgánica. Todo ese accionar, lo convirtió en un referente de la escena musical latinoamericana y en uno de los primeros que se atrevió a pensar en otras variables, que antes eran solo posibles para artistas de otras latitudes. Después de la realización del documental, coincido más que nunca con la definición de Charly García, pero no la circunscribo solo al mundo de la música, sino que la extiendo también al terreno de la producción artística, donde se involucran muchos otros elementos: el arte, la puesta en escena, los videoclips, el vestuario, la comunicación, etc.
Marcelo Moura formó parte de la banda Vida, que reunía a los integrantes de Soda Stereo con los hermanos Moura de Virus.
-“Me parece que la actitud más roquera de un músico es romper su zona de confort… Apostarlo todo”, dice en el documental, Tweety González, productor musical y ex tecladista de Soda Stereo ¿Cómo se va configurando ese Cerati implacable, incontenible, leonino, que lo apuesta todo hasta el final?
-Gustavo estaba en constante movimiento, desplazándose en cada proyecto que emprendía y eso implicaba un riesgo, el cual afrontaba siempre, apostándolo todo. Creo que las personas que dedican su vida al arte (un concepto que conlleva un gran compromiso) entienden que deben estar en constante transformación, desplazándose a los límites del discurso para transmitirle al espectador una experiencia cada vez más amplia y transformadora. La opción más fácil hubiese sido quedarse quieto y transitar una y otra vez las mismas convenciones para persuadir al mismo público. Siempre debe haber una cuota de riesgo y de delirio cuando se quieren construir discursos artísticos, de lo contrario estaríamos simplemente ante operarios, artesanos o intérpretes que ejercen oficios -para nada despreciativo- y que tienen una función distinta dentro del mundo del arte. Son pocos los artistas en Latinoamérica que han transitado con tanta libertad el terreno musical, como lo hizo Gustavo durante su vida artística, desde su trabajo en Soda Stereo -en la cual experimentó con distintos géneros: new wave, shoegazzing, britpop- hasta su trabajo con Daniel Melero, en grupos electrónicos o como solista, donde creo tuvo su mayor expansión. Sin olvidarnos que también compuso banda musicales para películas.
-Hay una búsqueda, una experimentación sonora, que pareciera traspasar el tiempo, dado que el último trabajo de Gustavo fue Fuerza Natural, en 2009. ¿Por qué mantiene esa vigencia? ¿Qué elementos de su música crees que la hace posible?
-El universo de Gustavo sigue en expansión y ese efecto lo consiguió, en gran medida, por su constante experimentación con las máquinas y con las nuevas tecnologías. En su obstinación por desplazarse a nuevos horizontes musicales, en arriesgarlo todo en cada encuentro con nuevas sonoridades. Y también, porque sus letras y su mundo están cargados de elementos retóricos que invitan a resignificar y a conectar constantemente con otros mundos. Todo eso hizo que su obra tenga vigencia y que con los años su universo se vigorice y adquiera mayor esplendor.
-A propósito de lo anterior, Gustavo dijo en alguna que otra entrevista que no le interesaba el arte mezclado con la política. ¿Había una necesidad de trascendencia más allá de contextos o contingencias, a través de letras más herméticas y anacrónicas? o ¿simplemente se fue dando así, considerando que antes de la lírica estaba el sonido?
-Yo creo que todo arte es esencialmente político, independiente de que se mencione la palabra política en el discurso que se está componiendo. Lo político está en expandir las posibilidades de ese universo en el que se está navegando, para inspirar o transformar a otros. Es político cuando yo decido no transitar una y otra vez la misma ecuación, cuando decido ir en busca de nuevas sonoridades y de otras fronteras, para poder transformar desde allí. Y en ese sentido creo que Gustavo tenía una vocación política, porque siempre tuvo un espíritu dinámico y de cierto modo transgresor.
Las letras son importantes en una canción, pero definitivamente primero está la música y con ella también se pueden vivir procesos super transformadores, socialmente hablando. Por ejemplo, el punk no empezó siendo punk porque incluyera letras en contra de la Reina, sino porque se modificó el paradigma de que solo los genios de una cierta élite podían acceder a la música, para aceptar que cualquiera que tuviera un instrumento podía internarse en ella. El punk llegó para darle un espacio a aquellos que estaban en la periferia, a los más marginales, para que vivieran la experiencia musical. Después vinieron las letras y fueron también poderosas. Si las letras hubieran estado antes que la música, entonces quizás estuviéramos hablando de otro fenómeno pero en el terreno de la poesía o de la literatura.
El legado de Gustavo es inmenso y siento que cada vez más son las personas se sumergen en él. Muchos lo visitan, porque encuentran allí un sonido o un mensaje que los invita a viajar, a resignificar, a interpretar. Y en eso consiste el carácter político del arte, en instigarnos a dialogar -a cualquier nivel- para ser personas que no signifiquemos en un solo sentido. De lo contrario, estaríamos ante un mero entretenimiento que nos conlleva a adoptar un rol pasivo y a hacer lecturas unidireccionadas y unificadas de las cosas.
-A la luz de este trabajo documental, si Gustavo siguiera con nosotros, ¿Qué estaría haciendo? ¿Más guitarras o más samplers o quizá…?
-Seguro estaría indagando en nuevas sonoridades, rodeado de máquinas, sampleando y mezclando con guitarras. Quizás estaría dialogando con nuevos fenómenos musicales como Wos o Catriel en Argentina. Pero sin duda estaría rodeado de gente joven, con ideas nuevas y tratando aprender de ellos para seguir expandiendo su universo. Estaría produciendo, traccionado por los nuevos avances digitales.



Source link

Related Posts

Add Comment