Jóvenes y participación: desafíos y oportunidades frente al proceso constituyente



La importante participación ciudadana, y especialmente la juvenil, en el plebiscito del 25 de octubre demostró la necesidad de un diálogo entre la ciudadanía y la clase política que defina el modelo de sociedad que Chile necesita para avanzar hacia un país más justo e igualitario; un modelo por el que las y los jóvenes se han movilizado masivamente desde hace más de una década, posicionando importantes demandas sociales en el debate público y que esperamos esta vez sean escuchadas.
Para comenzar, el llamado estallido social inició a causa de las acciones realizadas por estudiantes de secundaria para protestar por el alza del transporte público. Recordemos además que las manifestaciones en las calles comenzaron como consecuencia de la violencia policial de la que fueron víctimas algunas y algunos estudiantes por saltar los torniquetes en el Metro. Igualmente, en las primeras semanas después del 18 octubre 2019, gran cantidad de manifestantes, en su mayoría jóvenes, desafiaron el estado de emergencia, denunciando los casos de violaciones a los derechos humanos que estaban siendo difundidos por la prensa y redes sociales.
También es necesario destacar la masiva participación juvenil en las calles durante los meses posteriores a octubre 2019, en muchos casos arriesgando su propia integridad física como lo demuestran cientos de denuncias en el Ministerio Público. A pesar del discurso de ciertos sectores políticos que intentaron desacreditar las movilizaciones de octubre 2019 y deslegitimar el origen ciudadano del proceso constituyente bajo el estigma de la violencia –un recurso que caracterizó marcadamente a la campaña del rechazo en sus últimas semanas–, las históricas manifestaciones en diferentes ciudades del país, en su mayoría expresadas de forma pacífica, demostraron a la clase política el profundo deseo de transformaciones sociales acumulado en la sociedad chilena. Como lo representa muy bien una de las frases que caracterizaron esta movilización: “No son 30 pesos, son 30 años”.
Sobre esto último, debemos señalar que muchas de las demandas sociales que se fueron articulando a lo largo de las movilizaciones de octubre 2019 son el resultado de procesos liderados anteriormente por movimientos juveniles. Desde los años 2000, apreciamos que demandas estudiantiles como la educación gratuita y de calidad, el fin del lucro en educación o el cambio de la Ley de educación heredada de la dictadura fomentaron progresivamente el cuestionamiento a la base social, jurídica y económica del modelo chileno. Además del problema educacional, debemos destacar la participación juvenil en el posicionamiento y difusión de temas como el problema medioambiental o el masivo movimiento feminista del año 2018, el cual denunció en problema de la violencia de género, alcanzando relevancia mundial gracias a la performance del colectivo Las Tesis durante las movilizaciones de octubre 2019.
Gran parte de los debates públicos y de los procesos de transformación que vive actualmente la sociedad chilena son producto de las acciones de las y los jóvenes durante más de una década. Ahora bien, la masividad y relevancia de las movilizaciones juveniles como forma de participación activa en los asuntos públicos ha estado acompañada por un muy bajo interés en formas institucionales de participación en política, como el voto o la militancia en partidos políticos, manifestando un importante nivel de desafección con la política tradicional. En este sentido, el masivo triunfo de la opción Apruebo, así como el inicio del proceso constituyente, se presentan como un contexto marcado por desafíos y oportunidades ligados a la participación juvenil y su relación con las instituciones.
Un primer desafío se relaciona con las posibles interpretaciones de la importante participación juvenil en el plebiscito del 25 de octubre. Como bien han indicado los medios y analistas, las y los jóvenes tuvieron una gran asistencia a las urnas. Esto adquiere mayor relevancia al considerar que fueron unos de los principales actores sociales en lograr que hoy en día estemos viviendo este proceso constituyente. Sin embargo, es necesario evitar lecturas sobre un reencantamiento de las y los jóvenes con la política tradicional o incluso con la participación electoral; un tipo de interpretación que muchas veces abunda en el ámbito de los análisis políticos inmediatos. Sobre este punto, la juventud ha demostrado ser consciente de la gran relevancia del proceso que se vive actualmente en Chile, el cual recoge en gran parte los debates que la propia movilización juvenil ha posicionado en el debate público. Sin embargo, las y los jóvenes continuarán con sus propias lógicas de organización y participación en el ámbito social y político, las que no se pueden reducir solamente al voto.
Un segundo desafío se relaciona con la participación propiamente juvenil en las instancias de decisión sobre la nueva Constitución. Cabe preguntarse: ¿qué porcentaje de constituyentes serán finalmente jóvenes? Este punto tiene gran relevancia, ya que la composición de las y los constituyentes y el desarrollo del debate constitucional legitimará el proceso frente a la percepción juvenil, presentándose como una oportunidad de corregir, en algún grado, el bajo nivel de confianza que las y los jóvenes tienen de las instituciones políticas.
El tercer desafío se relaciona con el debate constitucional propiamente tal: ¿en qué medida la nueva Constitución recogerá las demandas sociales que durante más de una década las movilizaciones juveniles han posicionado en el debate público? El desarrollo de una nueva Carta Magna es una gran oportunidad para poder traducir en un hecho político y legislativo a la visión juvenil sobre el modelo de sociedad que Chile necesita. Por ejemplo, una Constitución que reconozca y asegure derechos sociales como la educación, la salud o las pensiones. También, que aborde las preocupaciones medioambientales que inquietan a jóvenes y adolescentes, como que el agua sea un bien de todas y todos los chilenos y no que el Estado asegure el derecho de su aprovechamiento a los privados, entre otras demandas sociales.
En suma, el rol de las y los jóvenes en el actual proceso constituyente ha sido central y no debe ser reducido solamente a la importante votación juvenil del pasado 25 de octubre. Al contrario, hoy se presenta una oportunidad para reconocer todo un proceso de movilización y participación juvenil en los asuntos públicos que durante más de una década ha propuesto avanzar hacia un país con mayores niveles de dignidad, justicia e igualdad para todas y todos sus habitantes.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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