El Badiraguato de Adèle Blazquez



En diciembre de 2013 llegó a Culiacán una joven francesa de 26 años en busca del territorio apropiado para realizar una investigación sobre vida cotidiana y violencia en Sinaloa, Adèle Blazquez, del Doctorado en Antropología y Etnología, de la École des Haute Études en Sciences Sociales de París.Luego de varias pesquisas, escogió a Badiraguato y se fue a vivir allá para iniciar su estudio.
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Con júbilo recibimos ahora el ejemplar de su tesis, titulada “Amaneció un muerto. Antropología política de la violencia armada y el cultivo de amapola en Badiraguato” (L’aube s’est levée sur un mort. Anthropologie politique de la violence armée et de la culture du pavot à Badiraguato (Sinaloa, Mexique)).Es un trabajo extraordinario que marcará un antes y un después entre los abundantes estudios sociales sobre el problema de la violencia en los pueblos mexicanos.
Así como los arqueólogos locales conmemoran con devoción la llegada a Sinaloa de Isabel Kelly, de la Universidad de California en Berkeley, en 1935 para estudiar los restos de las sociedades antiguas, dando continuidad a la labor de Sauer y Brand (como lo testimonió el brillante antropólogo del INAH-Sinaloa, Víctor Joel Santos), de igual manera, Adèle, aunque sin candilejas académicas y con discreción, generó una obra intelectual que en pocos años logrará un respeto similar entre los antropólogos sociales y etnólogos. ¿Por qué?Adèle desentrañó con métodos originales y férrea disciplina científica los procesos que nutren la violencia que azota la vida cotidiana, donde se refugian las tradiciones.
Con un conocimiento de que la historia social y la cotidianidad están vinculadas, chocan, se armonizan, como investigadora logró ser parte del pueblo y compartir el alma y las rutinas ordinarias de la gente, en las calles, las taquerías, el mundo laboral, en las oficinas públicas, las relaciones de género, los rituales en la mesa al comer, las charlas en los corrillos de ancianos, las alegrías, mitos y temores de las personas.Gracias a ello, supera las historias que muestran a esta realidad como novela negra.
Pudo trascender la faceta engañosa de que lo cotidiano es banal frente a la economía y la política, y, por el contrario, lo convirtió en una especie de hilo conductor para conocer a la sociedad rural de la sierra de Sinaloa como una totalidad, y no como un set de televisión para programas tremendistas.A diferencia de los grandes nombres, famosos reporteros de periódicos y cadenas televisivas globales, que se acompañan en sus visitas a la sierra de agentes para que los guíen hacia sitios emblemáticos y lograr entrevistas con gente “pesada”, Adèle se fue a vivir a Badiraguato, a incorporarse como una residente más, compartiendo el día a día, en las calles, las tienditas, las campañas del DIF municipal y celebraciones religiosas.Los que busquen en su tesis información sobre hechos alucinantes que alimentan una visión distorsionada de Sinaloa, se van a decepcionar.Durante 18 meses fue una estudiante francesa en Badiraguato, logrando superar los prejuicios normales que se tienen de una mujer joven extranjera que llega de repente a un pueblo acostumbrado a callar o murmurar, y a ver con cautela a los periodistas con quien fue confundida al principio.Su ejercicio como científica social y persona arroja un resultado que dejará contentos a los badiraguatenses, que no sin reticencias iniciales, la acogieron con afecto; incluso las autoridades fueron muy deferentes con ella, gracias a que siguió una estrategia metodológica reflexiva, de ensayo y error, para que los lugareños no sintieran que estaban siendo observados y entrevistados, como ocurre en las investigaciones convencionales.Ya que aparezca el libro esperamos que pueda presentarse en Badiraguato, y en la UAS, donde tuvimos el privilegio que impartiera cátedra en la Licenciatura en Estudios Internacionales.



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