“El cuadrado amarillo” – El Mostrador



Señor director:
Es a ese cuadrado amarillo que aparece en las pantallas del congreso cuando los congresistas eligen no votar ni a favor ni en contra de un proyecto es al que me referiré en esta carta. Ese cuadrado del que nació el concepto “amarillista” para referirse a esas personas que no poseen ni defienden una postura concreta, y que, como se dice en buen chileno “van para donde calienta el sol”. Ese cuadrado amarillo, que representa la abstención del voto en el congreso.
Los congresistas son las autoridades que se eligen periódicamente con la finalidad de discutir y dialogar, y de esta forma, crear o derogar las leyes. Son la encarnación del poder legislativo, por lo tanto, son una de las partes fundamentales de nuestro sistema político. La forma en que ejercen sus facultades es mediante las sesiones de congreso, donde se postulan proyectos ley, se les hacen indicaciones o cambios si es que lo amerita, y finalmente, se votan para ver si el proyecto se aprueba y se convierte en ley, o se rechaza y es pospuesto o eliminado. En fin, para que este poder funcione en su plenitud, requiere de una participación activa de sus miembros. ¿Pero cuál es la utilidad de la abstención en este proceso?
Existen dos caras sobre esto. La primera, y de la que deriva el termino amarillista, es cuando la abstención es usada por el parlamentario como voto estratégico. Por poner un ejemplo, imaginemos el hipotético caso en donde hay un proyecto de ley que favorece evidentemente a un poderoso grupo económico o empresarial en desmedro de la ciudadanía. En ese caso, es cuando el parlamentario ocupa la opción de abstención, ya que, si el proyecto se convierte en ley, él nunca se habrá plantado en contra, por lo que los grupos favorecidos podrían beneficiarlo, pero, por otro lado, si el proyecto es rechazado, tampoco sale mal parado, ya que no lo defendió en ningún momento.
En otras palabras, la abstención parlamentaria solo dificulta el correcto funcionamiento del poder legislativo, puesto que, en primer lugar; libera a nuestros congresistas o les proporciona un medio por el que evitan tener que estudiar los proyectos de ley propuestos, presentar indicaciones y mostrar una postura contraria o favorable a ellos (cosa que es precisamente su trabajo); y en segundo lugar, la abstención les sirve para poder camuflar sus intereses propios a la hora de votar, ya que, además del ya mencionado uso de voto estratégico, puede servir también a modo de voto indirecto, como, por ejemplo, en casos de acusaciones constitucionales, donde votar abstención es lo mismo que votar en contra de la acusación.
En conclusión, eliminar la facultad de la abstención parlamentaria, presionando así a los parlamentarios para que estudien los proyectos y muestren su postura respecto de ellos, sería una gran medida para reforzar nuestra democracia, haciéndola más sana, transparente y eficiente. Porque, al fin y al cabo, la única forma de conocer verdaderamente a un político es por sus actos, por lo que, si queremos ver de que lado se ponen realmente la chaqueta, podemos empezar por eliminar aquel ambiguo cuadrado amarillo.
Juan Pablo Vitali Magasich



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