Convención Constitucional en la Iglesia católica



Señor Director:
La columna de Jorge Costadoat pone un interesante contexto para compartir algunas reflexiones ante cierta perplejidad que advierto del pueblo cristiano frente al proceso de reflexión constitucional que vive Chile.
La propuesta del profesor Costadoat es interesante. No estoy en condiciones de dar un enfático apoyo o un categórico rechazo.
Con todo, aprovechando la analogía que nos ofrece el contexto político, bien podríamos preguntarnos algunas cosas.

Podría ser interesante que los cristianos dijéramos nuestro “nunca más”. Nunca más pactar con el poder. Nunca más esperar del poder, de la imposición y coacción jurídicas, la defensa de aquello que estimamos valioso.

Lo que se supone que deseamos (la llegada de Su Reino, la ciudad divina aquí en la tierra) sólo puede depender de 2 elementos: el propio testimonio y Su Voluntad (llegará cuándo y cómo Él quiera).

Nada se ha sacado con tener el reconocimiento de la familia o el principio de subsidiariedad en el artículo 1° de la Constitución, si finalmente los cristianos vivimos con lógicas ajenas al amor a Cristo y su Iglesia.

Decía precedentemente: “lo que se supone que deseamos”, pues, efectivamente, no puede darse por descontado que así sea. Es más, si el mundo está descristianizado es porque, en primer lugar, los cristianos estamos así. Ha sido la sal la que ha perdido su sabor.
Somos nosotros los que nos ufanamos de otras cosas, nosotros los que vivimos para otros dioses, aunque aún algunos nos autoproclamemos católicos. “No son los que me dicen “Señor, Señor” los que hacen la voluntad del Padre”. No es en la alta reflexión cristológica o eclesiológica donde se encuentra al cristiano, sino en su reconocimiento de Cristo presente, aquí y ahora, en la carne, en la realidad existencial.

No. Creo que no necesitamos una Convención Constitucional en la Iglesia Católica. Los católicos, en primer término, necesitamos preguntarnos dónde está el gusto de la vida; para quién (de hecho) vivimos; dónde hallamos una razón para vivir nosotros, que se pueda ofrecer al resto de hombres y mujeres, compañeros en la aventura humana de la búsqueda del significado de la vida. Como dice un amigo: “no se trata de quién tiene la razón, sino de cómo es posible vivir”.

Eduardo Salinas Venegas
Bautizado



Source link

Related Posts

Add Comment