Ahora sí voltean a ver a Michoacán, un Estado que se presume en la ingobernabilidad, hecho que como todo lo sucedido en este país y el mundo, tiene un origen no muy lejano en las decisiones de pésimas administraciones y en las corruptelas sostenidas durante décadas justificadas en la avaricia de quienes, con traje y vestido de diseñador, hacían y siguen haciendo, lo que quieren a conveniencia. Quienes habitamos esta linda y por demás rica en recursos naturales, región del país, sabemos que nunca les hemos importado a las elites partidistas y a los dueños del capital, quienes hoy al sentirse amenazados, enarbolan nuestra bandera, de la misma forma que hacen los imperialistas gringos en todo el hemisferio sur, hoy nos traen democracia.
Ahora sí el gobernador del Estado habla sobre el narcotráfico y lo pone como un problema grave en la discusión pública, acusa nexos entre las organizaciones delictivas que operan en territorio michoacano y políticos de otros partidos, culpa al gobierno federal de dicha infiltración y exige resultados, resultado que el mismo no ha dado en casi ya 6 años de mandato. Un examen de control de confianza realizado en 2013 demostró que 700 policías estatales de cerca de dos mil no eran aptos para su puesto, es decir, reprobaron dicha evaluación. Un examen de las mismas condiciones reveló que para 2017, 400 policías seguían sin ser aptos para dicho cargo. Un examen electoral realizado el pasado 6 de junio demostró que los partidos políticos que encabezaron las administraciones cuyos policías estatales no resultaron ser confiables, no son aptos para seguir gobernando.
Ahora sí parece que importa el tema de seguridad en las cúpulas partidarias de la alianza denominada “Va por México”, una vez que se cierra la mina de oro, están dispuestos a dinamitarla con todo y mineros adentro. El problema del tráfico ilegal de estupefacientes no es nada nuevo, si bien sabemos que es un tema histórico en nuestro país y propiamente en la región de Michoacán, también sabemos que ha ido escalando y que la bola de nieve que se ha venido formando tiene nombres y apellidos. En los tiempos recientes los gobiernos han sido no solamente cómplices ciegos y sordos, también han sido operadores. Para esclarecer dicho tema, vamos con los nombres lector.
En 2006 Felipe Calderón inauguró su sexenio con el operativo “Michoacán Seguro”, operativo que a la postre sería enmarcado como el inicio de la famosa “guerra contra el narco”, su política insignia. Varias investigaciones periodísticas ya han demostrado la infiltración de algunas organizaciones delictivas en las estructuras policiacas y militares por orden del gobierno encabezado por Calderón, quien buscaba a toda costa, hacerse comparsa de la federación de carteles de la droga encabezada por Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como “el Chapo”. Cabe señalar que los encargados de dicha política de seguridad en su gabinete están hoy presos al igual que el capo mencionado y muchos de sus operadores. Por si fuera poco, el terror desenfrenado que desató la estrategia calderonista de seguridad fue aplastante, decapitados en Uruapan, colgados en el Aguaje, desplazados en todo el valle de Tierra caliente, desapariciones forzadas, enfrentamientos a la luz del día, muertos y más muertos, impunidad y más impunidad, narcoestado, narcogobierno, daños colaterales.
Te puede interesar: A puñaladas iguales, llorar es cobardía – La Opinión de Benjamín Mendoza
Para 2013 en territorio michoacano un grupo de ciudadanos decidieron tomar las armas y surgió el movimiento de las “Autodefensas”, con el PRI nuevamente en los pinos como sucursal del PAN, se designó al general brigadier Alberto Reyes Vaca como Secretario de Seguridad Pública de la entidad. El mismo que tenía reprobados a 700 policías, el mismo que durante el sexenio de Calderón era comandante del 80 batallón de infantería con sede en Tlaxcala y que fue innumerablemente acusado de orquestar y ordenar a sus subordinados extraer combustible de los ductos de Pemex, todo en contubernio con los carteles y la presidencia de la república. El entonces Secretario de Gobierno, Osorio Chong lo nombró como Secretario de Seguridad en Michoacán para apagar el incendio que el comandante Mireles avivaba en medios internacionales. Después de un rotundo fracaso y de múltiples denuncias por realizar fiestas en cuarteles y cantar narco corridos de la mano de Gerardo ortega y el grupo musical “Calibre 50”, Alfredo Castillo sería el emisario del PRIAN para poner fin a la ingobernabilidad.
Ahora sí, esto va tomando forma. Castillo apresó a Mireles, quien sobrevivo a un atentado, el desfile de gobernadores y de figuras del narcotráfico en medios nacionales inauguró la etapa del virrey Castillo. Las autodefensas se infiltraron y terminaron convirtiéndose en policías rurales, la gente de Castillo se hizo de la Secretaría de Seguridad del Estado y aplastaron a “Los Caballeros Templarios”, el cartel predominante en la zona,
ese mismo cartel que según Milenio tenía en su nómina a Reyes Vaca, ese cartel cuyo líder, Nazario Moreno Gonzáles alias “El Chayo” revivió mágicamente después de ser abatido por la Policía Federal de Calderón y García Luna, ese cartel que tuvo como último referente a Servando Gómez “La Tuta”, quien según declaraciones de la hermana de Felipe Calderón, tenía nexos cercanos con el equipo del hoy gobernador Silvano Aureoles.
Te puede interesar: Como gobierno no evadiremos nuestra responsabilidad, Michoacán nos necesita: Bedolla
Para 2015 Aureoles ganaría la elección como gobernador y en la Secretaria de Seguridad haría cambios mínimos. Después de pactar con Peña Nieto y de apoyar el famoso “Pacto por México”, el PRI operó para que Aureoles obtuviera la silla. Después de que Bernal Bustamante tuviera un paso gris por la Secretaría de Seguridad estatal, Aureoles lo removería a un encargo menor, llegaría Juan Bernardo Corona y como subsecretario Gómez Arrieta. Sin resultados en materia de seguridad y con un cartel, según investigaciones periodísticas, empoderado a conveniencia por la gente de Castillo, Silvano continuó la receta, el grupo delictivo autonombrado “Los Viagras” fueron quienes a costillas del gobierno estatal y federal iniciaron una reingeniería del narcotráfico en la entidad. Gómez Arrieta tendría que irse de la Subsecretaria después de que se le comprobara su participación en el caso Ayotzinapa, lo cual evidencia una fuerte relación entre los gobiernos del PRIAN a nivel federal y del PRD a nivel estatal.
Juan Bernardo Corona, uno de los consentidos de Silvano, también tiene su historia, sí, es ese al que le reprobaron el examen de control de confianza 400 policías. Para no hacer el cuento más largo, mientras Aureoles llamaba a votar por el candidato del PRI a la presidencia de la república y no por el que abanderaba su partido, muy convenientemente, según lo señalado por múltiples investigaciones, Juan Bernardo intervino en la pugna entre “Los Viagras” y el nuevo cartel que busca la hegemonía delictiva del país “Cartel Jalisco Nueva Generación” al mando de Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho”. Haciéndola de doble agente, empeoró las cosas en Michoacán. Como premio, fue designado como dirigente estatal del PRD, y los resultados de esa acumulación de basura, hoy querido lector, hoy los padecemos en todo la entidad.
¿Cómo hacemos para descifrar este entramado de nombres y partidos? Fácil, seguimos la ruta del gobierno federal panista, luego del priista y terminamos con la estructura gubernamental estatal de la actualidad. ¿Cómo medimos los resultados de Aureoles en
materia de seguridad sin la injerencia del gobierno federal de la 4T? Revisando los indicadores de 2015 a 2018, donde los homicidios dolosos aumentaron un 75% y las víctimas letales del narcotráfico incrementaron un 99% según, curiosamente, el portal Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad. Entonces… ¿De qué demonios habla el gobernador ahora, cuando acusa una infiltración del crimen organizado en las recientes elecciones y un apoderamiento de los espacios públicos por parte de estos grupos solapado por el gobierno federal actual y su estrategia de seguridad? ¿Qué hace con su banquito verde y su papel, por demás patético de víctima cuando en sus primeros tres años, al igual que sus tres últimos como ejecutivo estatal, ha fracasado por omisión o por colusión en materia de seguridad su gobierno? Si tiene pruebas, ¿Por qué no actúo? ¿Qué hizo su gabinete? ¿Lo mismo que sus predecesores? ¿Seguir las órdenes de los gobiernos prianistas? ¿Quién fue realmente “El Maribel”, operador del CJNG recientemente asesinado en la región de Huetamo y a quien los vecinos de esa zona reconocen como pariente cercano del gobernador? ¿Por qué la gente de Buena Vista Tomatlán afirma que el gobernador asistía a reuniones con el líder de “Los Viagras” en las rancherías aledañas? ¿Qué hace Silvano con Juan Bernardo, con Gómez Arrieta, con la gente de Castillo la Secretaría de Seguridad Pública de Michoacán, con el PRIAN que protegió y avaló a Reyes Vaca?
¿Qué hace un taxista seduciendo a la vida? Canta Arjona, nosotros cantamos ¿Qué hace un gobernador empujando a un profesor? Disculpe lo largo de la columna, noble lector, empero, citando a otro cantautor, aclaro que yo “no canto por cantar”, el periodismo también es un arma informativa, y en estos tiempos, en los tiempos del banquito verde, en Michoacán, se vuelve necesario poner nombres y apellidos a la crisis humanitaria que hoy vivimos. A propósito del estreno del documental sobre la muerte de Manuel Buen Día les ruego me permitan otra cita, y es que sin afán de incomodar a nadie tengo claro que cuando uno critica al gobierno pone en riesgo su trabajo, pero cuando expone sus nexos con la delincuencia organizada, pone en riesgo su vida, ojala sirva de algo mi columna.
Ahora sí a todos les importa lo que sucede en Michoacán, ahora sí que no gobiernan ellos ven las fallas, ahora sí Silvano, ahora sí te llego tu hora… Mientras tanto, Michoacán en la encrucijada.
Las opiniones vertidas en las columnas son de exclusiva responsabilidad de quienes las suscriben y no representan necesariamente el pensamiento ni la línea editorial de Monitor Expresso
