“Hay que volver a las escuelas, pero no a costa del contagio”




1.- Sí, claro que sí, hay que volver a las escuelas. El escenario creado por la sociedad de todo el orbe y desde las épocas civilizadas para conocer y aprender del saber, de la ciencia y de la cultura de los demás, son las aulas, los patios y laboratorios de los recintos escolares. Por eso, hay que regresar a los alumnos a las escuelas para que convivan, para que charlen y jueguen con sus compañeros. Es necesario que vuelvan para que recuperen la Salud Emocional disminuida por más de un año de encierro en sus casas, y por tantos meses alejados del contacto con sus profesores y de la interacción social y educativa de alumnos de su misma edad y con similares intereses, preocupaciones, aciertos y miradas compartidas sobre la vida en el hogar y en las escuelas, que es como se genera y fortalece la cultura entre los niños y los jóvenes estudiantes; pero no a costa del contagio, de la hospitalización y de la muerte de algunos de ellos por Covid-19.2.- Sí, claro que sí, la industria manufacturera y comercializadora del calzado y uniformes escolares, las librerías y las papelerías necesitan reactivar sus actividades económicas para vender las prendas de vestir, los libros, libretas, juegos geométricos y el montón de útiles escolares que, en las escuelas, les piden a los alumnos, como si todos los padres de familia, tuvieren dinero suficiente para alimentarlos y comprar, además, todo lo que les exigen para su educación escolarizada. Sí, claro que es necesario que los estudiantes regresen a las aulas para que haya flujo de dinero y liquidez en la economía que se sustenta del consumo estudiantil en los inicios y a lo largo de todos los ciclos escolares; pero no a costa del contagio, de la hospitalización y de la muerte de algunos de ellos.
Mantente informado sobre lo que más te importa

Recibe las noticias más relevantes del día en tu e-mail

¡Gracias por suscribirte!
Revisa tu bandeja de entrada para confirmar tu e-mail y empezar a recibir las últimas noticias

Aprovecha y da el siguiente paso
Recibe nuestras alertas de noticias para no perderte de nada
Recibir notificaciones

¡Bien! Te has suscrito a notificaciones
Configura y elige tus preferencias
Configurar notificaciones

Ingresa tu e-mail

Suscribirme

Suscribirse implica aceptar los términos y condiciones

¡Bien! Te has suscrito a notificaciones
Configura y elige tus preferencias

3.- Sí, claro que sí, los camioncitos escolares y el enorme complejo del transporte urbano ya claman por el regreso a las clases presenciales, pues necesitan el ingreso económico de los miles y miles de estudiantes que van a las escuelas y regresan a sus casas en esos grandes y, a veces, vetustos camiones que ahora resienten la ausencia de los pasajeros escolares, a los que necesitan para subsistir; pero no a costa del contagio, de la hospitalización y de la muerte de algunos de ellos.4.- Sí, claro que sí, las tienditas escolares y las tiendas aledañas a las escuelas agonizan sin vender el montón de galletas, frituras, refrescos, dulces, paletas, chicles y chocolates que por miles consumen los alumnos de educación básica y de otros niveles educativos; por supuesto que, como todos, ellos también tienen derecho a ganarse el sustento para sus familias, al vender chucherías y comida chatarra a los niños de primaria y adolescentes de secundaria y preparatoria; pero no a costa del contagio, de la hospitalización y de la muerte de algunos de ellos.5. Sí, claro que sí, hay miles de madres de familia que tienen derecho a dejar de ser las maestras que jamás quisieron ser, así muchas de ellas sean egresadas de alguna institución formadora de docentes, no se diga ya de las que ni siquiera el bachillerato terminaron. Y es que esas madres viven atareadas en las actividades del hogar y en atender las necesidades propias de sus esposos y de sus hijos, como para luego explicar y ayudarles con actividades curriculares que nunca en sus tiempos de estudiante les interesaron ni supieron comprender. Estamos de acuerdo en que esas madres, con el entendimiento a punto de rayar en la locura por no entender ni a los programas escolares ni a los profesores que los exigen, tienen todo, pero todo el derecho de mandar a sus hijos a las escuelas para ellas volver a descansar y a recuperar la cordura perdida por las clases virtuales de sus retoños; pero no a costa del contagio, de la hospitalización y de la muerte de algunos de ellos.6.- Sí, claro que sí, hay miles de alumnos que quisieran volver a las escuelas, pero muchos de ellos no lo hacen con la ilusión de aprender más y mejor, ni volverían con la firme decisión de ya no faltar a una sola de sus clases, ni con la estrategia de ya no evadir las preguntas de los profesores con miradas esquivas y respuestas absurdas, que muestran la falta de interés por el conocimiento que las clases presenciales (al igual que las virtuales) significan para ellos. Sí, por supuesto que esos miles de alumnos tienen todo el derecho de recuperar su Salud Emocional, al volver a las escuelas para divertirse en los pasillos, en las cafeterías y en las canchas escolares, junto a muchos otros de sus compañeros estudiantes, aunque varios de ellos no aprendan nada nuevo y sigan, en las aulas, con la misma apatía escolar que mostraban antes de que la pandemia obligara a estudiar desde sus casas a millones de alumnos que ahora, dicen los especialistas, reclaman su derecho de volver a las escuelas, un derecho justo y democrático al cual debemos de atender; pero no a costa del contagio, de la hospitalización y de la muerte de algunos de ellos.7.- Sí, claro que sí, muchos miles de profesores quisiéramos volver a las escuelas porque ya no soportamos el peso de las clases a través de las pantallas. Ni el presupuesto económico alcanza para pagar la mensualidad del internet, el incremento del recibo de la energía eléctrica, las reparaciones y compra de los equipos de cómputo y los altos costos de los planes de los teléfonos celulares para atender a los alumnos por whatsapp, por Facebook o por las otras aplicaciones que ahora la educación cotidiana vino a poner de moda entre profesores que siempre de los siempres fuimos (y lo seguimos siendo) cien por ciento prehistóricamente digitales. Claro que la frustración ante el avasallamiento tecnológico, la novatez ante las exigencias de acceder a plataformas desconocidas y de programar guiones didácticos y evaluar a través de Sistemas sencillos, pero complejos para muchos de nosotros, justifica el deseo de volver a las escuelas para miles de profesores que ya no hallamos la manera de atender y de motivar a nuestros alumnos, para volver a despertarles el anhelo y la curiosidad por aprender, de manera constante, inteligente y duradera; pero no a costa del contagio, de la hospitalización y de la muerte de algunos de ellos.8.- Sí, claro que sí, pero por supuesto que clarísimo que sí hay muchos, pero muchos profesores que anhelamos volver a las escuelas para mirar de frente a nuestros alumnos, para charlar con ellos y propiciar el intercambio de cultura y de saberes con la conversación atenta y amigable, a la vez que argumentada y educativa; claro que abundamos quienes deseamos la educación presencial por entender que es la manera más humana para la transferencia de valores, la generación de las estructuras sociales y científicas del conocimiento y para la adecuada y armoniosa convivencia pedagógica de nuestros estudiantes; pero no a costa del contagio, de la hospitalización y de la muerte de algunos de ellos.9.- Sí, claro que sí, la clase política está muy pero muy interesada porque volvamos a las escuelas minimizando el riesgo sanitario, porque lo que importa es mover y reactivar la economía y, sobre todo, enviar un mensaje de que la pandemia se controló y de que las medidas cautelares y preventivas implementadas por las Autoridades Sanitarias son efectivas al 50 por 2. Y nadie niega que es una excelente estrategia mediática desde el punto de vista empresarial y político, y hasta sería, en apariencia, un gesto patriótico apoyar esa postura para convencer, obligar o persuadir a millones de alumnos para que vuelvan a las escuelas; y miles de profesores la apoyaríamos para reactivar el conocimiento estancado y atemorizado atrás de las cámaras de las pantallas cerradas por nuestros alumnos; pero no a costa del contagio, de la hospitalización y de la muerte de algunos de ellos.10.- Sí, claro que sí, la sociedad requiere con urgencia volver a la normalidad, aunque ésta ya no sea la misma a la que estamos acostumbrados y en la que tanto esfuerzo nos cuesta dejar de vivir; por eso es importante que desde las escuelas y desde los hogares, empecemos, con el empeño educativo y vocación de los profesores y con el cariño paternal y familiar presentes en cada casa, a construir los hábitos y las costumbres para educarnos a vivir y a convivir de manera distinta por completo en una Nueva Normalidad, esa Normalidad que millones de mexicanos todavía no pasamos a creer como importante y necesaria para detener a este virus que ya no se irá jamás de nuestras vidas y, por lo tanto, estará siempre estacionado en las escuelas, en los hogares, en el transporte escolar, en las aulas, en los baños y en los pasillos y canchas escolares, en espera de atacar a nuestros alumnos y a nosotros mismos, los profesores que, en apariencia, nos cuidamos tanto y tan bien.Tenemos, ahora que sí, atender lo que algunos intelectuales nos dijeron hace tiempo: tenemos que desaprender lo que se nos enseñó y se nos inculcó por años en la casa y en la escuela, incluso desde el preescolar. Tenemos que evitar el contacto personal hasta con los mismos familiares, dejar de saludar de mano y de beso en la mejilla, dejar de compartir el lonche con los amigos, es más, dejar de comer juntos en las bolitas de amigos o en el comedor de las escuelas, dejar de hacer las tareas en la biblioteca o en la sala y comedor de los hogares cotorreando con los compañeros del equipo, dejar de sentarnos junto a la mejor amiga en el salón y ya no apartar el asiento a nadie, más bien, alejarlo lo más que se pueda de nosotros, dejar de salir a excursiones escolares, a viajes de estudio programados, dejar de asistir a conferencias, actividades y eventos artísticos en los auditorios de las escuelas, evitar los deportes de contacto y olvidarnos para siempre de las posadas navideñas, de los desfiles patrióticos, de las reuniones y festejos por el Día del Amor y la Amistad, del Maestro, del Niño, de la Madre, o de cualquier otra fecha o evento cívico, deportivo, social o cultural que se acostumbró siempre festejar en la escuelas. Ir a la escuela ya no será tan bonito ni tan educativo ni tan socialmente humano, porque ya no podremos sentarnos cerca de los amigos, ya no podremos jugar con ellos, ya no comeremos tortas juntos, ya no tomaremos café compartiendo un rato con los cuates de verdad, ya no habrá reuniones académicas presenciales para discutir los asuntos escolares, ya no habrá debates, simposios, coloquios ni eventos artísticos, deportivos, académicos o culturales en los que podamos convivir de cerca con la comunidad educativa de las escuelas. Ya no será recomendable acercarse al escritorio del Maestro, ni éste saludar de mano a sus alumnos; ya no será bueno acercarse a consolar a ningún alumno con problemas familiares o de cualquier otra índole; ya no podremos convivir con los demás como siempre lo hicimos y se nos educó para que así lo hiciéramos.Todo será nuevo en las escuelas y, para estar a salvo del contagio del Covid 19, tenemos que organizar y acatar una inamovible serie de actividades sanitarias de convivencia escolar protocolaria que se convertirán en la Normalidad Mínima de sobrevivencia estudiantil en las instituciones educativas de la era actualizada. Eso si queremos, de verdad, evitar el contagio, la hospitalización o la muerte de algunos integrantes de las comunidades escolares del país.¿Y, entonces, si ya no podemos hacer lo que siempre hicimos en las escuelas, para qué nos dicen que debemos de volver a ellas?Por José Manuel Frías

Síguenos en



Source link

Related Posts

Add Comment