A 25 años de la muerte de Osvaldo Pugliese recordamos algunos de sus éxitos


Un día como hoy de 1995 fallecía Osvaldo Pedro Pugliese, pianista, director y compositor argentino y uno de los mayores exponentes del tango. Su estilo continúa inspirando a músicos y tangueros de todo el mundo y a 25 años de su muerte lo recordamos con algunas de sus mejores piezas.

Nació en el barrio porteño de Villa Crespo el 2 de noviembre de 1905 y tanto su padre como sus hermanos mayores eran músicos. De hecho fue su papá el que le compro su primer violín y lo introdujo en el mundo de la música al enviarlo a estudiar al Conservatorio Odeón del barrio de Villa Crespo.

Pero el instrumento que lo hizo destacarse como una de las figuras más recordadas e importantes de la escena nacional fue el piano, instrumento que aprendió a dominar de la mano de grandes maestros como Vicente Scaramuzza y Pedro Rubione.

A los quince años formó parte de un trío musical junto con el bandoneonista Domingo Faillac y el violinista Alfredo Ferrito. En un bar llamado el “Café de la Chancha” debutó con aquellos dos maestros.Luego, lo hizo participando con otro conjunto, en la que se encontraba Francisca Bernardo, la primera bandoneonista de la Argentina, más conocida como “Paquita” o “la flor de Villa Crespo”.

Luego, fue integrando distintos grupos musicales hasta que en la década del 30 formó su propia orquesta junto con el violinista Elvino Vardaro. En el Café Nacional realizaron su primera presentación y con la que ganaron una amplia repercusión y lograron llevar adelante la primera gira por el país. En 1936 creó una orquesta con la que cosechó su gran reconocimiento durante 55 años en los que Pugliese creó más de 150 canciones. También grabó más de 600 piezas de otros músicos y autores.

Tal era la talla de Pugliese que en 1985 festejó su cumpleaños número 80 en el Teatro Colón, donde una su orquesta tocaría frente a un masivo público. Así, logró conquistar con su arte popular un lugar reservado casi exclusivamente para la música y lírica académicas.A Osvaldo Pugliese no solo se lo reconoce como uno de los grandes músicos argentinos, sino también como un artista comprometido con la política y el trabajo de músicos, intérpretes, compositores, y sus derechos y obligaciones.

En 1935, cuando impulsó el Sindicato Argentino de Músicos para promover las labores de la música como “una dignidad personal y no un castigo”, decían desde la organización. Un año después, también se afilió al joven Partido Comunista Argentino.Sus ideas le valieron la persecución, censura y hasta la cárcel durante el último gobierno de Juan Domingo Perón y la posterior dictadura de la “Revolución Libertadora”. Aún así, Osvaldo Pugliese nunca dejó de tocar.

Un divertido dato de color es que a Pugliese se lo invoca en un gesto de “antimufa” o “antiyeta”. Todo comenzó, se dice, durante un recital de Charly García, en el que se desencadenó una serie de situaciones y problemas técnicos que retrasaron el comienzo del espectáculo.El sonido no funcionaba bien, hasta que alguien del equipo intentó hacer una prueba con un disco de Pugliese. Desde ese instante, todo empezó a mejorar y Charly pudo dar su show. A partir de ahí, nació el mito de la buena suerte que traía invocar al músico.

Recibió innumerables distinciones como la otorgada por el gobierno de Cuba, la medalla “Alejo Carpentier”; el gobierno francés lo nombró Commandeur de L’Ordre des Arts et Letters y Buenos Aires lo declaró Ciudadano Ilustre.La Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (SADAIC) y la Asociación de Coleccionistas de Tango colocaron una placa en la Av. Corrientes por sus 50 años de carrera y aporte a la cultura argentina. En 1990, recibió el título de Académico Honorario de la Academia Nacional del Tango.

Además, la estación Malabia de la Línea B de subtes de Buenos Aires pasó a llamarse también Osvaldo Pugliese a partir del 2011, luego de una campaña de miles de vecinos de su Villa Crespo natal y admiradores firmaron un petitorio.El 25 de julio de 1995, a los 89 años, falleció en la Ciudad de Buenos Aires. Su hija Beba y su nieta Carla, también pianistas, continúan el legado de aquel grande de la música que sigue más vigente que nunca.



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