Pablo Musse manejó los más de mil kilómetros entre su lugar de residencia en la localidad de Plottier, Neuquén, hasta Alta Gracia, para visitar a su hija, convaleciente de un cáncer de mama de grado 4, cuando el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) de Córdoba lo obligó a regresar.El caso de Solange Musse, nos conmovió a todos y fue uno de los tantos que nos marcó en el 2020 durante la difícil etapa de confinamiento. En aquel momento, la joven escribió una conmovedora carta, solicitando que dejaran ingresar a su padre, solo para poder despedirse con el último hilo de vida que le quedaba. Pablo nunca obtuvo el permiso.
Hoy, con el tiempo transcurrido, y tras el escándalo del momento, donde mientras transitábamos un confinamiento severo, diferentes personas entraban y salían de la quinta de Olivos, sin ser esenciales.En diálogo con Radio Rivadavia, Pablo se refirió a esta situación y expresó su indignación: “El adiestrador del perro del presidente tuvo más derechos que mi hija” sostuvo.Y agregó: “Quimioterapias y operaciones suspendidas por el tema del covid-19 y el señor Presidente con su primera dama celebrando cumpleaños. Se nos cagan de risa en la cara”, dijo enojado.Refiriéndose específicamente sobre los ingresos a la casa del Presidente opinó que esta situación refleja la “doble vara” que presentan los gobernantes, quienes exigen y sostienen una postura pública y puertas adentro hacen lo opuesto, dado que la prohibición de la circulación no regía para todos por igual.”Nosotros teníamos todos los permisos necesarios para reunirnos con Solange y no pudimos”, recuerda.Por último el hombre criticó a todo el arco político, tanto al oficialismo como a la oposición y afirmó que es necesario que la política se renueve. A modo de ejemplo, contó que se presentó la ley del “Último Adiós”, a los legisladores de Córdoba, pero que no tuvo quórum por cuestiones políticas.