Una nueva visión de la discapacidad gracias al deporte paralímpico



Nos encontramos viviendo un momento histórico para las personas en situación de discapacidad (PsD) en Chile. A diferencia de la forma en que comúnmente las representamos, es decir como personas que generan lastima, posicionados para despertar compasión y dependientes de la caridad de todas y todas, hoy se nos devela “la realidad”, donde podemos ver la expresión máxima de sus capacidades alejándonos de esos estereotipos negativos que hemos construido. Estamos ciertos que no son los primeros juegos paralímpicos ya que estos se iniciaron en 1960 y desde entonces llevamos un recorrido donde se evoluciono para labrar un camino hacia la igualdad de derechos, esto reflejado en la incorporación de los juegos paralímpicos a la par con los juegos olímpicos desde 1988 en Seúl. Sin duda como país también estamos avanzando, por primera vez la televisión abierta transmite este evento deportivo dedicando tiempo, espacios televisivos e incorporando a panelistas especialistas tales como para-atletas y representantes del comité paralímpico. Por fin vemos que la televisión nacional dependiente del Estado vela por garantizar los derechos de este colectivo como se expresa en el compromiso adquirido al ratificar el año 2008 la “Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad”, que en el artículo 30º, busca asegurar la “participación en la vida cultural, las actividades recreativas, el esparcimiento y el deporte”. Además, esto reforzado explícitamente en la Ley Nº 19.712 conocida como Ley del Deporte, publicada en febrero de 2001, que incluye las modificaciones aportadas por la Ley Nº 20.978 realizadas en Diciembre de 2016 y que reconoce el deporte adaptado y paralímpico, en su artículo 2º señala que “es deber del Estado crear las condiciones necesarias para el ejercicio, fomento, protección y desarrollo de las actividades físicas y deportivas,  estableciendo al efecto una política nacional del deporte orientada a la consecución de tales objetivos. Al parecer este evento fuera de las normativas y aspectos legales de los cuales debemos hacernos parte como agentes fiscalizadores y promotores de su cumplimiento, esta impactando en los ciudadanos demostrándonos que tener acceso a un evento de alto nivel para ocupar nuestro tiempo, promoviendo hábitos y conductas que apuntan a un bienestar general, puede captar la atención de los televidentes así como también lo hacen los juegos olímpicos o juegos de deportistas convencionales que sin duda generan expectación, admiración y rating para quienes adquieren sus derechos. Cuando presenciamos los juegos olímpicos nos deslumbramos con deportistas que llevan al máximo las capacidades físicas y mentales superando récords y cruzando la línea de lo que fisiológicamente creemos es el límite de nuestras posibilidades. Estamos frente a lo mismo al presenciar los juegos paralímpicos: personas que realzan el concepto de la diversidad entendiendo que todos y todas somos distintos y que eso enriquece a nuestra sociedad. En este caso la funcionalidad física, sensorial y mental es distinta al común en cada uno de ellos y ellas, pero al momento de enfrentar un reto deportivo explotan al máximo sus capacidades, con marcas distintas pero que al estar compitiendo en igualdad de condiciones y garantizando la competencia justa superan récords y llevan al límite sus posibilidades también.
Chile viene en ascenso en cuanto a resultados deportivos en esta línea, sin duda ha tenido que enfrentar históricamente las problemáticas que ocurren en el deporte convencional, también se ha visto envuelta en malos manejos de fondos destinados al desarrollo deportivo paralímpico, pero actores relevantes deportistas, dirigentes, técnicos y otros aportaron a limpiar el nombre del paralimpismo y comenzar a hacer las cosas de buena forma. Contamos con un comité paralímpico actual que ha llevado a cabo un proceso de desarrollo que para quienes están en el medio es evidente el avance, para quienes no están en el medio, esto se ve reflejado en los resultados que se expresan en la cantidad de disciplinas deportivas, cantidad de deportistas, número de profesionales que apoyan a los deportistas, participación en eventos internacionales, cantidad de deportistas en las delegaciones y sin duda las medallas obtenidas ya sea en mundiales, juegos parasudamericanos, parapanamericanos y paralímpicos.
En los Juegos Paralímpicos de Tokyo 2020 ya estamos consiguiendo una participación histórica con 19 deportistas, logramos obtener por segunda vez medallas en una paralimpiada, la primera y única hasta estos juegos fue obtenida por Cristian Valenzuela en los paralímpicos de Londres 2012 en atletismo de pista en 5000 metros. Cristian compite en clasificación de personas ciegas y nos llevó por primera vez a ver nuestra bandera izada en el podio y entonar nuestro himno en el máximo evento deportivo para personas con discapacidad. Ahora ya tenemos a nuevos deportistas que van a quedar en la historia. Hasta el momento Alberto Abarza llega a posicionarnos en primer lugar en natación y nos ilusiona con sumar más preseas, Alberto compite en discapacidad física y ha hecho noticia por sus logros, su perseverancia y por mostrarnos que con sacrificio y profesionalismo se pueden lograr grandes cosas. Nada de esto es distinto a lo que debe hacer un deportista convencional, las dificultades están en las que pone el medio al no ser accesible por ejemplo o por las barreras que ponen las actitudes de las personas que como ya planteé han sido construidas y perjudiciales para la imagen de las personas en situación de discapacidad. En sus declaraciones Alberto resalta el sacrificio que debe hacer “levantándose a las 5 de la mañana y entrando al agua fría en ocasiones para entrenar”: nada distinto a lo que otros deportistas convencionales deben hacer en el alto rendimiento. Solo busco con esto presentar lo realizado desde una mirada donde se realzan las capacidades sin victimizar, sin posicionar desde una mirada paternalista resaltando al “pobrecito”, sino más bien resaltando al deportista de alto rendimiento que por sus capacidades y dedicación llega a lo más alto del deporte paralímpico, sin acompañar sus logros de música triste, sino más bien de música para campeones.
Los juegos paralímpicos están en pleno desarrollo, esta delegación se destaca por la paridad de género y ya podemos sumar a dos históricas más en esta nueva construcción de los logros deportivos para nuestro país, ambas también compitiendo en discapacidad física. Por un lado, una deportista experimentada como Francisca Mardones quien nos entrega una medalla de oro en lanzamiento de la bala y una debutante como Mariana Zuñiga quien nos posiciona con medalla de plata en arquería. Sin duda se sigue escribiendo la historia y ahora por parte de nuestras mujeres, otro avance significativo en la equidad y garantía de derechos. Aún quedan juegos y estamos expectantes a que algunos deportistas más de nuestro “Team paralímpico” nos lleve nuevamente al podio, sin duda para muchos esto puede ser una expresión de inclusión social pero desde la conceptualización dura, debemos entender que los juegos paralímpicos no son una expresión de inclusión, al contrario son solo para personas con discapacidad, por tanto una expresión de como favorecer la participación y salvaguardar la igualdad de derechos.
Espero que este gran paso para deconstruir la imagen que hemos generado de las personas en situación de discapacidad prevalezca y se acreciente en el tiempo, que nos lleve al reconocimiento de sujetos de derecho de todas y todos, valorando la diversidad como factor enriquecedor del desarrollo de nuestra sociedad y apuntando a crear un país inclusivo. Nos queda como ciudadanos hacernos parte de velar por el cumplimiento de las normativas internacionales en el ámbito de los derechos, por el cumplimiento de las leyes interpelando al estado para que cumpla con su deber y no tener que potenciar formas de financiamiento de cualquier necesidad que tengan las personas con discapacidad jugando con su imagen y dignidad.
 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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