Los desafíos de la conservación de tierras en Chile



La conservación de tierras privadas es una materia que por muchos años no ha sido regulada en Chile y hoy necesita de la coordinación y acción de múltiples actores y entidades. Mediante los esfuerzos realizados, tal como el primer Derecho Real de Conservación Corporativa, hoy hemos comenzado a crear un piso algo más sólido en la materia. Sin embargo, aún tenemos mucho por avanzar, entre ellos, 5 desafíos:
Primero, es primordial promover el ordenamiento territorial para una gestión sostenible de la biodiversidad que nos permita prever los impactos que ocasiona la actividad humana en el medio ambiente. La biodiversidad permite el equilibrio de los ecosistemas. Dependemos de ella para sobrevivir, no se trata de un tema opcional. En este aspecto, debemos ampliar las zonas de protección formal por medio de corredores biológicos, diseñados para conectar áreas naturales con características similares, permitiendo el paso de especies, junto con el resguardo de zonas de alto valor ecológico y cultural.
Segundo, se requiere potenciar la educación y concientización ambiental, promoviendo nuestro rol en el cuidado del medio ambiente. Es importante comunicar y promover masivamente las nuevas herramientas existentes en materia de conservación, tal como el Derecho Real de Conservación y los Estándares para Conservar, además de ampliar la colaboración local entre comunidades y la responsabilidad que tiene cada uno con el medio ambiente.
Tercero, tenemos la necesidad de conservar de manera adecuada ecosistemas únicos y frágiles, como el ecosistema mediterráneo, del cual depende el 20% de la biodiversidad y en el que vive el 60% de la población de Chile. Solo un 2% de este hábitat está protegido por el Sistema Nacional de Áreas protegidas, SNASPE, y se encuentra bajo gran presión ambiental y cultural de parte de industrias productivas, como la minería y agricultura. Para esto necesitamos identificar zonas claves a conservar en distintas áreas a nivel regional.
Cuarto, para la conservación privada de tierras falta mayor apoyo estatal. Salvo por los Santuarios de la Naturaleza, las entidades que están conservando de manera voluntaria no son reconocidas públicamente. Tampoco reciben apoyo, ni mucho menos son premiadas, ya sea mediante un sello o certificación estatal, a pesar de los beneficios que entrega la biodiversidad presente en su terreno, sacrificando cualquier tipo de interés particular o comercial. Para esto, necesitamos diseñar fórmulas que busquen aumentar la conservación voluntaria, empezando por gestionar incentivos tributarios por parte del Estado.
Finalmente, debido a la diversidad de actores que trabajan en conservación privada, se hace necesario motivar a filántropos(as) y actores claves que conservan, o que conservarán en un futuro, a hacerlo de manera formal y estandarizada, lo que permitirá fomentar el apoyo económico y técnico que necesiten quienes hacen conservación privada.
Conceptos históricos como el “Desarrollo Sostenible” y conceptos actuales como las “Soluciones Basadas en la Naturaleza”, lamentablemente no han sido capaces de resolver los profundos impactos con que, como seres humanos, estamos empeorando cada vez más al planeta. Hemos seguido en el escenario de “business as usual” sin ningún cambio que nos permita salir de esta situación en jaque. Es ahora el momento de alinear fuerzas y hacer renacer la “Reciprocidad” con la naturaleza, que a fin de cuentas somos nosotros mismos.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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