Hoy se celebra el Día Nacional de la Ballena Franca Austral


Cada 25 de septiembre, desde el 2002, se conmemora el Día Mundial de la Ballena Franca Austral, y se eligió esta fecha en homenaje a “Garra” un ejemplar que fue rescatado en la Península Valdés en Puerto Pirámides, epicentro del turismo de avistaje de ballenas.El mamífero de un año de edad se enredó en las cadenas del fondeo de una embarcación. Los guías balleneros y buzos locales fueron los primeros que intentaron desenredarla. Pero, la imposibilidad de acceder a las cadenas bajo el agua, los llevó a tomar la original decisión de vararla intencionalmente para cortar las cadenas en la playa.Con la participación de toda la comunidad, las cadenas fueron cortadas y Garra fue mantenido fresco durante varias horas en espera de la marea. Afortunadamente sobrevivió a pesar de las heridas y el estrés sufridos y fue re-avistado sano y en buenas condiciones en 2006. 

25 de septiembre,  Día Nacional de la Ballena Franca Austral

En plena celebración de este día la organización ambientalista Greenpeace destacó el rol que este cetáceo cumple en el equilibrio ecosistémico del mar Argentino.  “La ballena Franca Austral es una de las especies icónicas del mar Argentino. Hace más de tres décadas fue declarada Monumento Natural, lo que implica que su estado de protección debe ser absoluto, y debe alcanzar a las zonas de alimentación, de cría y de tránsito”, manifestó Luisina Vueso, coordinadora de la campaña de océanos de Greenpeace. 

25 de septiembre,  Día Nacional de la Ballena Franca Austral

Algunos datos clave de esta especie: 

Es el mamífero de mayor tamaño que habita nuestro mar. Es un cetáceo de la familia Balaenidae propia del hemisferio sur. Vive entre 50 y 100 años. 
Cada individuo es único, especial e irrepetible. Son identificados por las callosidades (piel engrosada) que cubren su cabeza y funcionan como huellas dactilares que identifican a cada animal durante toda la vida.
Se considera que los saltos y golpes en el agua que suelen dar con sus aletas y cola tendrían una función de comunicación o de juego. 
Las ballenas y otros grandes cetáceos cumplen un rol fundamental para los océanos,  ya que capturan el CO2 de la superficie y lo almacenan en las profundidades. Cada ballena secuestra aproximadamente 33 toneladas de carbono para almacenarlas luego en el lecho marino.
Son verdaderas “ingenieras de ecosistemas”, ya que redistribuyen nutrientes a través del océano. Por medio de sus heces, fertilizan el océano. Esto tiene un efecto multiplicador en el fitoplancton, lo que impacta en un aumento de la productividad de las aguas, la fotosíntesis, y en definitiva, la generación de oxígeno.
Las costas argentinas son consideradas la zona de cría más importante del hemisferio sur. Es allí dónde se acercan para amamantar y cuidar a sus crías en sus primeros meses de vida. 
La ballena franca es una especie solitaria. Sin embargo, el vínculo de las madres y su ballenato es el lazo familiar más fuerte que mantienen. La cría acompaña a su madre durante un año, de la cual aprende las rutas migratorias y las zonas de alimentación predilectas. 
Suelen regresar todos los años al sitio dónde se criaron. 
Recientemente se avistaron en Golfo Nuevo, en Península Valdéz, grupos de cópula de hasta 40 ballenas, algo jamás registrado en nuestro mar. Las hembras pueden copular con casi una docena de machos para asegurar la fertilización, sin que existan peleas entre los individuos. Trabajan en conjunto, para asegurarse que la ballena sea fertilizada con los genes del macho más fuerte y sano. El fin de este particular cortejo es la supervivencia de la especie.
Según la organización, pese a cumplir un rol vital para la salud oceánica, la ballena Franca Austral enfrenta una inminente amenaza por el desarrollo de proyectos petroleros offshore en el mar Argentino. 
La exploración sísmica, que se realiza para obtener mayor información de las zonas en las que se realizará la exploración offshore, genera bombardeos acústicos constantes que cubren un área de más de 300,000 km2. “Estos estruendos provocan afecciones en el sistema físico y conductual de los cetáceos. Las consecuencias pueden ser estrés, cambios en las vocalizaciones, desplazamiento de hábitats importantes para apareamiento o de alimentación por evitación del ruido,  lesiones masivas, muerte por ahogamiento y varamiento. Es vital que Argentina frene el avance de estos proyectos offshore para asegurar un ambiente y un clima sano, y  para proteger a nuestra biodiversidad marina”, concluyó Vueso.  



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