Chile 2022: ¿puente para una mayor democracia o el amanecer de la ultraderecha?



Es complejo visualizar un clima político no polarizado de acá al 19 de diciembre de 2021. A pesar de ese supuesto escenario, para entender correctamente qué camino es el indicado, es necesario dejar en claro ciertas ideas claves y a quién representa cada sector que avanzó a segunda vuelta y competirá por la Presidencia.
Por un lado, tenemos a José Antonio Kast y su coalición del Frente Social Cristiano, un conglomerado de derecha radical, así y sin eufemismos hay que llamarlos por su nombre. Representan a una derecha extrema, que en específico en Chile pretende derogar el aborto en tres causales, eliminar el Ministerio de la Mujer, invisibilizar a minorías sexuales, clausurar el Instituto Nacional de Derechos Humanos, creación de una zanja en las fronteras para frenar la migración, fin de operaciones de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO, relativización frente al cambio climático, mantener el sistema actual de pensiones, postergar la edad de jubilación y promover el trabajo de adultos mayores, creación de una coordinación internacional de antiradicales de izquierda, más atribuciones en el Estado de Excepción donde “el Presidente de la República debe tener la facultad de interceptar, abrir o registrar documentos y a toda clase de comunicaciones y arrestar a las personas en sus propias moradas”, etc.
Tras poner en la mesa solo algunas de sus ideas, uno se pregunta por qué razón están a nada de convertirse en realidad. Son medidas que reforzarán un hiperpresidencialismo, limitación de derechos civiles y supresión de convenios internacionales, además no podemos dejar fuera que Kast es negacionista y defensor de la dictadura militar de Pinochet, la cual calificó como un “Gobierno Autoritario”, peores sus dichos sobre Miguel Krasnoff, condenado a múltiples violaciones por derechos humanos a más de 700 años de cárcel, sobre quien señaló que “viéndolo, no cree todas las cosas que se dicen de él”. ¿Es descabellado pensar que pueda indultar militares condenados por violaciones de los DD.HH?
¿Entonces qué pasó? ¿1.961.122 personas quieren eso para el país? No es correcto encasillar a todos los votantes de Kast como xenófobos, pinochetistas, homofóbicos o antidemocráticos. Hoy el país atraviesa una crisis económica, de seguridad y migración, las regiones no tienen la misma realidad que la capital y el candidato de extrema derecha sí logró capitalizar, en alguna medida, apoyo en esos temas. Suponiendo que votó por él todo el universo de personas que rechazó redactar una nueva Constitución, campaña que lideró el susodicho, su universo de votantes no aumentó considerablemente. Kast aparentemente no es más que eso, pero ante el fantasma del falso comunismo en Chile, los partidos y votantes de Sichel (candidato oficialista), o incluso algunos de Parisi (un enigma y sorpresa), se pasarán a su candidatura. Lo cual lo deja en carrera para ganar.
¿Y qué sabemos de Gabriel Boric y su conglomerado Apruebo Dignidad? En el papel se trata de un movimiento que recoge las demandas de la ciudadanía pre y posestallido social y que promovió la aprobación de una nueva Constitución y, así, construir un país más justo, con menos brechas sociales, económicas, educacionales, no más impunidad para los empresarios y políticos corruptos, respeto y promoción de los derechos de nuestros pueblos originarios y naturaleza. Se trata de una nueva camada de políticos que, a diferencia de la ex Concertación, que administró y profundizó el modelo de Pinochet, salvo en la agenda moral, aparentemente, sí quiere hacer cambios importantes en pro de mejorar la vida de la ciudadanía. Proponen eliminar el sistema de AFP, tener un sistema universal de salud, garantizar el derecho humano al agua, reducción jornada laboral, fortalecimiento Ministerio de la Mujer, etc. En el papel se lee bien todo, pero el descontento de la ciudadanía con la política es abismal
En el pasado plebiscito por redactar una nueva Constitución más de 5 millones de personas votaron a favor y así eliminar la impuesta en dictadura, un punto de inflexión que nos llevó después de décadas a por fin abrir camino a construir y materializar un país más justo. Todos creían que Gabriel Boric y Apruebo Dignidad capitalizarían a gran parte de ese universo, pero qué pasó, solo 1.814.809 chilenos se inclinaron por el exlíder estudiantil y diputado. Aunque la centroizquierda en Chile está fragmentada, por otro lado fueron Enríquez-Ominami, Provoste y Artes (el único de izquierda radical); la cantidad de votantes no fue la esperada. Hubo incluso un 54% de abstención.
¿Qué pasa con esos votantes? ¿Se desligarán y otorgarán a una minoría el curso de un país? A pesar de que el candidato Boric aún no ha planteado con claridad cómo combatir la delincuencia, o cómo mejorará el trabajo de los más desvalidos o qué hará con la migración, hay un fuerte anticomunismo enlozado a dicho conglomerado y erróneo. Efectivamente el Partido Comunista de Chile es parte de dicha coalición para un futuro gobierno, pero jamás, es cosa de leer la historia de nuestro país, ha promovido dictaduras, impuesto sistemas o desaparecido gente, a diferencia de algunos partidos que promueven y apoyan la candidatura de Kast. Es un error hablar de izquierdas extremas en Chile porque no hay; Artés es el único candidato que va en esa línea y solo obtuvo 103 mil votos.
Boric y compañía representan a una izquierda de centro, socialdemócrata. Es cosa de leer los programas y en ninguna parte se habla de abolir la propiedad privada, estatizar los medios de producción o eliminar a la burguesía. Se trata de promover un país con menos brechas y donde no impere un moralismo doctrinario. ¿Eso es suficiente para convocar a gran parte del país? Por ahora no y sin duda que la candidatura de Boric y compañía debe mejorar en temas de seguridad nacional y propuestas de trabajo.
Es imperativo entender que hay una Convención Constitucional trabajando para elaborar una nueva hoja de ruta y así dejar en el pasado la que fue escrita hace 48 años a rajatabla, y desafortunadamente, sectores como el de José Antonio Kast no están ni estarán por construir una sociedad más democrática, libre y ad hoc a los tiempos actuales.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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