Dar el ancho – El Mostrador



“Tengo al frente un personaje que puede dar el ancho”, fueron las palabras que eligió el ex-Presidente Ricardo Lagos para anunciar su voto por Gabriel Boric. Pero ¿puede dar el ancho?
Boric ha demostrado ser un político excepcional. Ganó todas las apuestas que hizo, zafó de todos los errores que cometió, en momentos difíciles mostró rigor, temple, empatía y, cuando hubo que arriesgarlo todo, lo hizo.
Su recorrido colectivo es algo menos virtuoso: luego de varios quiebres, encontró domicilio en Convergencia Social y en el Frente Amplio. Desde ahí, apostaron siempre por ellos, incluso a pesar del bien común. No fue solo la juventud, con sus virtudes y pecados, fue un diseño explícito: había que liquidar una generación para abrirse paso, matar al padre, denostar la obra que les dio origen.
Lo hicieron hábil y sistemáticamente, hasta transformarlo en sentido común: los 30 años que tanto nos enorgullecían, de pronto eran motivo de vergüenza.
Y nadie los defendió o casi nadie, la derecha arrepentida hizo vanos intentos. La obra estaba demolida, pero no solo ellos cosecharon de su destrucción: cuando los acuerdos, la moderación, la técnica y la medida de lo posible se transformaron en pasivos, se abrieron los caminos para extremismos, populismos, maximalismos. Y ahí está Kast, símbolo de la cultura que el propio Lagos superó en su gobierno, con la primera opción de llegar a La Moneda.
El ex-Presidente Lagos y toda la ex-Concertación tomó nota: no van a repetir el egoísmo que mostró el Frente Amplio el 2017. Lagos y los suyos saben que no se trata de ellos, sino del presente y futuro de Chile. Saben que fueron derrotados en buena ley, con los claroscuros propios del juego del poder y, sobre todo, saben que no hay tiempo para negociaciones, que es necesario romper la inercia cuanto antes para dar vuelta la elección.
Pero dar el ancho no es solo ganar la elección, es también construir las mayorías que le den gobernabilidad al próximo ciclo y al proceso constituyente. Boric y su equipo aún deben dar muestras de que aprendieron la lección: ya no se trata de ellos, sino de Chile. Si quieren dar el ancho deberán hacer concesiones programáticas y gestos de reconocimiento y desagravio: hay muchos esperándolos para salir a convencer a sus vecinos. Sobre todo, deberán construir una noción de colectivo con quienes ayer denostaban y mañana serán el soporte de su gobernabilidad. Habrá que perder la inocencia, superar la rebeldía adolescente y aprender que en política –como en la vida– nunca se consigue todo lo que se quiere, porque dar el ancho es también conocer la medida de lo posible.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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