alternativa para generar energías limpias


Hace 30 años no había de otra: si querías tener luz y energía en tu casa, negocio, empresa o fábrica, debías contratarla con el gobierno. En las últimas tres décadas, las cosas han cambiado un poco, aunque el gobierno sigue teniendo la mayor parte del control de la energía que se distribuye en el país.
En 1992, una reforma a la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica permitió el surgimiento de la figura de las sociedades de autoabasto, con la cual se permitió a empresas privadas participar en la generación de energía, pero únicamente para consumo propio.
Especialistas coinciden en que esta posibilidad se abrió debido a que la Comisión Federal de Electricidad (CFE) no tenía por esas épocas ni capacidad instalada suficiente ni capacidad de inversión en nueva generación para producir la energía que iba a requerir la industria manufacturera con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
“La Ley el Servicio Público de Energía Eléctrica (LSPEE) publicada en 1975, imponía a la CFE el mandato de prestar el servicio público de energía eléctrica, que comprendía la planeación del sistema eléctrico nacional; la generación, conducción, transformación, distribución y venta de energía eléctrica, así como la realización de todas las obras, instalaciones y trabajos que se requerían para la planeación, ejecución, operación y mantenimiento del sistema eléctrico nacional. Posteriormente, con la apertura en 1992 al capital privado, se reconocieron actividades no constitutivas del servicio público de energía eléctrica en las figuras de productor independiente, autoabastecimiento, cogeneración, importación y exportación de energía eléctrica”, resume la CFE en su Plan de Negocios 2021-2025.
Las sociedades de autoabasto se originaron en las reformas a la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica de diciembre de 1992 y tenían como objetivo mejorar la competitividad de la economía frente a la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994. Para lograrlo se requería contar con energía eléctrica suficiente a precios competitivos, además de transferir a los particulares el riesgo de construcción y de operación de las plantas eléctricas nuevas, esto permitió que los grandes consumidores privados se hicieran de energía limpia a mejores precios, para competir en la apertura del TLCAN, sin impactar obligaciones financieras de la CFE y mejorando la red nacional de transmisión sin que la CFE tuviera que invertir en ella.
Pero, ¿cómo funcionan estas sociedades de autoabasto de energía? La figura del autoabasto se refiere a la generación de energía eléctrica destinada a la satisfacción de necesidades propias de personas física o morales y de sus socios, en otra palabras, y como su nombre lo indica, es una sociedad en la que uno o varios de sus integrantes se encarga de generar la energía y los otros de consumirla.

Así, por ejemplo, desde una planta de energía eólica instalada en el estado de Oaxaca se puede abastecer a una fábrica en Coahuila o una red de tiendas alrededor del país y todos forman parte de esta sociedad.
No obstante, este proceso de transmisión es virtual, ya que la energía generada en Oaxaca no es exactamente la misma que se consume en la fábrica o la red de tiendas ya que la generada en la planta eólica “entra” a la Red Nacional de Transmisión y se distribuye en todo el país.
Un documento de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) detalla que esta figura cuenta con dos categorías: autoabasto local en la que se puede generar únicamente para el consumo de la electricidad dentro de las propias instalaciones y se puede vender excedentes o comprar faltantes, o bien autoabasto remoto en la que se puede hacer uso de la Red Nacional de Transmisión o las Redes Generales de Distribución con un cargo por porteo para llevar la electricidad de un punto a otro y así entregarla a centros de carga que forman parte de la sociedad de autoabasto.
El llamado porteo es el pago que se le hace a la CFE por la transmisión y la distribución de la energía que una empresa genera en un punto y que consume uno de los socios en otro.
Energías renovables, la apuesta
Muchas de las sociedades de autoabasto eléctrico en México apostaron por energías renovables, pues, aunque requerían importantes inversiones de recursos, podían garantizar a sus asociados energía suministrada por fuentes limpias y así evitar la emisión de gases de efecto invernadero. CFE tiene identificadas 239 sociedades de este tipo en el país, con un total de 77 mil 670 sitios autoabastecidos que consumen esta energía.
El estudio “Los cambios al sector energético: Todos pierden” del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) publicado en marzo de este año apunta que desde la apertura del sector energético a capitales privados, los permisionarios que han obtenido autorización para generar energía eléctrica “han invertido alrededor de 4,000 millones de dólares en infraestructura y refuerzos para la Red Nacional de Transmisión que fueron donados a la CFE y son los principales responsables de la expansión de la red para poder integrar (energías) renovables en México”.
La figura del autoabasto representa solamente el 12% de la capacidad total del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) que es uno de los más complejos del mundo, puesto que da servicio a 128 millones de usuarios, que habitan en 2 millones de kilómetros cuadrados, y que ha alcanzado el 98.7% de cobertura del servicio. 
Estas sociedades tienen bajos costos de generación de electricidad en beneficio de sus socios autoabastecidos. Es decir, “son más competitivos en costos que CFE. El autoabasto suministra energía a empresas que producen 14% del Producto Interno Bruto de México según la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (Concamin)”, establece el IMCO.

La Asociación Mexicana de Energía Eólica, en un estudio conjunto con PWC titulado “El potencial eólico Mexicano: Oportunidades y retos en el nuevo sector energético”, explica que en el autoabastecimiento, la apuesta por la energía eólica implica a más de 200 empresas de múltiples sectores, incluyendo a la gran industria pues esta tecnología ayuda a reducir sus costos.
“A través de la modalidad de autoabastecimiento existen más de 200 empresas en todo México que consumen parte o la totalidad de su energía a través de parques eólicos. Dentro de este universo de empresas, existen compañías del sector minero, acerero, cementero, automotriz, alimenticio, de bebidas y tiendas de autoservicio entre otras. Los proyectos eólicos les ofrecen una reducción en su costo de la electricidad no sólo frente a sus tarifas actuales, sino también frente a otras posibles ofertas de tecnología fósil, además de atender a sus objetivos de sustentabilidad”, establece el documento.
En la actualidad las normas que regulan figuras como las sociedades de autoabasto han sufrido algunos cambios con la entrada en vigor de la LIE en 2014 y los proyectos de autoabastecimiento en operación se mantienen bajo los permisos otorgados al amparo de la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica.
“Con la reforma energética del 2013, la figura del autoabastecimiento desaparece para nuevos proyectos y a los proyectos en operación ya no se les permite hacer modificaciones en sus permisos para incrementar la cantidad de energía que pueden generar.  Bajo la Ley de la Industria Eléctrica (aprobada en agosto del 2014) los interesados en generar electricidad requieren de un permiso de Generador donde deberán participar directamente en el Mercado Eléctrico Mayorista (MEM)”, indica.
Los usuarios finales
Las sociedades de autoabastecimiento es una figura que permitió a industria y comercio acceder a energías limpias con tarifas competitivas; sin embargo, el consumo doméstico no puede formar parte de esta figura. No obstante, en ningún caso ni industria ni comercio reciben algún subsidio en las tarifas que pagan.
Lourdes Melgar, exsubsecretaria de Electricidad de 2012 a 2014, explica que las tarifas de autoabasto se negociaron entre los socios que conforman cada sociedad de autoabastecimiento.
En cambio, en el sector de los usuarios domésticos hay dos tipos de tarifas establecidas por la Comisión Reguladora de Energía, una para los de bajo consumo y otra para los de alto consumo. En la primera sí se aplica un subsidio directo (que incluso aparece en el propio recibo de la luz), mientras que para los segundos se elimina este beneficio al momento en que rebasan una cantidad establecida de energía. Es decir, si consumen más allá del límite para recibir subsidio, pagan la totalidad de la tarifa.
Así, de acuerdo con cifras de la propia CFE correspondientes al año 2020, la industria es efectivamente el mayor consumidor de energía pues 51.25% de la energía suministrada fue para ese sector, pero también el que más pagó a la empresa puesto que 57.47% de las ventas de CFE corresponden a este sector.
En la categoría de usuarios domésticos de bajo consumo (es decir, los que tienen tarifa subsidiada) se destinó el 32.44% de la energía generada y aportaron el 21.15% de los ingresos por venta de energía de la CFE. En contraste, los usuarios de alto consumo solo recibieron 0.95% de la energía generada, pero aportaron  2.38% de los ingresos por venta de energía.

El sector comercio consumió el año pasado 6.65% de la energía suministrada por CFE y sus pagos representaron el 12.875% de lo que recaudó CFE; mientras que el sector servicios consumió 1.92% de la energía pero aportó 3.84% de lo que recibió la empresa por pago de energía. En contraste, el sector agrícola recibió 6.78% de la energía generada, pero aportó solo 2.28% de lo que reportó CFE como productos.
Es decir, la industria paga, en términos porcentuales, más de lo que consume, al igual los sectores del comercio, servicios así como los usuarios de alto consumo; en contraste los usuarios de bajo consumo y el sector agrícola pagan proporcionalmente menos de lo que consumen.



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