Líderes de izquierda buscan plan latino para enfrentar crisis por COVID



Políticos y líderes de izquierda de América Latina y el Caribe que forman parte del Grupo de Puebla se reúnen en la Ciudad de México esta semana con la finalidad de elaborar un “modelo solidario de desarrollo” que permita a los países de la región colaborar para hacer frente a la crisis económica derivada de la pandemia de Covid.
El encuentro, que se extenderá hasta el miércoles 1 de diciembre, también servirá para discutir sobre los retos de los gobiernos progresistas y el riesgo de que los países viren hacia opciones políticas de extrema derecha, de acuerdo con Marco Enríquez-Ominami, exdiputado y excandidato presidencial chileno, y también fundador y coordinador del Grupo de Puebla.
“América Latina y el Caribe fuimos arrasados por la pandemia: somos el 8% (de la población) del mundo y el 32% de los muertos por Covid son nuestros; eso demuestra que el debilitamiento de la coordinación del sur, mezclado con el intento de la derecha continental de debilitar a la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), prueba que (en el contexto del) Covid se requería exactamente lo contrario a lo que propusieron Duque, Macri o Piñera, que es debilitar los foros multilaterales, porque la coordinación sanitaria es lo mínimo en tiempos de pandemia”, sostiene Enríquez-Ominami en entrevista.

“Hay que tener una mirada postpandemia, una respuesta durante la pandemia pero también el día después de la pandemia, (de lo contrario) América Latina va a quedar como el continente más retrasado del mundo, con mayor rezago, somos el continente más afectado del mundo detrás de Asia y de África, tenemos serios desafíos como continente”.
A la cumbre en la Ciudad de México asistirán los expresidentes Dilma Rousseff, de Brasil; Rafael Correa, de Ecuador; Ernesto Samper, de Colombia, y José Luis Rodríguez Zapatero, de España, mientras que los actuales mandatarios de Argentina y Bolivia, Alberto Fernández y Luis Arce, participarán de manera remota.
De México fueron invitados Cuauhtémoc Cárdenas, fundador del PRD y exjefe de Gobierno de la Ciudad de México; Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores; Mario Delgado, presidente de Morena, y Zoé Robledo, director del IMSS.

En total asistirán más de 150 líderes progresistas, desde académicos, juristas y congresistas de varios países hasta excancilleres y expresidentes.
El Grupo de Puebla, nacido en 2019 en esa ciudad mexicana, se define a sí mismo como una alianza progresista y un espacio político de reflexión sobre los retos y necesidades urgentes de los países latinoamericanos y del Caribe.
La organización —en cuya fundación también participaron el brasileño Luis Inácio Lula da Silva, el boliviano Evo Morales y el uruguayo José Mujica— se ha pronunciado a favor de la autodeterminación de los pueblos, la no persecución política y la consolidación de las democracias en la región, razón por la cual no cuenta entre sus integrantes con políticos vinculados al gobierno de Nicolás Maduro.
Enríquez-Ominami explica que el “modelo solidario de desarrollo” del Grupo de Puebla, que es resultado de dos años y medio de trabajos e intercambios con pensadores, Nobeles en Economía y líderes políticos de América Latina y Europa, contiene una propuesta de acciones inmediatas ante la pandemia y acciones de largo aliento para fomentar el desarrollo regional.
“(Responde a) la necesidad de mayor integración, la necesidad de una renta básica universal en el corto plazo, la necesidad de una moratoria de la deuda, una coordinación sanitaria, avanzar en el conocimiento de ciencia y tecnología, la superación de la desigualdad, el valor agregado y la revisión del impacto de la inteligencia artificial, una nueva política económica contracíclica, la transición ecológica —porque la crisis ambiental es la segunda gran crisis coyuntural dramática de este siglo—, una nueva institucionalidad democrática en el continente, y, dado que se perdieron millones de empleos durante la pandemia, la creación de empleo será otro tema”, detalla el político chileno.
El Grupo de Puebla ha manifestado su simpatía y respaldo al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Por ejemplo, la organización expresó su beneplácito con la propuesta que hizo el mandatario mexicano ante la ONU de crear el Plan Mundial de Fraternidad y Bienestar para ayudar a los pobres de todo el mundo. 
“La pandemia ha dejado efectos difícilmente reversibles en los Estados más pobres y en los segmentos poblaciones más vulnerables. La iniciativa Covax solo ha cubierto un 6% de la vacunación, dejando en evidencia que la superación de la crisis sanitaria y la posterior recuperación económica es relativa al nivel de riqueza de los Estados. Lo anterior deja al descubierto las disparidades estructurales que conspiran contra un relanzamiento igualitario y justo durante y en la postpandemia”, publicó el Grupo entonces.
Que la cumbre se realice en México no es casual. Aunque no se prevé la participación de López Obrador, Enríquez-Ominami considera que su administración ha retomado relaciones políticas con la región latinoamericana, a diferencia de administraciones pasadas que prefirieron fortalecer los lazos con Estados Unidos 
“Nosotros sostenemos que el gobierno de López Obrador ha vuelto a mirar al sur, y eso quedó factualmente demostrado en el manejo de la crisis democrática del golpe de Estado a Evo Morales en Bolivia; la coordinación con Argentina en distintos foros multilaterales; en el fortalecimiento de la CELAC, en la cumbre que ocurrió en México; en no aceptar la propuesta injerencista del Grupo de Lima en Venezuela. México ha vuelto a mirar al sur y eso para nosotros, como Grupo de Puebla, es muy importante, porque el Grupo promueve exactamente eso: la integración, la colaboración entre países de América Latina y el Caribe”, detalla.
Advertencia ante la opción derechista
El excandidato presidencial chileno sostiene que las opciones políticas de derecha deben ser respondidas y combatidas desde la izquierda con la misma severidad con que aquéllas promueven la confusión, el miedo y el odio, y pone de ejemplo los gobiernos de Jair Bolsonaro en Brasil y las pasadas administraciones de Mauricio Macri en Argentina y Donald Trump en Estados Unidos.
“La extrema derecha se ha abierto un camino a partir del debilitamiento de las respuestas de los Estados ante las crisis y del debilitamiento del mercado ante las crisis; la extrema derecha además se ha abierto camino con una narrativa muy eficaz, muy percutante, que es la teoría de la confrontación, es el miedo, alimentar la paranoia, inventar que existe una coordinación marxista continental y que se requiere la máxima unidad, crear fantasmas; eso es muy eficiente, y mezclado con el uso de las redes sociales, la extrema derecha ha logrado cambiar la agenda, ha cooptado el espacio, y es una verdadera amenaza a la democracia”, explica.
“Los progresistas estamos también llamados a confrontar y a responder, (…) la amenaza de la extrema derecha hay que responderla con mucha severidad y no sólo con propuestas; aquí hablo a título personal y como líder político chileno, no como coordinador del Grupo de Puebla: hay que confrontar a la extrema derecha”.
Cuestionado sobre si los gobiernos de izquierda han tenido responsabilidad en el desencanto de la ciudadanía que ve en las agendas de derecha una opción, Enríquez-Ominami señala que las administraciones progresistas han tenido que dedicar muchos recursos y esfuerzos a reparar o revertir decisiones de antecesores derechistas.
“Creo que la década pasada, cuando habíamos logrado reducir en términos promedio la pobreza, con la llegada, por ejemplo, de Macri a Argentina hubo un enorme retroceso, y los gobiernos progresistas han tenido no sólo que intentar transformar, sino reparar el enorme daño que han cometido los gobiernos de derecha; buena parte de la tarea del presidente Lula en Brasil, o en Chile, en Argentina, es que gobernar no solamente es transformar, sino que gobernar es reparar la imagen internacional de esos países, la relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI); creemos que los gobiernos de derecha han demostrado una total incompetencia”, plantea.
En el caso de Chile, el coordinador del Grupo de Puebla reconoce la contradicción de que, en el marco de la elección presidencial, el candidato de extrema derecha, José Antonio Kast, haya ganado en la primera vuelta electoral, en un país que meses atrás votó por derogar la Constitución elaborada en el pinochetismo.
“Chile es un barco sobreviviente que enfrenta la marea de la crisis social, la marea del cambio y la marea del orden también, y ese barco tiene que llegar a puerto y el país tiene que decidir quién controla el timón; el año pasado, con un 80% de la población, se eligió una nueva Constitución, y encabeza la segunda vuelta electoral alguien que odia la nueva Constitución”, contrasta Enríquez-Ominami.
“Y, en esa contradicción, creo que ése es el talento de la extrema derecha: logró reformar una elección que siempre es un plebiscito sobre el cambio en una elección sobre el orden, trasladar el referéndum sobre el cambio o la continuidad a un referéndum sobre el orden o el desorden. Y nosotros, como oposición donde está gobernando hoy en día la derecha, tenemos que rechazar la idea de que existe un dilema entre justicia social y orden, son sinónimos, el orden y la justicia social son lo mismo, no hay orden sin dignidad ni hay dignidad sin orden”.
El exdiputado chileno explica que el programa de gobierno de Kast es tan “delirante” que propone retirar a Chile de la ONU, indultar a militares juzgados por tortura y crear una coordinación intergubernamental continental para frenar el crecimiento de la izquierda radical.
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