la historia de la comunidad que los cuida



Los jóvenes y niños de la comunidad indígena de Ixtlán de Juárez, en la Sierra Norte de Oaxaca, tienen el reto de cuidar, fortalecer y mantener la herencia de sus mayores: el sentido de la vida comunal, una herramienta que les ha permitido realizar un aprovechamiento sustentable de las 19 mil 310 hectáreas de bosques que tienen en su territorio, al sur de México.
Ixtlán de Juárez ha sido vanguardista cuando se habla de aprovechamiento sustentable de los bosques. A mediados de los ochenta, esta comunidad zapoteca se unió a otras de la Sierra Norte de Oaxaca para exigir al Estado mexicano que ya no entregara concesiones forestales a empresas privadas.
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Las comunidades recuperaron la gestión de los bosques que se encontraban en sus tierras y desarrollaron lo que hoy se conoce como manejo forestal comunitario, una forma de aprovechamiento sustentable del bosque que ha sido reconocida a nivel internacional.
Ixtlán de Juárez también fue una de las primeras comunidades en México que recibió una certificación de la Forest Stewardship Council (FSC), organismo no gubernamental dedicado a verificar que los trabajos de silvicultura realmente cumplan con los lineamientos ambientales y sociales.
Los bosques de la comunidad de Ixtlán de Juárez se encuentran en la Sierra Norte de Oaxaca. Foto: Carmen Pacheco.

A principios de noviembre, comuneras y comuneros de Ixtlán de Juárez se reunieron en las instalaciones de su Centro Ecoturístico para celebrar que hace 20 años obtuvieron la certificación FSC y que, desde entonces, la mantienen. También hicieron una evaluación del camino recorrido. Ahí estuvieron personas de todas las edades: aquellos que ya llevan tiempo en el trabajo forestal comunitario y algunos que aún no nacían cuando sus abuelos y padres lucharon por recuperar el manejo de su bosque.
Todos coincidieron en que los logros obtenidos son de todos, de la comunidad, pues la toma de decisiones siempre se hace en la Asamblea, el máximo órgano de representación.
Las autoridades municipales y expresidentes de bienes comunales de Ixtlán de Juárez destacan que en estas dos décadas la participación comunitaria, así como la incorporación de las nuevas generaciones han sido fundamentales para la continuidad de los trabajos de conservación del bosque.
Es por eso que Pedro Vidal García, quien fue presidente del Comisariado de Bienes Comunales de 1998 a 1999, y Leopoldo Santiago Juárez, actual presidente municipal de esta comunidad, mencionan que una de las tareas de Ixtlán de Juárez, sobre todo ante un escenario de cambio climático, es seguir fortaleciendo el sentido comunitario del manejo y cuidado del bosque.
Bosque de Ixtlán, al fondo un ejemplo del corte en franjas que se realiza como parte del manejo forestal. Foto: Carmen Pacheco.
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Empresas comunitarias que nacen del bosque
Los comuneros de Ixtlán de Juárez tienen la responsabilidad común de conservar 12 390 hectáreas de bosque templado y 6921 de bosque mesófilo, también conocido como bosque de niebla y considerado como uno de los ecosistemas más amenazados por el cambio climático.
Del total de su territorio, la comunidad ocupa 7354 hectáreas para la producción de madera de pino y encino. El resto, más de 11 mil hectáreas, se destina a la conservación y aprovechamiento restringido.
En 1988, cinco años después de que la comunidad comenzó la lucha por recuperar el manejo de su bosque, que estuvo concesionado a la empresa Fábricas de Papel Tuxtepec (Fapatux), los comuneros de Ixtlán de Juárez crearon una de las primeras empresas forestales comunitarias del país: la Unidad Forestal Agropecuaria y de Servicios de Ixtlán.
Casi diez años después, en 1997, los comuneros buscaron darle un valor agregado a la madera que producían, por lo que instalaron un taller de carpintería para elaborar puertas y mesas, recuerda Mauro Hernández Aquino, comunero y gerente general de la empresa Productora Comunal de Muebles Ixtlán Oaxaca SPR de RI.
En la actualidad, Ixtlán de Juárez no solo conserva sus bosques. El trabajo forestal ha permitido formar nueve empresas comunitarias y crear 250 empleos. Además de producir madera y fabricar muebles, la comunidad también cuenta con una Tienda Comunitaria Ixtleca, con la purificadora de agua Cántaros de Ixtlán, una gasolinera y un área de servicios turísticos llamada Ecoturixtlán.
El biólogo y consultor en temas forestales Salvador Anta Fonseca considera que si se habla de manejo forestal comunitario, Ixtlán de Juárez es una de las comunidades líderes en el país, al igual que Nuevo San Juan Paranguricutiro, en Michoacán, y aquellas que se encuentran en el municipio de Pueblo Nuevo, en Durango.
El liderazgo de Ixtlán, señala Anta Fonseca, es porque ha logrado diversificar sus empresas comunitarias y, sobre todo, porque mantiene una fuerte gobernanza a nivel comunitario.
Para poder administrar sus empresas comunitarias, por ejemplo, Ixtlán de Juárez creó un consejo consultivo, comisiones asesoras y consejos de administración en el que participan los mismos comuneros.
“Ha sido un privilegio para nosotros estar al frente, como representantes de la comunidad, y darnos cuenta de que todas las empresas que tenemos han salido del bosque, es el que nos ha dado todo, por eso nuestro amor por él”, comenta Joel García, expresidente del comisariado.
La clave está en la comunalidad
Leopoldo Nicolás Santiago Pérez, actual presidente municipal y quien se encarga de realizar todos aquellos trámites o gestiones en beneficio de un total de 8385 habitantes que integran la comunidad de Ixtlán de Juárez, destaca que uno de los retos para la continuidad es mantener la interacción comunitaria. “Cada vez más percibo, desde mi estancia en la presidencia municipal, que la comunalidad es clave”, subraya.
La comunalidad es una forma de vivir, sentir y pensar el mundo desde la comunidad, no desde la individualidad. En la comunalidad, la toma de decisiones o el consenso en la asamblea es fundamental. Otro elemento vital es el “tequio”, expresión que en esta región del país se utiliza para nombrar al  trabajo colectivo que todos deben dar en beneficio de la propia comunidad, una especie de tributo laboral no remunerado económicamente.
Esa comunalidad también está presente en el manejo forestal. Todas aquellas decisiones sobre el aprovechamiento y cuidado del bosque se toman en asamblea.
Los niños aprenden este mensaje en la vida diaria, al asistir a las asambleas acompañando a los mayores o en la organización de las fiestas. Cuando cumplen la mayoría de edad, 18 años, tienen la obligación de cooperar con el tequio; también deben cumplir con las aportaciones económicas, cuando se requiera, y participar en los recorridos al bosque para conocer los límites con las comunidades vecinas, así como las brechas, las áreas de aprovechamiento y las de conservación. Algunos de ellos, dice Vidal García, han decidido así su profesión.
Alfonso Arguelles, representante de la FSC en México, resalta que “la mayoría de las comunidades entran en crisis cuando la siguiente generación no asimila el modelo de manejo forestal y lo trastoca”. Pero, en el caso de Ixtlán de Juárez, esto no ha sido así: “Tienen una gran gobernanza y han logrado incorporar a los jóvenes en el manejo forestal”.
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