Infraestructura digital para una educación sin barreras



La pandemia que hemos vivido durante los últimos dos años ha tenido un gran impacto en la educación escolar. Millones de niños se vieron obligados a reemplazar las clases presenciales por actividades online, y muchos otros simplemente a reducir sus actividades académicas a un par de horas a la semana o simplemente a no tener clases continuas durante muchos meses.
Las diferencias en el acceso a la conectividad digital y al equipamiento necesario para implementar la teleeducación han generado grandes brechas entre quienes han podido suplir la falta de presencialidad con la alternativa telemática y entre quienes no.
Los efectos reales de esta situación los veremos en un futuro cuando se puedan hacer evaluaciones más profundas, sin embargo, ya hay antecedentes respecto al atraso de muchos niños en cuanto a aprendizajes y relaciones sociales, respecto de lo que debieran cumplir en sus respectivos cursos y en particular entre quienes no han podido acceder de buena forma a las actividades online.
Nos parece que en este complejo contexto de cambios tan profundos en un corto período, hay una oportunidad a considerar para las comunidades rurales, donde las nuevas formas de educación junto a la infraestructura para la conectividad digital resultan fundamentales.
Estos dos años han obligado al sistema educativo a desarrollar e implementar de forma forzada metodologías y sistemas de educación a distancia para todos los centros educacionales del país, lo que considera a millones de alumnos. El ejercicio de probar distintas formas e ir viendo cuáles funcionan mejor, y cuáles no, han generado un conocimiento enorme que no debe ser olvidado, si es que volvemos de forma permanente a la “normalidad”. Estas nuevas formas de educación deben ser aprovechadas e impulsadas con fuerza para quienes han vivido siempre a la distancia y que hoy, gracias a estos avances, tienen la posibilidad de reducir las brechas en términos educacionales.
Es así como creemos que resulta fundamental apuntar a una política donde se sigan implementando clases online para dar más y mejores opciones a quienes viven en la ruralidad. Esto podría hacer posible que niños de distintas localidades aisladas puedan tener clases online en conjunto con profesores expertos en matemáticas, lenguaje, ciencia, u otras materias más específicas, con metodologías muy efectivas, permitiendo una importante reducción en las brechas en la educación. Para ello es clave impulsar un plan estatal con el apoyo de la empresa privada que permita contar con conectividad digital efectiva (por distintos medios) para todos los hogares, y en particular para las escuelas rurales, de forma que el acceso a internet no sea una barrera para el aprovechamiento de las oportunidades que la pandemia ha generado.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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