La travesía por el desierto de la derecha, pero con un 44%



La ilusión fue real, nadie niega eso en la interna, inclusive en las horas previas al cierre de las mesas, algunos líderes de la coalición oficialista llegaban a la sede de la UDI pensando en cómo se debía repartir el gabinete para evitar mayores tensiones. Pero detrás de esa fallida fiesta, a la que llegaron por la puerta de atrás, se escondía una serie de fracturas que quedarán marcadas a fuego en la interna, y que guardan relación en como el sector se entregó por completo y sin condiciones a los brazos del representante de la extrema derecha, como lo fue José Antonio Kast.
Si bien, hasta ahora esas diferencias habían logrado esconderlas debajo de la alfombra – considerando que la necesidad de “derrotar al comunismo” era mucho mayor- en un escenario como el actual, donde se espera que las heridas comiencen a sangrar en el corto tiempo, van a tener que enfrentarlas cara a cara en un proceso que se advierte complejo, principalmente, porque pocos apuestan a que Chile Vamos, como se le conoce hasta el día de hoy, sobreviva el fin de este gobierno.
Hasta antes del domingo 19 diciembre, en Chile Vamos habían evitado trazar muy claramente el futuro inmediato, a sabiendas que si se ganaba la elección, el escenario era en extremo diferente a si se perdía. Su nueva relación con el mundo de la extrema derecha, representado en el Partido Republicano, el partido del candidato derrotado, ha hecho a varios reflexionar respecto de cómo se camina de aquí en más.
Mientras algunos, sin haberlo hecho público aún, estaban abiertos a que si los llamados republicanos cumplían con la carta fundacional de la derecha oficialista, no tenían problemas en hacerlos pasar, pero a diferencia de ello, otros le habían puesto anticipados cortafuegos pensando en la difícil tarea de volver por ese electorado que representaban, pero que nunca estuvo de acuerdo con el acercamiento a su candidato presidencial.
Fue el caso del presente de RN, Francisco Chahuán, quien en entrevista con El Mostrador indicaba que “nosotros no vamos a integrar en nuestra coalición de gobierno a Republicanos”. Una señal clara, pero que de haber ganado, varios pusieron en cuestión.
De todo el arco de Chile Vamos, el sector que se mantuvo más alejado de la potencial mimetización con la extrema derecha, fue un espacio, que si bien sin nombre reconocible, cuenta con algunas figuras fundacionales, en este caso, de Evópoli. Se trata del ex ministro de Hacienda, Ignacio Briones, del diputado, Francisco Undurraga, del convencional, Hernán Larraín Matte y el ex ministro de Interior, Gonzalo Blumel. A ninguno de ellos se le vio defendiendo a ultranza a ex UDI, esto a pesar que el partido, en votación interna decidiera apoyar pero sin integrar potencial gobierno.
Una historia muy diferente se vivió en RN, donde la denominada derecha social, encabezada por Marios Desbordes, se abocó a defender sin condiciones efectivas la candidatura de José Antonio Kast, haciendo oídos sordos a todo tipo de cuestionamiento o principio que chocaba de frente con el proyecto que venían desarrollando hacía más de una década. Miembros de esa facción, de todas formas tenían claro el riesgo que corrían al haber tomado la decisión de apoyar al ex UDI, y ahora deberán ver como apalancar a ese electorado que decían representar, pero que aún no ha sido nítido referente para sostenerlos.
Varios advierten que lo que se viene es duro, y equiparan con lo sucedido en la vereda del frente una vez dejaron La Moneda con Michelle Bachelet y asumieron el rol de oposición. “No queremos que nos pase lo de la DC”, señalaron algunos, para eso, la fórmula es la de comportarse como el PP español, agregaron, “ser duros”, y esto tiene que ver con lograr hacer la diferencia en un momento en que “no ofrecemos nada al país”, como resumen de lo que fue la candidatura de José Antonio Kast.
Más de alguno en su fuero interno señala creer que el apoyo de Chile Vamos a la fallida candidatura presidencial, “no fue por convicción”, sino porque “tenían 4 mil funcionarios en el gobierno”, sino no, indicaron, no sé qué hacemos juntos de aquí en más.
En el chat interno de Evópoli, uno que casi no se le vio durante la campaña, marcando evidentes diferencias con otros como Felipe Kast, o Luciano Cruz Coke, el diputado Francisco Undurraga señaló que “se nos abre una tremenda oportunidad, no sólo de ser oposición, sino por sobre todo de proyectar, desde EVOPOLI , una nueva propuesta refundacional para la Derecha Democrática y NO POPULISTA, que genere un profundo sentido para hacer y estar en política. La que no se inventa ahora sino que se proyecta desde el 12/12 cuando se fundó con Felipe Kast este sueño de renovar y oxigenar la política con un Chile Digno, Libre e Inclusivo. Viva Chile , Viva Evopoli !!!”.
Para el decano de la facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la UA, Tomás Duval, la primera tarea del sector una vez asumida la derrota es “reestructurar sus alianzas, ver bien cuales van a ser sus alianzas al futuro, y de eso, naturalmente las alianzas dentro del propio sector, cuáles van a ser los ejes, o las líneas y orientaciones, ahí hay un desafío pendiente luego de esta elección. Y la construcción en paralelo de un proyecto a futuro”.
Kast en el corto plazo
Al igual que en el plebiscito de 1988 por el Si o el NO, la derecha, que en ese entonces apostaba por la continuidad del dictador Augusto Pinochet a la cabeza, alcanzó el 44 por ciento de los votos. 33 años después, y en una elección que se pinochetizó, no sólo por la muerte de la viuda del ex dictador, Lucía Hirirat, a dos días de la elección, pero también porque el candidato es un férreo defensor del régimen militar y cercano a los condenados por violaciones a los derechos humanos, la derecha volvió a sacar el mismo promedio de votos, ahora, en la elección más convocante desde el regreso a la democracia.
Al interior de Chile Vamos existen diferentes miradas respecto del liderazgo que el ex UDI pueda ejercer en el corto, mediano y largo plazo. Sin dudas que el 44 por ciento le entregó un piso más que suficiente si es que sabe cómo administrarlo ante una ciudadanía que en parte, así lo entendieron varios en el sector, rechazó un revival pinochetista. Esto considerando que el Partido Republicano, al cual pertenece, es ferviente defensor de la figura del ex dictador, y fue centro de tensión a la hora de ir deshaciéndose de ciertos principios que luego acusaron como “errores” en su primer plan de gobierno.
De todas formas, y ante esta base de cuestionamientos que al interior de Chile Vamos existen, y que ponen en duda un eventual profundización de su liderazgo, es que el líder del Pacto Social Cristiano dio un paso adelante, y presentó todas sus credenciales democráticas, como lo fue llamar a Gabriel Boric cuando ya la tendencia era irreversible, es decir, pasadas las 19 horas, y más aún, cuando cumplió con su palabra de ir presencialmente a saludar al triunfador.
De esta manera, José Antonio Kast, en tanto señales, parece haber entendido que su camino por “la vía libre” ya cumplió su ciclo, y que ahora responde más que a ese electorado, calificado desde el oficialismo, como “tóxico”. Su viaje al centro luego de haber ganado la primera vuelta no fue del todo creíble, y en parte explicaría la razón de tan abultada derrota frente al candidato de Apruebo Dignidad, pero por ahora, y así es reconocido entre sus cercanos, con que le crean en la derecha alcanza, pensando en cómo administrar un capital político que no todos los derrotados en segunda vuelta han sabido hacer carne.



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