Lección de una guerra – El Mostrador



Hace varios años en Chile –y en buena parte de Occidente– se había comenzado a instaurar la idea de que el gasto en Defensa constituía un despilfarro de recursos públicos. Las justificaciones para sostener aquello eran variadas; algunos se preguntaban para qué invertir en armas si hace casi siglo y medio Chile no participaba de una guerra, mientras que otros argumentaban que había sectores más importantes a los que se debían dirigir los dineros fiscales. Los más idealistas –e ingenuos– advertían que educar para la paz era el camino para evitar los conflictos bélicos. Así, y a partir de una serie de otras consignas, el gasto en Defensa comenzó a ser visto como un desembolso en el que había que retroceder.
La invasión rusa a Ucrania, junto con la amenaza de una tercera guerra mundial, echa por tierra cualquier argumento que pretenda quitar importancia al gasto militar. Durante toda la historia, la guerra ha sido una protagonista constante del desenvolvimiento de la humanidad. No hay razón alguna para creer que nos encontramos en un periodo en el cual los conflictos bélicos estarán ausentes. Las guerras existen y seguirán existiendo, y una forma eficiente de evitarlas es justamente armarse, con el objetivo de disuadir cualquier intento de agresión.
Es evidente, por otro lado, que uno nunca sabe cuándo un déspota o aspirante a tirano se hará con el poder de algún país vecino y buscará razones para disputar territorios o recursos de quienes estén a su alrededor. Una buena medida para frenar a este tipo de gobernantes es darles motivos suficientes para no traspasar sus fronteras. Un país bien armado –y que haga gala de su poder armamentístico– puede hacerlo dudar.
A diferencia de la tesis que se ha instalado durante los últimos años en la opinión pública, los ejércitos no están principalmente para pelear guerras, sino que para disuadir a eventuales enemigos de agresiones. El gasto militar, en consecuencia, es en realidad un gasto en mantener la paz. Y el mantenimiento de la paz no tiene precio.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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