La importancia de proteger los ecosistemas vegetacionales nativos en zonas áridas y semiáridas en un contexto de sequía



Entre 2009 y 2021, la Corporación Nacional Forestal (CONAF) aprobó alrededor de 800 planes de trabajo para cortar, descepar o intervenir formaciones xerofíticas equivalente a más de 15.400 hectáreas, siendo las regiones más impactadas por la sequía donde estas intervenciones se han concentrado, alterando aún más la ya deteriorada relación que existe entre la hidrología, los suelos y la vegetación.
Alrededor de un tercio de la superficie de nuestro país se encuentra bajo la influencia de climas áridos y semiáridos. Estos se caracterizan por una baja disponibilidad hídrica producto de la relación que se genera a partir de bajos montos de precipitación anual y alta evaporación. Las formaciones vegetacionales nativas (FVN) en estas zonas juegan un rol fundamental en la dinámica de distribución espacial del agua, algo que cobra mayor relevancia en el escenario actual de sequía y cambio climático, pero a pesar de ello, la Corporación Nacional Forestal (CONAF) continúa permitiendo una importante intervención de este tipo de vegetación.
Pese a que diversos estudios avalan la importancia de estas formaciones vegetacionales en la generación de funciones y servicios ecosistémicos claves, tradicionalmente se las ha considerado como componentes menos importantes que los bosques de zonas más húmedas del territorio nacional, algo que ha incidido negativamente en su conservación, protección y régimen de gestión.
La inclusión de este tipo de vegetación en la Ley Nº 20.283 bajo el concepto de “formaciones xerofíticas” (FX), si bien constituyó un avance en su reconocimiento, no impidió que sigan siendo destruidas con fines productivos: entre mayo de 2009 y junio de 2021 fueron aprobados alrededor de 800 planes de trabajo (PT) para cortar, descepar o intervenir formaciones xerofíticas por la Corporación Nacional Forestal (CONAF), correspondientes a una superficie de más de 15.400 hectáreas, siendo las regiones más impactadas por la sequía dónde estas intervenciones se han concentrado. Así, en la región de Atacama han sido cortadas más de 7 mil hectáreas de este tipo de formaciones vegetacionales, seguida de la región de Coquimbo con 4 mil hectáreas aprox., y Valparaíso con cerca de 3 mil hectáreas intervenidas al mes de junio de 2021.
La industria minera es la que más ha intervenido FX con alrededor de 3.400 hectáreas a partir del establecimiento de proyectos mineros, construcción y habilitación de terrenos para derrame de desechos, depósito de relaves, y otros. Asimismo, el sector energético, solo a través de la construcción de plantas solares, ha significado la intervención de un poco más de 3 mil hectáreas de FX, especialmente en los últimos cinco años. El sector agrícola, por su parte, ha sido responsable por la corta, descepado e intervención de más de 2 mil hectáreas, en particular para la plantación de cítricos y paltos, siendo, por lo demás, la región de Valparaíso la más afectada. Cabe señalar que, por un lado, estas cifras podrían ser considerablemente mayores producto de las limitaciones que ofrece el concepto incorporado en la ley de bosque nativo, y por otro, desde el año 2012 no existe la obligación para los titulares de los PT de reforestar la superficie afectada.
Esta situación altera aún más la ya deteriorada relación que existe entre la hidrología, los suelos y la vegetación, lo que sin duda afecta la provisión de servicios hídricos a distintas escalas.
En el marco del Día Internacional de los Bosques, y considerando el grave escenario hídrico que atraviesa el país, desde Fundación Terram creemos que es necesario evaluar la implementación que ha tenido la Ley N° 20.283 de Bosque Nativo y Fomento Forestal en la protección de los ecosistemas vegetacionales de zonas áridas y semiáridas del país, así como en el mediano y largo plazo, actualizar y modificar dicho instrumento reconociendo la importancia de las FVN de zonas áridas y semiáridas acorde a la actual crisis hídrica y climática.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



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