Boric en Netflix: ¿Es Chile un pueblo al sur de Estados Unidos?



El titular se viraliza: “Netflix anuncia documental sobre el primer año de gobierno del presidente Boric”. Un director alemán de la mano de importantes productoras europeas y el canal cultural franco-alemán ARTE, preparan un registro del proceso democrático que vive nuestro país. Se publicó en los principales medios digitales, mientras que en Twitter y otras redes la noticia se compartía veloz.
Al observar el fenómeno surgen muchas preguntas: ¿Por qué esto es noticia? ¿Acaso en Chile no realizamos todos los años producciones que se muestran en Netflix y otras exitosas plataformas? Si, y cada año se suman más, pero muchas de estas no llegan a ser titulares ni generan un impacto viral de las magnitudes que esta noticia logra.
Sin duda el proceso democrático que vive Chile marca un antecedente en la historia política latinoamericana, es algo de lo que todas podemos sentirnos orgullosas y que capta la atención del mundo entero. Estamos viviendo un proceso de representación democrática único, prueba de ello es el trabajo que se desarrolla en la convención constitucional. Sin embargo, esa historia será contada desde la mirada de productoras extranjeras bajo la dirección de un director europeo.
Los documentales registran la historia, la ponen al alcance de grandes audiencias y constituyen un pilar en el ejercicio de la construcción de la memoria de cada pueblo. Antiguamente fueron libros, escritos y publicados por ciertos grupos de poder que hoy en día son cuestionados y reescritos. En la básica y media nos enseñaron la historia de Chile “oficial” por Francisco Frías Valenzuela o Sergio Villalobos, pero hoy nuevos autores como Jorge Baradit o Pedro Cayuqueo presentan alternativas a esta mirada tradicional siendo de los más solicitados en librerías y bibliotecas públicas.
La noticia nos remite a compararla con el documental “La batalla de Chile” del director Patricio Guzmán. Filmado por un equipo de cineastas involucrados en el proceso que vivía Chile desde finales de los años 1960 hasta el golpe militar, esta película no fue financiada por la BBC, ni tampoco vino un gran director extranjero a registrar la intimidad del proceso democrático que vivía el país por ese entonces. El equipo del presidente Salvador Allende abrió las puertas a jóvenes realizadores, nacionales, quienes recibieron una donación de negativos fílmicos para realizarla, a que construyeran un relato representativo de las voces que entonces constituían la sociedad que se retrataba. La dictadura se encargó de entorpecer su estreno por años, sin éxito.
Chile tiene cientos de jóvenes cineastas que desde las protestas de 2011 – donde surgen los liderazgos del actual gobierno- han registrado los cambios sociales del país desde la calle. Vivimos un momento único en la historia de la producción de cine independiente nacional, en que nuestras autoras y autores logran instalar sus miradas para todo el mundo. Sin embargo nos preguntamos ¿Por qué el equipo del presidente Gabriel Boric decide dar acceso a una mirada extranjera antes que a las nacionales? ¿Debiera el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio garantizar y facilitar que esas nuevas miradas logren construir nuestro propio relato? Hay algo que no calza.
Nos queda la sensación de que se coopera con una nueva forma de colonialismo: en la que el relato es válido si viene desde la mirada europea y norteamericana. Netflix produce pintorescos programas sobre los sabores y bailes de Latinoamérica con perspectiva anglocéntrica y ese es el relato que viaja al mundo mediante estas plataformas. Como decía Jorge González de Los Prisioneros: “parece que en realidad, Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos”
Miguel Soffia es documentalista y presidente Asociación de Productores Independientes (API).

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.



Source link

Related Posts

Add Comment