El balance actual de la guerra en Ucrania y las perspectivas de un acuerdo de paz



Tema

¿Cuál es el balance actual de los tres niveles –político, estratégico y táctico– del conflicto en Ucrania y qué perspectivas hay de un acuerdo de paz?

Resumen

La ilegal e injustificada invasión de Ucrania por parte de Rusia es la consecuencia del fracaso del Kremlin en su intento de influir en Ucrania y obligarla a renunciar a su soberanía e integridad territorial, así como al derecho a elegir las alianzas militares a las que desearía pertenecer.

El balance actual de la guerra revela que la decisión y la lucha de los ucranianos por preservar la soberanía nacional y la integridad territorial de su país, junto al apoyo de los países occidentales y la OTAN, han frenado la invasión rusa en el noroeste del país y han contribuido a que el Kremlin, por ahora, centre su ofensiva bélica en las regiones del Donbás y las costas del Mar Negro. Sin embargo, Moscú sólo ha cambiado su táctica, pero no sus objetivos políticos y estratégicos en Ucrania.

El verdadero balance de esta guerra sólo será posible tras un acuerdo de paz, que no parece cercano. El conflicto bélico puede durar meses o incluso años, por dos motivos principales: (1) tanto Ucrania como Rusia consideran esta guerra como una cuestión de supervivencia; y (2) todavía no sabemos cómo pueden influir en un eventual acuerdo de paz otros actores, como Occidente, que está apoyando política, económica y militarmente a Ucrania, y China y la India, entre otros que se han abstenido de condenar la agresión rusa.

Análisis

(1) El balance actual de los tres niveles –táctico, político, estratégico– del conflicto en Ucrania

(1.1) El balance táctico

En el nivel táctico, en el campo de batalla, la lucha de los ucranianos por la soberanía nacional y la integridad territorial de su país, gracias al apoyo crucial de los países occidentales y de la OTAN,[1] ha frenado la invasión rusa en el noroeste del país en la primera fase de la guerra y ha contribuido a que el Kremlin, por ahora, centre su ofensiva en la región de Donbás y del Mar Negro, en lo que se puede considerar como una segunda fase de la invasión. Dado que la prensa diaria informa en directo sobre el conflicto[2] y que cualquier guerra es un caos en continuo cambio, aquí nos limitaremos a una observación general: el inesperado éxito inicial de Ucrania a la hora de frenar el avance de Rusia en el interior del país, los recientes esfuerzos del ejército ucraniano por lanzar contraofensivas limitadas y la promesa del presidente Volodímir Zelensky de permanecer en Kyiv hasta la muerte, contribuyeron a aumentar la voluntad de lucha de sus combatientes en la primera fase de la guerra. Los militares rusos se han revelado como ineptos en la táctica, poco imaginativos en el diseño operativo, obtusos en la estrategia e incompetentes en la logística y el mantenimiento básicos.[3] Se han destacado en el uso de su superioridad militar para destruir ciudades y cometer crímenes de guerra contra civiles. A medida que Rusia ha ido retirándose de su fallido asedio a Kyiv y las fuerzas ucranianas han recuperado el control de los suburbios de la ciudad, el mundo ha ido despertando a la horrible brutalidad que las fuerzas rusas han cometido en ciudades como Bucha, donde se ejecutó sumariamente a civiles ucranianos desarmados, algunos con las manos atadas en el momento de la muerte. La escalada criminal y las tácticas cada vez más brutales son parte esencial de la respuesta rusa a la firmeza de los soldados ucranianos y al apoyo de Occidente a Ucrania.

A pesar de que Moscú valoró erróneamente la voluntad ucraniana de resistencia y defensa de su país, así como la respuesta de Occidente, el Kremlin no ha cambiado sus objetivos políticos y estratégicos, sólo su táctica militar. Para derrotar a Rusia es necesario comprender (lo que no quiere decir justificar) sus objetivos políticos y estratégicos y saber qué está dispuesto a hacer su gobierno para alcanzarlos.

(1.2) Objetivos políticos y estratégicos de Rusia en Ucrania

Antes de analizar los objetivos políticos y estratégicos de la invasión rusa en Ucrania, es importante subrayar que esta es consecuencia del fracaso del Kremlin en alcanzar sus objetivos políticos y estratégicos sin usar la fuerza militar. Por lo tanto, la invasión de Ucrania por parte de Rusia es la continuación de su política por otros medios. La principal característica de esta política se fundamenta en el supuesto de que hay una nueva línea divisoria en Europa a lo largo de la frontera occidental de Rusia y en el hecho de que la comunidad euroatlántica no ha incluido a Rusia en la arquitectura de seguridad y defensa surgida tras el final de la Guerra Fría.[4] Su objetivo principal es bloquear la ampliación de la Alianza Atlántica hacia su frontera occidental, así como la ampliación de la UE. Desde la desintegración de la Unión Soviética, hace 30 años, Rusia ha reconocido, en teoría, la independencia de las repúblicas ex soviéticas, pero, en la práctica, sus objetivos políticos y estratégicos requerían prácticas que permitieran al Kremlin influir en la gobernanza de sus vecinos mediante la fuerza, la coacción o la cooptación de sus elites políticas. Valeri Gerasimov, jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia, considerando que las guerras que librará Rusia responderán principalmente a una estrategia de influencia y no de fuerza bruta”, estableció que el objetivo de Moscú en cualquier guerra consistiría en “romper la coherencia interna del sistema político y socioeconómico del enemigo y no en aniquilarlo íntegramente”.[5] El fracaso de esta estrategia en Ucrania ha transformado la influencia en una invasión letal, revelando que el gobierno de Vladimir Putin se ajusta a dos paradigmas históricos: (1) la estrategia de defensa imperialista de los zares (al que también recurrieron los bolcheviques) de establecer zonas bajo su control e influencia, “territorios tapón” entre Rusia y un enemigo potencial” –que Catalina II la Grande (1729-1796) resumió memorablemente en la frase “No conozco otro modo de defender mis fronteras que expandiéndolas”–; y (2) el elemento fundamental de la estrategia soviética –ya sea en las versiones de Lenin, Stalin, Jrushchov-Brezhnev o Gorbachov–, que pone la prioridad de la política exterior de Rusia en el establecimiento de una u otra forma de orden mundial, sin comprender que un orden internacional es siempre resultado de la interacción de muchos participantes en el sistema, incluidos los que son más poderosos que Rusia.

El Kremlin y el altísimo porcentaje de ciudadanos rusos (entre el 71% y el 83% apoyan la invasión de Vladimir Putin)[6] consideran que Rusia está en guerra con Occidente, principalmente con EEUU y la UE en el territorio de Ucrania, donde se juega una nueva distribución del poder en un orden mundial. Los rusos consideran que la guerra en Ucrania es parte de la guerra hibrida que comenzó en 2014 con el “Occidente colectivo” (que es como los rusos denominan a los principales componentes de la relación transatlántica: EEUU, la UE, y la OTAN). Aunque en ruso no existe una palabra para la guerra híbrida (traducen el inglés hybrid war como gibridanya voyna), la definen como una confrontación aguda que incluye conflictos armados (hasta ahora indirectos) de diversos grados de intensidad, con la excepción de la guerra nuclear general: el bloqueo económico, financiero y tecnológico; la desinformación; los ciberataques; el terrorismo; las actividades subversivas; etc. La guerra híbrida no es la Guerra Fría, pero, al igual que aquella, supone una forma extrema de lucha por un nuevo orden mundial.[7] Mientras los ucranianos luchan por sobrevivir, paradójicamente, el Kremlin –que ha ordenado la invasión del país vecino– y los rusos –que la apoyan en su inmensa mayoría– creen estar luchando por su supervivencia.

(2) El balance político y estratégico de la invasión rusa

Los objetivos políticos rusos declarados por el Kremlin en la primera fase de la guerra han sido los siguientes: “desnazificar” Ucrania (derrocando el gobierno de Zelensky); desmilitarizarla, destruyendo los almacenes de armamento que Ucrania recibe de Occidente y los campos de entrenamiento donde militares occidentales entrenan a los ucranianos; e “impedir el genocidio” que supuestamente sufren los rusos de la región de Donbás y conseguir la neutralidad militar de Ucrania (impidiendo su ingreso en la OTAN). En la segunda fase de la guerra, Rusia podría haber renunciado a cambiar el gobierno ucraniano, pero mantiene los otros objetivos: sigue bombardeando las fábricas y almacenes de armas, “salva a los rusos de Donbás” y exige el reconocimiento de la soberanía rusa de Crimea y la independencia de las Repúblicas Independientes de Luhansk y Donetsk.

La estrategia rusa para alcanzar estos objetivos políticos se ha centrado en la conquista de los territorios en el sureste del país con tres puntos clave: (1) Jerson, que es de vital importancia para Crimea por su canal de agua que abastecía a la península (y que el gobierno de Kyiv interrumpió después de la anexión en 2014), y en la región entera, ya que tiene capacidad de irrigar 420.000 hectáreas en las que se cultiva trigo y maíz; (2) Mariúpol, que es clave para el control del Mar de Azov[8] y para crear un corredor entre Crimea y el Donbás; y (3) Odesa, que es el puerto civil y militar más importante de Ucrania. Privar a Ucrania de Odesa y Mariúpol la convertiría en un Estado continental, bloqueando la mayor parte de sus exportaciones que se realizan a través de este puerto. Dicha estrategia forma parte de una más amplia para devolver a Rusia un cierto equilibrio del poder en el Mar Negro (durante la época soviética, sólo Turquía, miembro de la OTAN, no estaba controlada por Moscú; actualmente Rumanía y Bulgaria, junto con Turquía, representan una eficaz disuasión para la defensa del flanco oriental de la Alianza), así como para transformar a Bielorrusia y Ucrania en “Estados tapón” entre Rusia y los países occidentales.

Pero a pesar de que aparentemente Rusia ha renunciado al objetivo del cambio del gobierno de Zelensky, después de su derrota y retirada en el noroeste del país, es poco probable que haya desistido de convertir a Ucrania en un Estado fallido (porque de ello dependen sus otros objetivos políticos). Así que, probablemente, lo intentará mediante la conquista de territorios en el sureste del país, para desmoralizar a los ucranianos y desgastar su gobierno.

(3) Las perspectivas para un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania

Tanto el presidente Zelensky como otros lideres políticos europeos han definido el conflicto en Ucrania “como la mayor guerra en Europa después de la Segunda Guerra Mundial”, pero no es cierto. Asombra cómo se han olvidado, tan rápido, de las guerras de la antigua Yugoslavia que duraron de 1991 a 1999, del genocidio de Srebrenica (donde el ejército serbobosnio asesinó a 8.000 personas), del asedio de Sarajevo que duró más de dos años… por mencionar algunas atrocidades cometidas por el ejército y paramilitares serbios.

Por ahora, todo indica que el conflicto bélico en Ucrania puede durar meses o incluso años, por dos razones principales: (1) tanto Ucrania como Rusia, por motivos diferentes, consideran está guerra como una cuestión de supervivencia; y (2) aún no sabemos cómo pueden influir en un eventual acuerdo de paz otros actores como Occidente, que está apoyando política, económica y militarmente a Ucrania, y los que, como China y la India, se han abstenido de condenar a Rusia.

En un excelente análisis de Kathryn Hedgecock y Robert Person, “Bargaining with Blood: Russia’s War in Ukraine”,[9] se afirma que si los Estados pudieran conocer el resultado de la guerra por adelantado, simplemente anticiparían el acuerdo para evitar el coste de la contienda. En Ucrania, ambos actores consideran las negociaciones actuales “como una política por otros medios”, y tanto Kyiv como Moscú creen que sus fuerzas pueden prevalecer y que aún no están al borde de la derrota, lo que significa que es probable que el conflicto se prolongue.

El mayor obstáculo para un acuerdo de paz son las exigencias maximalistas de Rusia y la imposibilidad de Ucrania de cumplirlas, ya que de ello depende su supervivencia como nación soberana. Otros factores que impiden un acuerdo de paz son la lógica desconfianza entre las dos partes y la definición de Vladimir Putin como un criminal de guerra por parte de Occidente. Por ejemplo, Slobodan Milošević no fue definido como criminal de guerra hasta después del bombardeo de la OTAN en 1999, aunque él fue el principal responsable de la guerra de Croacia y Bosnia Herzegovina (1992-1995). Milošević, incluso, llegó a firmar la paz de Bosnia Herzegovina, aunque sus tropas la habían ido destruyendo sistemáticamente durante casi tres años.

Es imposible hacer pronósticos sobre el final de esta guerra, pero si algo está claro es que Ucrania sólo puede defenderse y sobrevivir con la ayuda de Occidente, por lo que está tiene que aumentar. EEUU, la UE, la OTAN y otros países occidentales se han unido en torno a un programa de sanciones sin precedentes. Occidente ha usado un instrumento de la Guerra Fría –intentar agotar económicamente a Rusia para que no pueda financiar sus aventuras militares–, pero no estamos en la Guerra Fría de antaño: aislar económicamente a Rusia es mucho más difícil y, sin restricciones de la UE a las importaciones de hidrocarburos rusos, los pagos por estas pueden financiarle a Putin la guerra en Ucrania.[10] El compromiso de Occidente es firme, y lo más probable es que mantenga su apoyo logístico y económico a Ucrania, por lo que Rusia tendrá que moderar sus objetivos políticos.

Sin embargo, la gran incógnita de este conflicto es el papel que puede jugar China, porque Pekín no quiere que su socio estratégico salga debilitado de esta guerra. Incluso, aunque las severas sanciones financieras pueden degradar lentamente la capacidad de Rusia para mantener la invasión durante un período prolongado, la capacidad y la voluntad china de compensar la eficacia de las sanciones seguirá facilitando a Putin un comodín. China aseguró recientemente a la UE, en la cumbre celebrada el 1 de abril, que buscaría la paz en Ucrania a su manera, pero Pekín evitó una vez más criticar a su socio estratégico principal, Rusia.[11] Los informes de los servicios de inteligencia publicados por EEUU sugieren que China está dispuesta a proporcionar a Rusia apoyo económico y militar, pero la naturaleza encubierta de tal apoyo diluye la capacidad de Ucrania para calcular con precisión el efecto sobre la determinación y las capacidades rusas a largo plazo.[12]

La guerra de Bosnia (1992-1995) y los consiguientes acuerdos de paz –los Acuerdos de Dayton– mostraron dos aspectos que posiblemente se darán en la guerra de Ucrania. El primero es que, en la fase de guerra de desgaste, todos los actores intentan conquistar el mayor territorio posible para fortalecer sus respectivas posiciones negociadoras. Lamentablemente, los Acuerdos de Dayton sellaron el reconocimiento internacional de los territorios conquistados por cada uno de los actores y la división de Bosnia en dos entidades: la República Serbia de Bosnia y la Federación Croata-Musulmana.[13] El segundo es que la clara evidencia de que las fuerzas rusas han cometido crímenes de guerra en Bucha (y más allá) aumentará la presión sobre los gobiernos occidentales para que proporcionen una ayuda militar masiva con el fin de impedir que prosiga la limpieza étnica en los territorios ocupados por Rusia (tal como ocurrió después del genocidio en Srebrenica).

Conclusiones

El final de esta guerra es imprevisible, pero por ahora se pueden vislumbrar tres escenarios posibles: (1) la derrota completa de alguno de los actores (poco probable); (2) una división del país –aunque el presidente Zelensky ha afirmado que Ucrania no está dispuesta a entregar territorios del este del país a cambio del fin de la guerra, una eventual derrota del ejército ucraniano, podría obligarle a aceptarla–; y (3) un alto el fuego, con una especie de acuerdo tipo Minsk II[14] en el que Rusia conservaría los territorios ocupados pero en el que ni Ucrania ni la comunidad internacional los reconocería como rusos.

[1] “Cómo la ayuda occidental a Ucrania está frenando la invasión rusa”, El País, 10/IV/2022.

[2] Todos los medios de comunicación siguen en directo los acontecimientos de la guerra en Ucrania. Especialmente recomendable es el seguimiento de The Guardian, “Russia’s war in Ukraine: complete guide in maps, videos and pictures”, 17/IV/2022.

[3] Elias A. Cohen (2022), “This is the war’s decisive moment”, The Atlantic, abril.

[4] Mira Milosevich (2022), “Rusia y el orden de seguridad europeo: del descontento pasivo al revisionismo activo”, ARI nº 3/22, Real Instituto Elcano, 25/I/2022.

[5] Mira Milosevich (2017), “El poder de la influencia rusa: desinformación”, ARI nº 7/2017, Real Instituto Elcano, 20/I/2017.

[6] ОДОБРЕНИЕ ИНСТИТУТОВ, РЕЙТИНГИ ПАРТИЙ И ПОЛИТИКОВ, Levada Center, 30/III/2022.

[7] Dmitri Trenin (2022), “Кто мы, где мы, за что мы – и почему”, Russia in Global Affairs, 11/IV/2022, .

[8] Mira Milosevich (2018), “Entre el mar y la espada: el bloqueo naval ruso de Ucrania”, Blog, Real Instituto Elcano, 27/XI/2018.

[9] Kathryn Hedgecock y Robert Person (2022), “Bargaining with blood: Russia’s war in Ukraine”, Brussels School of Governance, 6/IV/2022.

[10] Miguel Otero (2022), “¿Puede resistir las sanciones la economía rusa?”, ARI nº 27/2022, Real Instituto Elcano, 31/III/2022.

[11] “Unión Europea intenta alejar China de Moscú, pero no logra ninguna garantía o compromiso”, El Mundo, 1/IV/2022.

[12] Hedgecock y Person (2022), op. cit.

[13] George Packer (2019), Our Man. Richard Holbrooke and the end of the American Century, Jonathan Cape, Londres.

[14] Mira Milosevich (2017), “Ucrania, piedra de toque para Occidente”, ARI nº 22/2017, Real Instituto Elcano, 23/III/2017.

Imagen: Vehículos dañados y quemados cerca de la Planta Metalúrgica de Illich Iron & Steel Works (Mariupol, Ucrania). Foto: Alexei Alexandrov (CC BY 2.0)
Autor: Mira Milosevich-JuaristiLa entrada El balance actual de la guerra en Ucrania y las perspectivas de un acuerdo de paz se publicó primero en Real Instituto Elcano.



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