Día del Trabajador: cómo gestionar las emociones cuando se trabaja desde casa


El trabajo ocupa un lugar importante en nuestra cotidianidad. A menudo se expresa que, cuando no estamos trabajando, nos estamos alistando para ir a trabajar o estamos descansando de haber trabajado. El deseo de poder desarrollarnos y afianzarnos en nuestro rol profesional puede incluso tomar prioridad en un momento de nuestra vida, pero encontrar un balance entre la vida personal y la laboral es un desafío que cualquier persona en su vida activa desea alcanzar.En los años 80, se comienza a visibilizar la importancia de tener ese equilibrio, el concepto del Work and life balance comienza a tomar poder y las empresas comienzan a pensar estrategias y programas para que sus empleados puedan cumplir con el rol que demanda su perfil de puestos, sin desestimar el resto de los roles que podría tener una persona, ya sea su paternidad o maternidad, las amistades, proyectos personales y comenzar a valorar más el tiempo de ocio.Durante todos estos años, se hizo mucho hincapié en impulsar este concepto y posiblemente cada trabajador activo comenzó, de alguna manera, a ser más consciente de la importancia de llevar una vida sin conflicto de roles, haciendo que las demandas del dominio laboral no interfirieran con las demandas de la vida privada. Consecuencia de ello, muchos profesionales venían trabajando en poder respetar sus horarios de trabajo, cultivar tiempo de recreación, separar cada espacio, respetar los fines de semana, “cortar” a tiempo, no llevar el trabajo a casa y muchos menos, llevar al trabajo los conflictos personales y las emociones que podemos cargar por los vaivenes de la vida privada.Pero desde el año 2020, mantener ese anhelado balance es y continúa sido sin dudas un gran desafío, sobre todo para todos aquellos trabajadores que continúan trabajando de manera remota y parecería que la vida laboral se continuará ensamblada en la vida privada para rato. Si bien en muchas áreas la famosa normalidad se fue reactivando y podemos decir que tenemos una vida muy similar a la pre-pandemia, son muchas las empresas que siguen apostando a repensar los puestos laborales y desarrollar jornada híbridas que puedan desarrollarse entre las instalaciones de la empresa y el hogar del trabajador.

Encontrar el balance en la nueva era
Si bien hay muchos trabajadores que se han adaptado de forma muy favorable a estas nuevas modalidades, no debe desestimarse la importancia de encontrar, mantener y fomentar un equilibrio para proteger ante todo nuestra salud emocional. Pensar algunas pautas en la nueva normalidad laboral podría incluir:
Establecer una rutina: La nueva era nos permite flexibilizar la rutina, como por ejemplo tener mayor flexibilidad en ciertas cuestiones como el horario de ingreso. Sin embargo, más allá de poder ser flexibles, es importante mantener horarios laborales, ya que nos ayudarán a tener una sensación de gestión del tiempo y organización. 
Destinar un espacio físico para realizar el trabajo: Saber dónde están las herramientas y dispositivos necesarios para llevar a cabo nuestras tareas, para que cuando estamos dentro de la jornada laboral, el resto de la familia pueda comprender que mientras se está allí, así sea la esquina de la mesa del comedor diario, esa es la “oficina” y puedan respetarse los límites para no recibir interrupciones. 
Tomar descansos que regularizan el balance sin entorpecer roles: Para mantener el balance, es importante dentro de lo posible, mantener los quehaceres de la vida personal, fuera del horario de la jornada laboral. En un día normal de trabajo de oficina, los descansos suelen ser  conversar con un compañero de trabajo, se prepararnos un café y salir de la oficina a respirar aire o comprar un almuerzo. Cuando se trabaja desde el hogar, es común querer aprovechar que se está en casa para desarrollar tareas hogareñas y esto quita tiempo y foco de las tareas profesionales a ejecutar, produciendo fatiga y sensación de que no paramos nunca. 

El desafío de gestionar las emociones cuando trabajamos desde casa
Los ámbitos laborales tuvieron por mucho tiempo la idea del empleado racional, que para poder ejecutar y pensar lógicamente debía dejar sus emociones aparte. Mucho se ha avanzado trabajando sobre conceptos como inteligencia emocional o gestión emocional y hoy sabemos que los humanos somos seres emocionales que pensamos, es decir, que nuestro mundo afectivo tiene una gran inferencia en nuestro comportamiento. Por eso, nuestro mundo afectivo de alguna manera sabemos que nos acompaña en cada ámbito. Sin embargo, salir del hogar para trabajar en una oficina, permitía de alguna manera separarnos de los problemas personales y “dejarlos en casa”, lo mismo con los problemas laborales, ya que al finalizar la jornada incluso el tiempo de trasporte de regreso al hogar permitía ir desapegándonos de los quehaceres pendiente para retomarlos al otro día. Parecería que las emociones que podía despertar cada ámbito era más fácil separarlas y ese cambio, permitía desconectarse de un rol para conectarse con el otro y dar paso al balance.Hoy en día, es sin dudas un gran desafío trabajar ese equilibrio cuando las líneas están difusas. A nivel personal, es importante que cada trabajador de lugar a fomentar ese balance cuidando cada una de las esferas, tanto lo personal como lo laboral; pero también las organizaciones o los mismo jefes deberían quizás contemplar más que nunca que el desempeño final de cualquier organización dependerá del desempeño de sus empleados y para poder mantener ese desempeño hay que favorecer un entorno de estabilidad emocional, cuestiones como flexibilizarse, respetar las horas de trabajo y conocer a sus empleados será clave para priorizar el bienestar en este contexto de adaptación. Lic. Melisa Mirabet (@melisamirabet), psicóloga especialista en gestión emocional y alto rendimiento



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